En los primeros días de la crisis, publicamos en la página de opinión del diario La Prensa un artículo con el título “La estrategia del régimen”. La verdad es que no era preciso ser adivino para visualizar las estrategias que ejecutaría la mafia gobernante, bastaba un poco de sentido común para anticipar sus acciones.
En ese comentario, afirmábamos lo siguiente:
“Obviamente, parte central de la estrategia es la manipulación del diálogo.
Vamos a repetirlo. Para Ortega la política es la continuación de la guerra por otros medios. Como en toda guerra, su propósito es la derrota de sus enemigos, y para él, los enemigos somos los opositores.
Todos debemos estar claros que para Ortega el diálogo no es un instrumento para promover convivencia democrática. Más bien, es parte de su arsenal de guerra. Recordemos cuánto sirvieron a Nicolás Maduro los parapetos de diálogo, que utilizó como recurso para ganar tiempo y afianzarse en el poder.
Si a Maduro le dio resultado ¿Por qué Ortega va a hacer algo distinto?
¿Cuál es su objetivo con el diálogo? Ganar tiempo mientras mete ruido y confusión, emprende negociaciones paralelas, y busca dividir a los opositores y desmovilizar a la población. Buscará rompernos la moral e infundirnos espíritu de impotencia y frustración. En simultáneo, procurará apaciguar a la comunidad internacional con el cuento de que ya los nicaragüenses estamos resolviendo nuestras diferencias.”
Si repasamos las maniobras de la mafia gobernante confirmaremos que han ejecutado todas las acciones que estaban anticipadas. Su última artimaña fue solicitar tiempo para reflexionar, ante el planteamiento que le llevaron los obispos.
¿Tiempo para reflexionar? Después de más de cincuenta días de crisis y más de 130 muertos a manos de las turbas diabólicas… ¿Tiempo para reflexionar?
Además, la agenda de democratización se presentó desde hace más de tres semanas. Es más, sus representantes en el diálogo ya habían aceptado discutirla, mediante el acuerdo que se aprobó el 28 de mayo.
¿De qué se trata entonces? Evidentemente Ortega sigue ejecutando su estrategia de ganar tiempo, provocar desgaste y seguir sembrando el terror en la población.
No obstante, a contrapelo de las pretensiones del régimen, al impulso del diálogo se produjeron tres hechos que no estaban en el libreto de Ortega Se configuró la alianza entre estudiantes, campesinos, empresarios y sociedad civil. Alianza que debemos fortalecer. Se adoptó una agenda de democratización compartida. Agenda que debe consolidarse. Y se robusteció la fuerza moral de los obispos, a quienes debemos seguir apoyando.
Ninguno de estos hechos estaba en el libreto de Ortega.
En el mismo comentario que estamos rememorando, anotamos el siguiente párrafo:
“Naturalmente, intentará preservar intactos sus aparatos represivos, actuará selectivamente en contra de liderazgos, locales o nacionales, que considere más peligrosos y se preparará para contra atacar cuando identifique el momento oportuno. Por consiguiente, debemos anticipar los más arteros y siniestros planes dirigidos, si pueden, a reimplantar el miedo.”
Así han procedido. La embestida más siniestra, la más diabólica, hasta ahora, fue disparar indiscriminadamente a la marcha pacífica del día de las madres. Un ataque cobarde ante gente indefensa que incluía niños, niñas, ancianos, ancianas, familias enteras.
Por fortuna, los planes de Ortega tampoco en este campo han resultado exitosos. Igual que se equivocó al inicio de la crisis, cuando calculó que rajando cabezas y sacando sus turbas a las calles, con el resguardo de la policía, todo se resolvería.
Pero el pueblo nicaragüense a esas alturas había agotado su paciencia ante los desmanes y gritó ¡Basta!. Resistió y sigue resistiendo a pesar de la estrategia de terror y de desgaste. El pueblo perdió el miedo y es unánime en la exigencia: ¡Que se vayan!
La tragedia es que la estrategia de terror del régimen, el pueblo nicaragüense la paga con sangre, luto y dolor.
Finalmente, en el mismo comentario decíamos:
El punto del que debemos partir es que NO enfrentamos un grupo con un proyecto político o ideológico. Se trata de un grupo mafioso aferrado al poder y dispuesto a seguir puntualmente la consigna dictada en su momento por el finado Tomás Borge: “Podemos pagar cualquier precio, digan lo que digan, hagamos lo que tengamos que hacer. El precio más elevado sería perder el poder”.
Sin embargo, con su heroica resistencia, el pueblo nicaragüense está derrotando la estrategia del régimen y está dándole vuelta a la fatídica sentencia dictada por el finado Borge. El pueblo con sus acciones y con su resistencia pacífica está proclamando: Hagamos lo que tengamos que hacer, Ortega debe irse del poder. El precio más elevado sería que Ortega siga en el poder.
¡Nicaragua volverá a ser república!
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