La camarilla gobernante por distintos medios ha dejado conocer que prepara un paquete de reformas electorales y una tanda de nuevos impuestos. En ambos casos se han producido reacciones de distintos sectores. Todavía no están claros los contenidos o alcances de estas presuntas iniciativas dictatoriales, ni siquiera está claro hasta donde se trata únicamente de amagos para distraer la atención. Y aquí es donde comienza nuestro análisis sobre el tema.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que con solo dejar caer estos ronroneos y hacerlos circular el régimen alcanza un primer propósito, que es, marcar la agenda de medios de comunicación y de espacios de opinión pública. Si solo se tratara de una finta, ya logró distraer la atención de otros temas relevantes. El más relevante de todos: los agobios económicos que padece la población a causa de la permanencia de Ortega en el poder y de las crueles medidas económicas que siguen castigando al pueblo nicaragüense. Además, está sondeando reacciones. Todo ello sin perjuicio de que efectivamente espere el momento oportunidad para descargar el hachazo.
Examinemos uno por unos ambos temas.
En el caso de las reformas electorales debemos partir de la convicción de que Ortega no tiene la más mínima intención de realizar elecciones honestas, por la sencilla razón de que las perdería. Como su designio invariable es permanecer en el poder a sangre y fuego, es natural que pretenda organizar una nueva farsa electoral al estilo del circo que montó en el 2016. Para este propósito necesita payasos que le acompañen, perritos amaestrados, monos, ilusionistas, bailarinas, trapecistas y malabaristas. Ya los tiene, pero seguramente quiere más.
Pero no basta con que Ortega tenga listo su viejo elenco de cirqueros porque ya todo mundo se sabe los gastados chistes de los payasos y las maromas de los monos. Necesita público que le compre las entradas y aplauda la función Es aquí donde puede inscribirse el amago de las presuntas reformas electorales.
¿Qué buscaría? Primero enredar a la OEA, al Consejo Permanente de esa organización y, en general, a la comunidad internacional. Pero las posibilidades de que logre creyentes en este campo son mínimas pues todos sabemos que la credibilidad del mandamás está pateada en el suelo.
La única posibilidad de vender entradas sería que actores nacionales con alguna credibilidad se monten a la comparsa del circo.
Y aquí tiene lugar el segundo comentario. Ortega buscará atraer a organizaciones políticas con el señuelo de las elecciones, con halagos o amenazas. De hecho, ya podemos ver las maniobras de algunos saltimbanquis, expertos ilusionistas, comenzando a maquillarse de opositores para ayudar a la comparsa.
No es preciso ser especialista en ciencias políticas o en asuntos electorales para preguntarse:
¿Esas presuntas reformas electorales de Ortega incluirían la conformación de un Consejo Supremo Electoral integrado por nicaragüenses honestos que aseguren la transparencia del proceso?
¿Esas presuntas reformas electorales de Ortega incluirían el voto de los nicaragüenses en el exterior?
¿Esas presuntas reformas electorales de Ortega incluirían la garantía de la libre organización y movilización de la población?
¿Esas presuntas reformas electorales de Ortega incluirían la flexibilización para la constitución e inscripción de nuevos partidos políticos o alianzas electorales?
¿Esas presuntas reformas electorales incluyen el desmantelamiento y castigo efectivo a fuerzas de choque y grupos paramilitares que intimiden, hostiguen o agredan a organizaciones políticas, simpatizantes y ciudadanía en general?
¿Esas presuntas reformas electorales incluirían la posibilidad de constituir alianzas electorales con su propia casilla e identidad electoral?
¿Esas presuntas reformas electorales incluirían amplias facilidades para la observación electoral nacional e internacional?
¿Esas presuntas reformas electorales de Ortega incluirían restablecimiento y el pleno respeto de las libertades y derechos ciudadanos?
Si estuviéramos en un examen escolar tendríamos que responder: Ninguna de las anteriores, porque, efectivamente, Ortega tendría que transformarse en otro. Tendría que nacer de nuevo para que, por su propia voluntad e iniciativa, concediera por sí y ante sí esas elementales condiciones.
Si estamos claros que Ortega lo que pretende distraer la atención, generar expectativas para ver qué actores nacionales o internacionales muerden el anzuelo y comenzar desde ya a montar su circo aparentando un ambiente preelectoral
¿Qué nos toca hacer? Claramente, no caer en el juego. Ortega no hará ninguna concesión unilateral. Establecer condiciones electorales para elecciones de verdad solo puede resultado de mayores presiones internas e internacionales. Así que, a seguir empujando la carreta.
En nuestro próximo comentario nos enfocaremos en las presuntas reformas fiscales.
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