Un régimen dictatorial, por su propia naturaleza, se caracteriza por el empeño en mutilar, sofocar o aniquilar los derechos y libertades ciudadanas. Y aplica la represión de acuerdo al grado de miedo que le provoca la resistencia de sus opositores o de la fortaleza que estos tengan. La libertad de reunión, la libertad de organización y la libertad de movilización forman parte de los derechos que rápidamente son mutilados. Pero una de las libertades que a toda costa se esmeran en coartar es la libertad de información y la libertad de prensa.
¿Cuáles son los propósitos que persigue un régimen dictatorial al anular esta libertad? Primero, evitar que la información circule. Por ejemplo, el año pasado el poblado de Mina El Limón fue militarizado, se impuso de hecho el estado de sitio y no se permitió ingresar a ningún medio de comunicación, ni a ninguna persona proveniente de fuera del poblado. El resultado es que el resto de los nicaragüenses no supimos exactamente lo que ocurrió en Mina El Limón. Así, mientras menos información llegue a la gente, menos capacidad tiene de reaccionar.
Otro objetivo es evitar críticas o cuestionamientos a su gestión. Esto le permite ocultar sus fracasos, ocultar la corrupción y ocultar sus desmanes. ¿Cómo lo han logrado? Acallando, comprando o intimidando a los dueños o conductores de los espacios de opinión, a los noticieros y medios de comunicación.
Finalmente, controlar los medios informativos le permite desarrollar sus campañas de propaganda, vendiendo mentiras como verdades, denigrando organizaciones y personas, o simplemente manipulando los sentimientos o emociones de la población.
En las dictaduras clásicas los mecanismos eran más grotescos: leyes de censura, clausura de medios y aún su destrucción material. Los regímenes dictatoriales del presente disponen de otros instrumentos. Es el caso del régimen de Ortega.
Parece mentira pero probablemente Ortega ejerce mayor control sobre los medios de comunicación que el mismo Somoza, a pesar de que no hay ley de censura. Solo recordemos cuántas radios independientes funcionaban durante el somocismo. Y de los canales de televisión que existían en la época, uno de ellos, el canal 2, era un medio independiente.
¿Cómo alcanzó Ortega este control de los medios de comunicación? Fundamentalmente acudió a una modalidad aparentemente inofensiva: los compró en operaciones comerciales, de manera directa o por la vía de testaferros. Otro mecanismo es ahogarlos económicamente al negar, por ejemplo, la publicidad del Estado. Pero también utiliza la intimidación y el chantaje. Y cuando las circunstancias se lo han permito no ha tenido reparos el cierre y retención de los equipos como ocurrió hace pocos meses con la Voz de las Mujeres en Nueva Segovia, o el ametrallamiento de los equipos en Radio Darío, en León. También ha clausurado pequeñas empresas de cable en municipios y departamentos.
De esta manera hemos llegado al punto en que solamente sobreviven tres medios de comunicación de alcance nacional: Radio Corporación, el diario La Prensa, el periódico digital Confidencial.
Pero para Ortega no es suficiente. Necesita controlarlo todo. Así que recientemente ha desatado una campaña feroz en contra de los medios de comunicación independientes. Sin embargo, en lugar de hacerlo de manera directamente, se sirve de esbirros.
Para evitar confusiones compartiremos cómo define el diccionario la palabra esbirro. Esbirro, según el diccionario es la persona que, a cambio de dinero, realiza las acciones violentas o amenazas que se le ordenan. Específicamente el diccionario de la real academia de la lengua define esbirro de la siguiente manera: Secuaz a sueldo o movido por interés.
Hemos observado entonces el acoso, la amenaza al diario la Prensa y al periódico Confidencial, y ataques personales a periodistas como el jefe de información del diario La Prensa, Eduardo Enríquez, o al director de Confidencial, Carlos Fernando Chamorro.
Se trata de una campaña destinada a intimidar. A sembrar el odio. Y a socavar las bases económicas que sostienen a esos medios de comunicación.
Estamos obligados a expresar nuestra solidaridad con los medios de comunicación independientes y con los periodistas que hoy sufren el asedio. Porque estemos claros, la libertad de expresión no es asunto que concierne solamente a los periodistas y a los propietarios de medios de comunicación. Absolutamente No. La libertad de prensa y la libertad de expresión es un derecho ciudadano que debe importarnos a todos.
Manifestamos pues nuestra solidaridad con los periodistas Eduardo Enríquez y Carlos Fernando Chamorro, y con los medios que hoy son víctimas de la campaña artera del régimen y hacemos un llamado a la ciudadanía a pronunciarse en defensa de nuestro derecho a la libertad de expresión. Una idea concreta sería organizar un comité nacional de defensa de libertad de expresión que sirva como mecanismo de denuncia y de respaldo a los medios de comunicación independientes.
jorgehjimenez
Reblogueó esto en Socialismo en un nuevo siglo.