Ya todos sabemos la irracionalidad y falta de humanidad que ha mostrado el régimen para afrontar esta calamidad de salud pública. De hecho, es noticia internacional y motivo de asombro y repudio. Pero hay otro ángulo que debemos abordar: no han movido un dedo en materia económica.
Dada la amplia circulación de información, es conocido que todos los gobiernos están adoptando medidas para mitigar el impacto económico de la pandemia. Estados Unidos está en curso de aplicar un programa colosal para proteger empleos, ingresos y empresas; igual ocurre en otros países desarrollados. Pero también países menos desarrollados. Para no ir muy largo, aquí cerca, en nuestros países vecinos.
Para que nos demos una idea de los impactos que ya se están produciendo y que tienden a agravarse, hagamos una breve repaso.
Más desempleo, menores ingresos El primer impacto es en el empleo y en los ingresos de la población. Más del 70% de la fuerza laboral nicaragüenses se encuentra en la economía informal. Buena parte de ellos pequeños comerciantes, trabajadores por cuenta propia, buhoneros. En general, estos nicaragüenses, que son la mayoría, viven, como decimos en lenguaje coloquial, coyol quebrado, coyol comido. Al paralizarse su actividad económica, también se paralizan sus ingresos. Pero las familias comen todos los días. En consecuencia, viven una disyuntiva fatal: se arriesgan a ser contagiados para ganarse el diario; o bien, arriesgan el diario para no exponer la vida. ¿Qué hacer? En el Salvador el gobierno está proponiendo una transferencia de 300 dólares en efectivo a los trabajadores que, a causa de la cuarentena, se quedarán sin ingresos. En Costa Rica se está proponiendo crear un fondo para contribuir con quienes pierdan su empleo.
También comenzaron a elevarse los precios de la canasta básica. Lo elemental sería eliminar los impuestos que se cargaron a los bienes y servicios de consumo básico.
Por otro lado, las empresas y negocios que están en la economía formal, digamos, los establecimientos comerciales, si nadie compra, ellos no venden. Y si no venden, no hay ingresos. ¿Cómo van a sostener la planilla y sus otros gastos? Lógicamente hay el peligro de que algunas de estas empresas tengan que cerrar, y otras reducir personal. Esto es, con independencia del tamaño de las empresas. Solo pensemos en las empresas relacionadas con turismo, como hoteles, restaurantes, vendedores de artesanías. Pues en otros países están implementando medidas como una moratoria fiscal y flexibilización en el pago de sus créditos. Además, se debería suspender la contribución a INATEC. Además, al menos se debería restablecer la cotización al INSS y el aporte de los empleadores, en los porcentajes previos a la reforma del año pasado.
Hay algunas empresas cuyas relaciones económicas son con el exterior. Allí tenemos el ejemplo de las zonas francas, que comenzaron a cerrar. Pero también está el caso de los exportadores. Los precios de las exportaciones comenzaron a caer. Y posiblemente también ya esté cayendo su demanda. Una recesión mundial está en marcha. Aunque es previsible que el paquete económico a implementarse en Estados Unidos pueda tener una repercusión positiva, ya que es nuestro principal socio comercial, el alivio no sería en el corto plazo.
Una medida de impacto inmediato sería ajustar las tarifas eléctricas y los precios del combustible en proporción a la caída de los precios internacionales del petróleo. Acarrearía un beneficio tanto para empresas como para las familias.
Caída de las remesas Después están las remesas, que es uno de los pilares que ha sostenido la actividad económica del país y de alivio de las precariedades de las familias. Las remesas provienen principalmente de Estados Unidos, Costa Rica, España y Panamá. La pandemia está afectando severamente la economía de estos países y, por supuesto, ya comenzó a afectar la economía de los nicaragüenses residentes en estos países. Sus capacidades para seguir transfiriendo están disminuidas y disminuyendo.
Una caída en el flujo de remesas afecta en primer lugar la capacidad de consumo de las familias receptoras, puesto que la mayoría cubren sus necesidades básicas con estos envíos. La caída en el consumo provoca una caída en las ventas y, por consiguiente, en las actividades económicas. O sea, se afecta a las familias y a las empresas. Pero también repercute en la economía nacional al ingresar menos dólares o euros. En este caso, correspondería a las empresas de intermediación reducir sus márgenes.
Las deudas de empresas y personas Ahora vienen los bancos. Si los deudores, tanto empresas como personas, pierden ingresos, su capacidad de pago sufre y con ello la posibilidad de cumplir con sus compromisos financieros. En otros países están implementando medidas para flexibilizar las condiciones de los créditos, sin cargas adicionales. Aquí, el gobierno debería estar estableciendo normas por medio de la superintendencia de bancos tanto micro financieras, como bancos y casas comerciales, flexibilicen el cobro de los créditos tanto a empresas como a deudores personales o de tarjetas de crédito.
Conclusión En resumen, la perspectiva es mayor contracción económica, cierre de empresas, menos oportunidades de empleo, pérdida de ingresos, tensiones en el sistema financiero, mayores penurias para la población. Lo anterior es solo un vistazo a vuelo de pájaro. Las familias y las empresas lo padecen a diario.
Por supuesto, ningún gobierno es capaz de evitar el impacto económico de la pandemia, pero sí pueden adoptar medidas para mitigar sus efectos en la economía de familias y empresas. Y los gobiernos de otros países lo están haciendo. Pero en nuestro país la camarilla gobernante no está moviendo un dedo: es la otra irresponsabilidad criminal.
Así que, a la par de exigir a la camarilla en el poder medidas en materia de salud, nos corresponde exigirles medidas que aminoren el sufrimiento de la población a causa del impacto económico de la pandemia.
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