En ocasión del 40 aniversario del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el año pasado, escribimos que además de un hombre de acción, Pedro Joaquín fue un hombre de pensamiento. Un pensamiento patriótico, inspirado en la justicia social y con la democracia como principal estandarte. Cuando se leen sus editoriales o sus escritos o sus entrevistas uno va de sorpresa en sorpresa al constatar su lucidez, coherencia, agudeza, contundencia y, en muchos casos, su capacidad visionaria.
Un visionario de tal vuelo que sus palabras y frases parecieran escritas para el momento actual.
Al acercarse un aniversario más de su martirio, como homenaje a su memoria vamos a compartir, en estos días, fragmentos de su pensamiento visionario. Comenzamos con uno que él tituló “Persistencia del pasado”. Aquí va:
“Países vecinos al nuestro progresaron muchas veces más que nosotros en los años de 1930 a 1960, no sólo en el orden espiritual, sino en el orden material. ¿Por qué…?
…Se pregunta. Y el mismo Pedro Joaquín se responde:
“Porque nuestros administradores, autócratas, fueron incapaces por una parte de romper con el pasado, y por otra de administrar bien el presente. Aquel es un pasado que nos sobrevive y nos hunde, un pasado que hace imposible el progreso, un pasado contra el cual debíamos unirnos todos los nicaragüenses, para no cosechar en nuestra propia esfera de acción, los mismos resultados que en la suya obtuvieron los regímenes dinásticos, para desgracia de Nicaragua. Ellos, como nosotros, son hijos del pasado; pero ellos se han quedado mirando hacia la Sodoma que fue el pasado, y por eso abordan el presente sin moverse, sin progresar, convertidos en sal. Nosotros no debemos de mirar hacia atrás. Al contrario, debemos dejar nuestro pasado hundido en la oscuridad y comenzar a comprender también, por qué quienes no hacen eso pertenecen ya al pasado.”
Como podemos notar, con solo que cambiáramos la fecha y ese párrafo se aplica perfectamente al momento actual.
Es que Ortega colocó el tren de la historia rumbo al pasado y recogió, y recoge, las peores lacras de ese pasado. Despotismo. Corrupción. Violaciones a la Constitución. Nepotismo. Prisiones, torturas, crímenes, persecución política. Fraudes electorales. Demagogia. Manipulación personal de las fuerzas represivas. Envilecimiento de la administración de justicia. Aplastamiento de la libertad de prensa…para citar algunos.
Por esta razón representa el pasado. El mismo pasado al que se refería Pedro Joaquín.
Y como él bien dice “Ellos, como nosotros, son hijos del pasado, pero ellos se han quedado mirando hacia la Sodoma que fue el pasado, y por eso abordan el presente sin moverse, sin progresar, convertidos en sal”.
La actual lucha del pueblo nicaragüense en contra de la tiranía de Ortega representa una oportunidad de saltar hacia el futuro. Es una oportunidad, no una garantía, pues llevamos dentro de nosotros el germen del pasado, con independencia de la edad, género o condición social. Un germen que debemos erradicar. De ahí la validez de la frase de Pedro Joaquín:
“Nosotros no debemos de mirar hacia atrás. Al contrario, debemos dejar nuestro pasado hundido en la oscuridad y comenzar a comprender también, por qué quienes no hacen eso pertenecen ya al pasado.”
¿Y qué significa en el momento actual dejar nuestro pasado hundido en la oscuridad?
En primer lugar, no transigir en nuestra lucha por recuperar la libertad. En el pasado, otros claudicaron y pactaron con el dictador de turno y quedaron enterrados en el pasado. También enterraron las esperanzas del pueblo. No podemos repetirlo.
Pero eso no es suficiente. Colocarnos de cara al futuro significa asumir nuestra cuota de responsabilidad ciudadana, individual. Fue un tremendo error, de muchos, apropiarse de frases tales como “yo no me meto en política” o, “a mí la política no me da de comer”, que llevaron al conformismo y a un yo-que-pierdismo que resultó fatal. Pues aconteció que la política importa. Y mucho. De la política dependen, a fin de cuentas, los empleos, las oportunidades, la seguridad social, el progreso y un largo etcétera. Naturalmente, no nos referimos a politiquería y politiqueros. Sino al significado genuino de la política, que es el compromiso con el bienestar general.
Asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas, ejerciendo y defendiendo nuestros derechos, significa también erradicar de nuestra mente que aquí hay salvadores mágicos, seres iluminados que nos van a sacar del atolladero. No más mesías ni caudillos de aquí en adelante.
Pero además significa transformarnos, nosotros mismos, en ejemplos de comportamiento ciudadano en todas las facetas de nuestra vida. Esto supone luchar día a día con nosotros mismos para ser portadores de cambio. Desde cómo se conduce un vehículo o una motocicleta. Qué hacemos con la basura cuando vamos en un bus. O, si somos comerciantes, qué hacemos con las pesas y medidas. Si nos copiamos o somos honrados en los exámenes, en el caso de los estudiantes. Cómo afrontamos las responsabilidades en el hogar. Si jugamos limpio en los negocios, o respetamos las opiniones o creencias de los demás. En fin.
Construir una #NuevaNicaragua supone no solamente salir del #régimen de Ortega. Construir una Nueva Nicaragua supone también nuevos comportamientos cívicos. En los liderazgos, de todo tipo; en las organizaciones, de todo tipo; y en cada uno de nosotros, como ciudadanos y como ciudadanas.
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