Si le creemos en las estadísticas del Banco Central, en el 2019 la tasa de inflación en nuestro país superó el 6%. Y en el 2018 fue del 4%.
¿Qué significa esto? Significa que los precios de los bienes y servicios que la población consume, esto es, la comida, el transporte, energía eléctrica, vivienda, vestuario, para indicar algunos, aumentaron en 10%, en promedio, en los últimos dos años, mientras los salarios permanecían congelados. Hasta aquí, ese dato para un ciudadano que no es economista no significa mucho.
Vamos entonces a exprimir esta información para que veamos cómo se relaciona con lo que la gente compra, o deja de comprar, aunque en realidad, para buena parte de la población sería más bien, lo que la gente come o deja comer. Porque la inmensa mayoría de los nicaragüenses apuradamente gana para comer.
La primera explicación es que ese aumento de precios es un promedio, pues todos sabemos que unos artículos subieron más de precio que otros. Por ejemplo, los alimentos se elevaron en un porcentaje mayor que la inflación promedio. Esto significa que para las personas de menores ingresos, que son la mayoría, el deterioro en su condición de vida fue mayor.
Mastiquemos un poquito más esto para ver cómo se afecta la mesa de las familias. Vamos a suponer que los ingresos de una familia fueron diez mil córdobas mensuales a lo largo del 2019. Utilizamos esta cifra para facilitar el ejemplo. Este trabajador ganaba 10 mil córdobas en enero del 2019, y al llegar diciembre seguía ganando los mismos diez mil córdobas. Puede ser un asalariado, un pequeño comerciante o un profesional.
Supongamos que a esta familia se le iban esos diez mil córdobas en comida, agua, transporte, electricidad, y otros gastos básicos del hogar. Los gastaba completitos.
Si la inflación fue de 6% en el 2019 significa que los artículos que compraba en enero con los diez mil córdobas, al llegar diciembre, con el aumento de precios, esos mismos artículos costaban, en promedio 10 600 córdobas. Si consideramos que, en general, los salarios han estado congelados los últimos dos años, como su salario seguía siendo de diez mil córdobas, ahora, en diciembre, no podía comprar todo lo que compraba en enero porque en conjunto era 600 córdobas más caro. Y si consideramos los dos años, serían, al menos, mil córdobas más caros.
¿Qué significa esto? Que esta familia tuvo que decidir si compraba menos frijoles, o menos arroz, o menos tortilla, o menos zapatos, porque no podía estirar los diez mil córdobas. En el ejemplo, esta familia, aunque no es acaudalada, es privilegiada en comparación con la mayoría de los nicaragüenses, sin embargo, su condición de vida desmejoró. Es decir, se empobreció.
Esto es lo que los economistas llaman deterioro del salario real. Es decir, la persona sigue ganando los mismos córdobas, pero esos córdobas ya no valen lo mismo. Tiene la ilusión de que sigue ganando lo mismo, pero eso es una ilusión porque con esos córdobas ya no puede comprar lo mismo. Esta familia de nuestro ejemplo ya no puede comprar, al finalizar el año, la misma cantidad de bienes que compraba al comenzar el año.
¿Y por qué se produce ese aumento de los precios? Por distintas razones. En el caso de Nicaragua solo anotemos tres evidentes: El aumento de las tarifas de electricidad, el aumento de los combustibles y los impuestos que Ortega descargó sobre las espaldas de empresas y trabajadores, en febrero del año pasado.
En conclusión, para quienes tuvieron la fortuna de conservar un empleo y sus ingresos, con todo y eso sus condiciones de vida empeoraron. Pero centenares de miles de cabezas de familia perdieron el empleo o cayeron en el subempleo. Para estas familias su situación es todavía peor.
En resumen, la inflación ha empobrecido a todos los nicaragüenses, excepto, por supuesto, la camarilla en el poder, que son dueños del negocio de los combustibles y de la electricidad y hacen charanga con el patrimonio público. Pero aquí, asalariados, profesionales, trabajadores por cuenta propia, empresarios, principalmente micros y pequeños, sufrimos en mayor o menor medida el impacto del aumento de precios. El asunto es peor si consideramos que la inflación acumulada en estos dos años suma 10% de acuerdo a las estadísticas oficiales, mientras los salarios han estado congelados.
Por supuesto, existen factores estructurales que están en la raíz de la pobreza crónica de más del 50% de los nicaragüenses, pero ese es tema de otro comentario.
Lo otro que nos debe quedar claro es que el actual deterioro económico y social tiene como causa fundamental la permanencia de Ortega en el poder y las crueles medidas económicas que impone: reformas a la seguridad social, mayores impuestos, elevación de las tarifas eléctricas, despojo a los pensionados del ajuste del 5% en sus pensiones, despojo a los trabajadores del estado del ajuste salarial del 5%.
Este es el contexto en que se iniciaron las negociaciones del salario mínimo y también el contexto en que presentó una interesante propuesta del COSEP destinada a preservar los ingresos reales de los asalariados.
Es importante que entendamos bien esto porque está directamente relacionado con los frijoles y las tortillas que nos comemos, o que dejamos de comer. En nuestro próximo comentario analizaremos si hay salidas viables a esta situación.
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