A lo largo del mes de diciembre se produjeron hechos de tal significación e implicaciones hacia el futuro, que resulta imperativo detenernos un poco para hacer un balance que nos permita visualizar lo que puede estar por venir.
Vamos a concentrarnos primero en el campo internacional.
Indudablemente, la aprobación de la #NicaAct es uno de estos hechos. Después de más de dos años de idas y venidas, la ley entró en vigencia con una característica resaltante: se aprobó por unanimidad, lo cual es evidencia de que los órganos de poder norteamericanos tienen una visión compartida sobre el régimen de Ortega. La decisión oficial del presidente Trump de declarar al régimen como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos es el punto culminante de ese consenso.
Lo trascendente de la ley es que además de su impacto político inmediato, desencadena un conjunto de efectos, procesos y severas consecuencias.
En el plano político, de imponerse sanciones a figuras prominentes de la camarilla gobernante se estremecerían los cimientos del poder, pues no todos están en disposición de irse al precipicio con Ortega, además de convulsionar las transacciones jurídicas y económicas con las empresas relacionadas con los eventuales sancionados. En el plano propiamente económico hay varias derivaciones: el deterioro del clima inversionista tanto para nacionales como para extranjeros; la degradación de la calificación de la economía, que afectará la capacidad de endeudamiento público y privado; y el golpe que podría significar la paralización de las operaciones de crédito del BID y el Banco Mundial.
El segundo hecho a destacar es el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, #GIEI, que se constituyó en el marco de un convenio suscrito por el gobierno de Ortega. En resumen, el informe responsabiliza al régimen por delitos de lesa humanidad, con Ortega a la cabeza.
Igual que el anterior, además de su impacto inmediato a nivel internacional, abre curso a otros procesos que incluyen la posibilidad de iniciar causas penales en contra de los responsables de los crímenes.
El tercer hecho es el lanzamiento del proceso tendiente a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, a partir de la petición oficial formulada por el Secretario General de la OEA al Consejo Permanente de esa organización. Se anuncia que la primera sesión se realizará en los primeros días del año.
Ortega ha respondido con manotazos que profundizan su aislamiento y su descrédito.
Expulsó a la misión de la Oficina de Naciones Unidas para Derechos Humanos. Estamos hablando de los representantes de la instancia de más alto nivel mundial en materia de derechos humanos. Más tarde expulsó a la Misión de Seguimiento, conocida como #MESENI, que representaba en Nicaragua a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Canceló la permanencia del #GIEI, y desautorizó cualquier visita de la CIDH. También se negó a recibir a los representantes de los gobiernos que forman parte del grupo de trabajo formado en el seno del Consejo Permanente de la OEA.
Expresiones del profundo aislamiento del régimen también son la cancelación de visitas programadas por Ortega a la Asamblea General de Naciones Unidas, a la Cumbre Iberoamericana realizada en Guatemala y a la toma de posesión del presidente de México, Manuel López Obrador.
Las conclusiones manifiestas de la anterior relación de hechos son las siguientes: Ante todo, que no estamos solos. La lucha del pueblo nicaragüense ha logrado despertar la conciencia, la solidaridad y la acción de la comunidad internacional, incluyendo gobiernos, organizaciones sociales, partidos políticos y medios de comunicación.
La segunda conclusión es el fracaso rotundo de la campaña de mentiras del régimen y de sus iniciativas de política exterior. Recordemos las múltiples entrevistas que ofreció a periodistas y medios de comunicación internacionales. Nadie le creyó.
Finalmente, que hay una suma de procesos en curso cuyos frutos coadyuvarán a la lucha del pueblo nicaragüense por liberarse de la dictadura, alcanzar la libertad y construir una nueva Nicaragua. No se trata de esperanzas infundadas. Se trata de realidades palpables.
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