En el presente, una de las instituciones sociales sometidas a mayor asedio es la familia. Hay razones económicas, sociales y culturales entre las causas de ese asedio. También hay polémicas, principalmente originadas por concepciones ideológicas.
Citemos por ejemplo factores de carácter económico: el desempleo, el subempleo y el deterioro de las condiciones de vida de buena parte de los nicaragüenses se encuentra en la raíz de las migraciones hacia el exterior. Esas migraciones, a su vez, son causa de la desintegración de las familias. O se va el padre, o se va la madre, o se van ambos. Los hijos quedan sin sus progenitores.
Pero también la desintegración de las familias que algunos encubren con la denominación de “factores culturales”. Estamos hablando del machismo. La violencia intrafamiliar, bien sea en contra de la mujer o de los hijos, es otro factor de desintegración.
Los embarazos en adolescentes en Nicaragua registran índices que se encuentran entre los más altos del mundo. Estos embarazos que tienen causas multidimensionales, engendrados por el sistema prevaleciente, a su vez originan familias precarias o mutiladas, y las condiciones para la reproducción del ciclo.
¿Qué consecuencias tiene la desintegración de las familias?
Vamos a referirnos a una de ellas que es la reproducción de la pobreza.
Un reciente artículo que publicó el diario norteamericano New York Times, informa sobre un conjunto de estudios que demuestran cómo la cohesión de las familias contribuye a mejorar el aprovechamiento de las oportunidades de educación y el desempeño en las actividades laborales de las personas.
Los estudios que cita el diario se realizaron por prestigiadas instituciones académicas y también por instituciones gubernamentales norteamericanas.
En resumen, un joven, o una joven para salir adelante, si es técnico o profesional requiere disponer de las destrezas inherentes a su ramo de especialidad. Esto es, si es ingeniero, médico o abogado, debe dominar las destrezas básicas de la ingeniería, la medicina, o el derecho, según el caso.
Pero por encima de estas destrezas lo fundamental son habilidades que usualmente se forman en el seno familiar y no en los centros de estudio.
El artículo del diario cita la siguiente frase: “La perseverancia, la laboriosidad, la firmeza, la resistencia, la diligencia, así como el autocontrol, la autodisciplina contribuyen de manera significativa al éxito en la edad adulta y al ascenso social”.
También se reseña un trabajo del economista, ganador del premio nobel, James Heckman, cuya conclusión es la siguiente:
“Un factor clave para determinar las perspectivas de futuro de un niño es si crece en una familia con un solo progenitor o con ambos, la brecha también se hace evidente en los entornos de los hijos con una mujer con más educación y los entornos de los niños de mujeres con un nivel de educación bajo”.
De esta manera se genera un círculo vicioso: “familias disfuncionales perpetúan las desventajas al crear barreras para el desarrollo de habilidades claves. Estas desventajas a su vez disminuyen drásticamente el acceso a mayores niveles de educación. La falta de educación superior, por su parte, reduce las oportunidades en la vida, incluyendo la posibilidad de conseguir recursos materiales adecuados y una estructura familiar estable para la siguiente generación”.
Algunos de ustedes pueden estarse preguntando ¿y eso qué tiene que ver con Nicaragua si se trata de estudios relacionados con familias norteamericanas?
Pues resulta que en días recientes se realizó un foro sobre educación y desarrollo, organizado por el Instituto de Ética y Valores, dirigido por el Doctor Alejandro Serrano Caldera. En el evento, el director de FUNIDES, Juan Sebastián Chamorro presentó un estudio que realizaron en Nicaragua, en el que participaron aproximadamente cien directores de recursos humanos de otras tantas empresas.
¿Qué dice el estudio? Que la mayor causa de que los solicitantes de empleo no sean contratados es que carecen de las competencias requeridas. ¿Y cuáles son esas competencias? Que sea honesto, que cumpla con las normas básicas de la empresa; que demuestre entusiasmo por el trabajo o actividades que realiza; que sea capaz de atender las recomendaciones de sus superiores; que demuestre capacidad para el trabajo en equipo.
Como podemos observar se trata principalmente de conductas y de valores, más que de habilidades técnicas.
Según el mismo estudio, las principales causas de los despidos tienen que ver con razones similares. También la investigación de FUNIDES revela que hogares encabezados con padres y madres de familia con mayor nivel educativo tienen mayores probabilidades de salir de la pobreza.
Por supuesto, al abordar la dimensión familiar de ninguna manera significa que estemos excluyendo la incidencia que tiene el sistema económico, político y social en que se inscriben personas y familias. O la responsabilidad del Estado en el sistema educativo. Sencillamente hemos colocado el lente en uno de los factores. Es evidente que existen factores estructurales en el origen y reproducción de la pobreza.
En conclusión, según el artículo del New York Times y la investigación de FUNIDES, el nivel educativo de los progenitores y la estabilidad de las familias son factores decisivos para formar capacidades, desde la niñez, que habilitan a mejorar el desempeño en los estudios y en el ámbito laboral. Obviamente, se trata de tendencias no de reglas absolutas.
La pregunta clave es cómo se puede contribuir a la cohesión y estabilidad de las familias. Pero ese es tema para otro debate.
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