Política y Realidades nacionales

Si nos detenemos nos aplastan

Hace algunas semanas, antes de la masacre del 30 de mayo, Zoilamérica Narváez Murillo concedió una entrevista al diario La Prensa, desde su residencia actual, en Costa Rica, donde vive realmente exiliada, nada más y nada menos que por su madre. Con toda seguridad, es una de las personas que mejor conoce a la pareja presidencial. Tiene fundadas razones para saber de lo que son capaces.

En esa entrevista, Zoilamérica, hijastra de Ortega, comparte algunas reflexiones que son claves para comprender el momento actual. Vamos a referirnos a dos de ellas.

La primera reflexión es sobre la concepción del poder de la pareja presidencial. Zoilamérica afirma lo siguiente: “Desde un pensamiento mágico, desde un pensamiento seudorreligioso, mesiánico, ellos se han venido justificando a sí mismos ser dueños de Nicaragua y ser los elegidos para estar al frente del país”.

Y agrega…

“Se equivocaron creyendo que el pueblo iba a aguantar siempre y que el sometimiento del pueblo iba a ser eterno. Esa creencia solo es posible dentro de ese pensamiento mesiánico que hay en ellos…todas las reacciones que hemos visto es la de los dioses heridos…el pueblo les ha venido diciendo con cada protesta, esta es la realidad, Nicaragua no es de ustedes… y por supuesto que no vamos a encontrar una respuesta con lógica política. Vamos a encontrar una respuesta mesiánica, de la arrogancia propia de quienes se han autoerigido como los dioses…ellos están viviendo este momento como “dioses heridos” y “son capaces de todo por no dejar el poder”.

A decir verdad, están reaccionando como demonios heridos. Porque su respuesta es demoníaca. Diabólica.

De esta primera reflexión sobre la concepción del poder de la pareja presidencial se desprende la explicación sobre la política que siguen frente a la insurrección cívica del pueblo. No les importa matar niños, mujeres o ancianos. No les importa provocar sufrimiento, desempleo, quiebra de empresas. No les importa el respeto a la ley, la opinión pública internacional, el desplome de la economía nacional. Nada les importa. Arman a delincuentes, mienten, alientan la toma de tierras.

Igual que Anastasio Somoza García. Igual que Anastasio Somoza Debayle, Ortega también cree que Nicaragua es su finca. Y los nicaragüenses le dijeron. No señor. Nicaragua no es su finca y nosotros no somos sus mozos. Y ese desafío a su concepción mesiánica de poder provocó su diabólica reacción.

Pero hay otra reflexión categórica que expresa Zoilamérica: “Si nosotros nos detenemos en este momento ellos nos van a aplastar. Si nos detenemos ellos van, a continuar y a agravar el abuso de poder como una lección a quienes hemos salido en desobediencia”..

En otras palabras, la actual lucha de los nicaragüenses es una lucha por la libertad, por la justicia, por la democracia, por tener un mejor país. Pero cada día se transforma más y más en una lucha por la sobrevivencia. Si nos detenemos, nos aplastan. Ni los indiferentes pueden escapar a la sed de venganza de Ortega. Y es lo único que le queda, la sed de venganza pues el único poder que conserva es el poder de provocar más sufrimiento y más daño al país. Nada constructivo puede salir ya del búnker de El Carmen

Ortega sabe que ya no puede gobernar este país. Con tantos muertos, con tantos heridos, con tantos prisioneros políticos, con tantos torturados, con tantos desaparecidos, con tantos perseguidos, con el pueblo entero enfrentado a él…jamás podrá gobernar este país…jamás podrá recuperar lo que consideraba su finca. Por eso impone la política demencial de tierra arrasada.

Pero cada golpe represivo de sus fuerzas diabólicas, provoca más indignación, más repudio, más decisión.

La gente no ha dejado de resistir.

La más reciente demostración masiva la presenciamos el pasado sábado. Fue realmente conmovedor ver a miles y miles de nicaragüenses alzándose por encima del miedo y coreandoc la consigna: que se vayan. Pudimos ver de nuevo a mujeres de todas las edades, hombres de todas las edades, niñas y niños. Otra vez, a pesar de las amenazas y del peligro, marchando solamente cobijados por la bandera azul y blanco.

Lo hemos dicho en otras ocasiones. Aunque para el pueblo se trata de una resistencia cívica. Para Ortega y su mafia terrorista es una guerra. Pero es una guerra que no pueden ganar. El pueblo tomó su decisión. Y ningún tirano, por muy terrorista que sea puede derrotar a un pueblo decidido.

Y hoy el pueblo demostrará una vez más su decisión. Y la demostrará el sábado. Y la seguirá demostrando hasta que Ortega y su régimen pasen al basurero de la historia.

Ciertamente, la lucha del pueblo nicaragüense es una lucha por la libertad. Pero el terrorismo de Ortega la convierte también en una lucha por la sobrevivencia. O es Ortega y su mafia terrorista. O es el pueblo nicaragüense. Así de sencillo y así de trágico.

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