Uno de los ejes de la propaganda embustera de la dictadura es sobre el impacto de las sanciones impuestas por Estados Unidos. Ortega berrea una y otra vez en sus discursos refiriéndose a lo que llama sanciones “en contra de Nicaragua”.
Pretende hacer creer que las sanciones norteamericanas castigan al pueblo nicaragüense. La patraña pica y se extiende por la vía de sus seguidores y por la gestión tecnológica de las redes. Repiten, por ejemplo, que los elevados precios del combustible y el alto costo de la vida son producto de las sanciones. No podemos subestimar esa campaña porque logra sembrar dudas en los menos informados.
Vamos a dejarlo dicho con todas sus letras: Nada tiene que ver el pueblo nicaragüense con las sanciones impuestas a la mafia en el poder.
No es muy complicado remitirse a los hechos y a las estadísticas oficiales para demostrarlo.
¿Quiénes son los sancionados?
Comencemos por recordar que, salvo la policía nacional, que no tiene competencias en la gestión económica del país, ninguna institución pública ha sido objeto de sanciones norteamericanas. Las medidas han recaído en negocios y patrimonio personal mal habido de miembros connotados de la mafia en el poder.
¿Qué tiene que ver el pueblo nicaragüense con las sanciones a los negocios de Roberto Rivas o Francisco López o cualquiera de sus congéneres mafiosos?
Nada. Nada tiene que ver el pueblo con los negocios de esos personajes.
¿Qué tienen que ver los pobres con las sanciones al Bancorp?
El Banco Corporativo, Bancorp, era el banco de la familia, establecido para trasegar capitales ilícitos y como brazo financiero de la red empresarial de la mafia en el poder. Nada tiene que ver el pueblo nicaragüense con las sanciones a esa empresa financiera ¿Acaso eran accionistas de ese banco los pensionados, desempleados o microempresarios?
También fue sancionada la empresa DNP, Distribuidora Nicaragüense de Petróleo. Una empresa que por arte de magia mafiosa se convirtió de empresa estatal en empresa privada propiedad de la familia en el poder. Esta empresa era la palanca principal para exprimir los bolsillos de los nicaragüenses con los sobre precios del combustible. Nada tienen que ver el pueblo o los pequeños y medianos empresarios con las sanciones a los tagarotes que, por años, se han llenado los bolsillos a manos llenas esquilmando a los nicaragüenses con los precios fraudulentos del combustible.
Otra de las empresas sancionadas fue CARUNA, la turbia cooperativa donde Ortega resguardaba una parte de su capital, proveniente de la apropiación de los fondos de la cooperación petrolera venezolana. Más de US$2 700 millones era la bicoca que tenía Ortega traspuestos en CARUNA y BANCORP, mediante contratos de fideicomiso, según la auditoría al banco correspondiente al 2018
La otra cara de la moneda: Las relaciones económicas con Estados Unidos
Para ver la otra cara de la moneda, hagamos un repaso de las estadísticas oficiales para establecer cómo evolucionaron, en 2020, las relaciones económicas con Estados Unidos, y así deducir las posibles afectaciones provocadas por las sanciones.
Comencemos por las exportaciones. En 2020 los ingresos generados por las ventas a Estados Unidos fueron US$ 1405 millones. Esto es, la mitad de las exportaciones totales. Ningún gobierno anterior llegó a concentrar el 50% de las exportaciones en Estados Unidos. El gobierno “anti imperialista” de Ortega rompió el récord. Ahora somos más dependientes que nunca de las exportaciones hacia Estados Unidos.
¿Vienen para abajo como producto de las sanciones? ¡No!
A pesar de la pandemia y el impacto económico negativo que ocasionó en Estados Unidos, estos ingresos crecieron en 12% en el 2020.
¿Quiénes dependen de esas exportaciones? Al amparo del tratado de libre comercio, CAFTA, a Estados Unidos se exporta de todo: café, azúcar, oro, carne, queso, frijoles, langosta, maní, camarones, pescados, tabacos. Miles de trabajadores, productores y empresarios relacionados con estas actividades económicas son beneficiados con esas exportaciones.
Por otro lado, a Estados Unidos se compra petróleo, combustibles, medicinas, maquinarias, agroquímicos, zapatos, repuestos, vestuario, en fin. La economía nacional no podría funcionar sin estas importaciones que en 2020 superaron los US$1000 millones. Comerciantes, trabajadores, empresarios y consumidores, por miles, dependen de las actividades económicas asociadas a las compras en Estados Unidos. ¿Les afectan las sanciones aplicadas a la mafia en el poder? Hasta ahora, en nada.
Pasemos a las remesas. En 2020, el trabajo de los nicaragüenses en el exterior reportó US$1850 millones de dólares, de los cuáles US$ 1 111 millones vinieron de Estados Unidos. Seis, de cada diez dólares. Centenares de miles de familias nicaragüenses pudieron comer, vestirse, afrontar gastos de educación, salud y vivienda, gracias a estos recursos.
¿Vienen para abajo las remesas producto de las sanciones? ¡No!
Con todo y pandemia crecieron en 20%, en 2020.
Agreguemos las zonas francas. En 2020 se exportaron a Estados Unidos más de 1700 millones de dólares. ¿Han sido perjudicadas las trabajadoras de las zonas francas con las sanciones?
Ahora examinemos los créditos internacionales. Según el Banco Central, en el 2020 la dictadura recibió préstamos por US$187 millones del Fondo Monetario Internacional, US$150 millones del BID y US$68 millones del Banco Mundial. En total, US$495 millones. En todas estas instituciones el socio mayoritario es Estados Unidos.
En resumen, US$ 4621 millones sumaron en 2020 los ingresos directa o indirectamente relacionados con Estados Unidos. A ello corresponde agregar el empleo e ingresos asociados a las importaciones. Grosso modo, las transacciones económicas con Estados Unidos equivalen al 45% del PIB, sin incluir las inversiones privadas, de las cuales no hay reportes disponibles.
Las sanciones que le duelen a Ortega
Entonces ¿De qué habla Ortega cuando habla de las sanciones? Habla de donde le duele: De sus reales.
Nada tienen que ver el pueblo, ni los desempleados, ni comerciantes, ni pensionados, ni industriales, ni asalariados, ni exportadores, ni importadores, ni consumidores, ni productores o trabajadores agropecuarios. Ni los pobres.
Ortega lloriquea por sus reales cuando habla de las sanciones norteamericanas. Así de sencillo.
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