El diccionario define la palabra coraje de la siguiente manera: “Actitud valiente, decidida y apasionada ante el enemigo o ante un peligro o dificultad.”
Pues bien, coraje es el que han demostrado los nicaragüenses, varones y mujeres, secuestrados por el régimen. A pesar de las torturas, el encierro, los malos tratos, el aislamiento y las privaciones, cada vez que pueden muestran su determinación de luchar en contra de la dictadura orteguista. Allí tenemos el ejemplo de coraje e intrepidez de los muchachos que rompieron y se encaramaron en el techo de la prisión y desde allí enarbolaron la bandera azul y blanco, mientras Yubrank Suazo, desde su celda, filmaba el acto desafiante, a sabiendas, todos ellos, que en la indefensión en que se encuentran solo les esperaban golpizas y sufrimiento.
Coraje es el que exhibieron las mujeres que se declararon en huelga de hambre, quienes en una parte de la carta que enviaron clandestinamente señalan “Llevamos meses secuestradas ilegalmente, viviendo constantes humillaciones, tratos crueles e inhumanos y en lugar de sentirnos representadas nos sentimos simples piezas en el tablero donde juegan los que tienen control político y económico…”. Con esta frase se referían a la mesa de negociación.
Pero, según el diccionario, la palabra coraje tiene un segundo significado: indignación, ira, enfado.
Y este tipo de coraje, es decir, indignación, provocan las declaraciones de jóvenes recién excarceladas quienes dijeron que el Nuncio llegó con el propósito de hacerlas desistir de la huelga de hambre. Y la verdad es que llama la atención que después de meses de encierro, el Nuncio tomara repentinamente la iniciativa de visitar a prisioneras y prisioneros. Yaritza Rostrán fue muy específica y declaró lo siguiente: “no se de parte de quién llegó pero nos parece que llegó de parte del gobierno llegó incitando a que no siguiéramos protestando, cosa que nos pareció absolutamente increíble”. Y es absolutamente increíble.
¿Cuál es el juego del Nuncio?
Coraje y valor también exhiben los excarcelados quienes, nomás abandonan la prisión, al llegar a sus casas y barrios, cobijados por la bandera azul y blanco, declaran su ánimo de persistir en la lucha por la libertad.
Coraje de la gente que espontáneamente salió a saludar los vehículos que trasladaban a los prisioneros. Corrieron a sacar sus banderas. Vimos incluso adolescentes, con su uniforme de colegio y con su bandera.
Coraje de las madres, esposas y familiares de prisioneros políticos, quienes, a pesar de las necesidades, penurias, adversidades y amenazas de los esbirros del régimen, persisten en sus denuncias y en las demandas de libertad.
Hay que reconocer también coraje a la dirigencia de la Unidad Azul y Blanco que, a pesar de las amenazas de los esbirros, plantaron cara, mantuvieron la convocatoria a la marcha del pasado sábado y salieron a la calle.
Asimismo, a quienes atendieron la convocatoria, pesar del cerco policial y de la salvaje represión que desataron las hordas represivas. Casi doscientos fueron a parar a las cárceles. Y allí fueron menores de edad, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, mujeres y varones. El desafío que plantearon al régimen también evidenció el agotamiento del régimen y señaló el camino a seguir.
Coraje es el que mostró el joven desconocido que, al ver como un policía cobarde, golpeaba con furia homicida a un joven, en el suelo y totalmente indefenso, de repente apareció con una silla que sabrá Dios de donde la sacó y se la estampó al policía en un intento desesperado por quitarlo de encima de su víctima. Cobardía de un lado, y coraje del otro, que retratan también el enfrentamiento del pueblo en contra de los verdugos.
Por supuesto, se quedan muchos episodios sin mencionar, pero los citados bastan como muestra del coraje que anima a los nicaragüenses.
Ortega y los esbirros de mayor de edad han visto estas escenas en otros tiempos. Vieron salir de las cárceles somocistas a prisioneros sonrientes y haciendo la señal de la victoria. Vieron gritar a los combatientes mientras la guardia los masacraba. Conocieron las huelgas de hambre en las cárceles del somocismo. Y saben, por experiencia propia, que las expresiones de hoy son evidencia de que la represión no pudo, ni podrá ya doblegar el espíritu de lucha.
Igual que Somoza no pudo derrotar ese coraje, tampoco ellos podrán. Lo único que pueden hacer, y es lo que están haciendo, es aumentar la cuota de sufrimiento del pueblo. Lo mismo que Somoza.
Saben que ahora, más que en abril y que en mayo y que en junio, el rechazo ha crecido en los nicaragüenses, y la decisión salir de la opresión. Ortega quema sus últimos cartuchos con las negociaciones, a ver qué logra rescatar. Pero son tan burdas sus maniobras que cada vez son menos los que se dejan engañar.
A Ortega le quedan pocas cartas por jugar. Aún la carta de la represión está desgastándose. La carta más fuerte del pueblo se llama coraje. Coraje para resistir. Coraje para persistir. Y coraje para ganar la libertad.
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