En mis oídos de profano musical sonó exquisito el vals “Ilusión Perdida”, del abuelo de Sergio Ramírez, interpretado por un grupo de chavalos al concluir la presentación de la publicación “La viuda Carlota y otros cuentos “. Carlos Fernando, que casualmente estaba en el asiento vecino y quien obviamente tiene un oído más delicado que el mío, me tranquilizó al dar sustento a mi precario juicio musical. Él, viendo hacia nadie y con su habitual adustez, susurró “muy bonito el vals”. Así que, quienes puedan escucharlo, escúchenlo.
Simpático también el conversatorio de Sergio con Erick Aguirre. Tan simpático como la historia detrás del cuento que lleva el mismo nombre del vals, ilusión perdida: la dulce venganza de la abuela de Sergio quien, a la vuelta de la vejez y al ver pasar por la calle, toda maltrecha y con bastón, a la que en otros tiempos gloriosos había sido el amor siempre buscado y nunca correspondido de su pizpireto marido, don Lisandro (el abuelo de Sergio), lo tomó suavemente de la mano –él ya casi ciego- y lo condujo a la puerta, tramada ya su venganza.
La abuela, sabedora que la anciana que pasaba frente a su casa, Salomé Sabino (un nombre demasiado rebuscado para ser el verdadero), había sido también la inspiradora del vals compuesto por don Lisandro, desenvolvió sus rabias acumuladas y descargó como un puño en el rostro de su marido la frase: ahí va tu ilusión perdida!
Después de leer el cuento me quedé preguntando, si Sergio se ríe –y nos hace reír- hasta de sus abuelos ¿de quién no se ríe?
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