Debo comenzar diciendo que a lo largo de mi existencia no había vivido una conmoción semejante a la que está provocando la pandemia del coronavirus. Estamos hablando de una catástrofe universal que tiene repercusiones humanas, pues produce muerte y sufrimiento, repercusiones sociales y graves repercusiones económicas.
Es verdaderamente admirable cómo, frente a la catástrofe, los gobiernos, con independencia del signo político o de si los gobernantes son más populares o menos populares, todos están adoptando medidas para proteger a su población.
En el caso de Nicaragua, los sentimientos se mezclan. De un lado la preocupación frente a lo inevitable, porque no hay manera de evitar circule y se propague en nuestra población, de hecho, lo más seguro es que ya esté incubándose. Preocupación por nuestras familias, preocupación por nuestra gente. Pero además de esta preocupación, hay otro sentimiento, el sentimiento de indignación frente a la irresponsabilidad demencial de los cabecillas del régimen.
¿Cómo es posible que hayan convocado a la gente a las famosas caminatas, el pasado sábado, exponiéndolas a un contagio masivo? Un acto de crueldad la convocatoria y un disparate el nombre que le pusieron: «Amor en tiempos del Covit 19».
He visto en las redes personas afirmando que aquel que por su gusto muere que lo entierren parado, queriendo decir que los fanáticos o los amarrados que asistieron, si se contagiaban era problema de ellos. Pero no es así, porque una vez que la persona es infectada se convierte en transmisor de la enfermedad. Una amenaza para todos, porque el virus no respeta pelo, color ni tamaño.
Lo más indignante es que tuvieron la desvergüenza de mandar a la gente a las calles, a vitorearlos, pero los cabecillas se quedaron a buen resguardo en sus casas, no sacaron la cara. Un acto de descaro y de crueldad.
La indignación se multiplica cuando uno conoce las medidas de emergencia que están tomando nuestros países vecinos, Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panama. El espectro de las medidas es amplio y suficiente hasta para copiarse. Desde decretar cuarentenas, cerrar fronteras, clausurar las clases, prohibir actividades de aglomeración y hasta cerrar bares y restaurantes. Incluso en uno de estos países están colocando dispositivos en las paradas de buses para que la gente se lave las manos.
Aquí no. El ministerio del trabajo, que debería estar dictando regulaciones para los centros laborales, los cuales pueden servir como centros de prevención o como centros de propagación. Un ministerio que debería estar concertando con organizaciones empresariales, procedimientos y medidas especiales, pues hasta una dirección de higiene y seguridad ocupacional tienen, simplemente brilla por su ausencia.
El Ministerio de Educación, deberíamos verlos a lo largo y ancho del territorio nacional orientando a educadores, padres y madres de familia. Sabemos que centenares de miles de niños, adolescentes y jóvenes se concentran día a día, en cada centro escolar. ¿Que si la niñez y los jóvenes tienen menos propensión a contraer la enfermedad? Es cierto. Pero, primero, merecen estar protegidos ya que no están inmunizados; segundo que pueden transformarse en portadores de contagio masivo.
Y el ministerio de salud, que debería estar a la cabeza, informando, orientando, actuando, lo que hizo fue publicar un comunicado declarando que en Nicaragua no se aplicará ninguna cuarentena y que los extranjeros que visiten el país y que no muestren síntomas pueden movilizarse libremente: Como que si la gente anda exhibiendo públicamente los síntomas. ¿Cómo pueden declarar que aquí no se necesitará cuarentena?
Otra maniobra siniestra que han hecho circular por las redes sociales, porque no hay duda de cuál es el origen de esa versión, es que ya están aquí los medicamentos que curan la enfermedad, diseminando de manera subrepticia que se trata de un medicamento cubano. Es una versión que circula principalmente en las redes del orteguismo. Falso de toda falsedad. Es un engaño que puede tener consecuencias fatales. Hasta ahora en ningún país, ni siquiera en los más desarrollados, se han descubierto vacunas o remedios. De lo contrario, imagínense si ya no estuvieran aplicando esas medicinas.
Cuando un piensa que ya llegaron al colmo, siempre nos sorprenden. Francamente no tienen límites. Y todavía se ponen a llamar a que la gente siga con normalidad en actividades turísticas, recreativas y de aglomeración.
La única explicación a esta actitud diabólica es la demencia. O tal vez es simplemente eso: una actitud diabólica.
Y no olvidemos que hay de por medio daños económicos que pueden agravar la situación del país y de la población. El centro de investigación FUNIDES divulgó un informe anticipando los posibles perjuicios que pueden derivarse tanto por factores externos, pues existe la amenaza de una recesión mundial, como por factores internos.
Por ejemplo, los precios de nuestras exportaciones ya comenzaron a bajar (café, oro, carne). Esto representa menos ingresos para los exportadores y amenazas al empleo. Además, con las afectaciones económicas en Estados Unidos, España, Panamá y Costa Rica, es previsible que las remesas familiares disminuyan. Ya sabemos el papel que cumplen las remesas, principalmente para las familias pobres. Y está el impacto en las inversiones, que ya vienen de capa caída, y en el turismo. De esta manera, a las amenazas a la salud se suma la amenaza de afectaciones mayores a la economía de las familias y de las empresas, aumentando el desempleo, el subempleo y la pobreza.
Pero bueno, mientras tanto, hagamos lo que esté a nuestro alcance. Lavarnos las manos con agua y jabón, lo más frecuentemente que podamos. Mantener distancia de al menos un metro de otras personas. Aislarse, en caso de presentar síntomas. Y bueno, buscar atención médica en caso de que los síntomas se agraven, por ejemplo, dificultades para respirar. Es lo que podemos hacer, ante la irresponsabilidad criminal de los cabecillas del régimen.
edmundo jarquin
Muy bueno Enrique. Crítico, y compasionado.