En días recientes, mientras revisaba una colección de ejemplares del diario La Prensa, tuve la fortuna de encontrar un extraordinario editorial de fecha enero de 1979. ¿A qué se refería ese editorial? A la unidad de la oposición frente al somocismo.
Sabemos que, en el presente, una de las mayores preocupaciones de la población que adversa al régimen de Ortega es cómo lograr la unidad de la oposición. Las enseñanzas que se desprenden del lúcido y esclarecedor análisis contenido en el escrito mencionado deberían ser útiles a todos los que estamos empeñados en rescatar la democracia.
Cuando el editorial fue escrito eran momentos de extrema polarización, represión y violencia: Las vísperas de la conmemoración del primer aniversario del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Recién había pasado la insurrección de septiembre de 1978. Y la dinámica política estaba marcada por espinosas negociaciones con el somocismo, con la mediación de la OEA, de un lado, y, por el otro, un verdadero baño de sangre que se extendía a lo largo y ancho del país.
En este escenario, donde los protagonistas civiles también arriesgaban la vida cada día, con todo y eso persistía la división. Así, al describir la situación de la oposición el editorial dice lo siguiente: “…hemos observado en las últimas semanas una alarmante, y repudiable vendetta política entre algunos sectores políticos opositores y un lamentable deterioro del proceso unitario…”
¿A qué causas atribuye el editorialista el miope sectarismo que prevalecía en circunstancias tan apremiantes y trágicas? Anotemos algunas y comparemos con el presente:
• Auto-sobreestimación de las propias fuerzas, en comparación con los otros grupos políticos. Cada grupo político presumía –en el presente igual- de ser más fuerte o representativo que los otros, y muestra una tendencia a subestimarlos y arrogarse más peso en la toma de decisiones. Obviamente, esa subestimación es fuente de resentimiento y de conflicto
• Una evaluación equivocada de las condiciones y posibilidades políticas del país. Cada grupo tenía su propia lectura de la realidad. En el momento actual esta es también una causa relevante. Si unos grupos políticos consideran que enfrentamos una dictadura y otros que vivimos una democracia imperfecta que solo requiere ser ajustada ¿cómo pueden articularse estrategias? Es muy difícil.
• Resabios políticos caudillescos y falta de comprensión y tolerancia sobre el verdadero pluralismo.
• En otras ocasiones –señala el escrito-, y es este el más injustificable de los casos, son rencillas y animosidades personales, las que se han antepuesto a la necesaria unidad opositora. Resulta increíble constatar -agregamos nosotros- cuánto influyen las pequeñeces, envidias e inquinas personales en el desempeño de organizaciones y alianzas políticas.
• La confianza ilimitada de unos grupos en que poderes extraños nos liberen de Somoza, o se produzca un milagro político. En las circunstancias actuales, la Nica Act, por ejemplo, o el involucramiento de la OEA, o los afanes meramente voluntaristas, alientan ese tipo de controversias..
• Desconfianza sobre los objetivos políticos de los otros grupos.
• Las artimañas e intrigas de Somoza y sus agentes. Cambiemos el nombre de Somoza por Ortega y quedamos en las mismas.
El párrafo final del editorial encierra una contundente lección para los protagonistas de hoy:
“En los extremos de esas conductas sectarias, a veces pareciera que los esfuerzos están más dirigidos a desgastarse entre aliados, o posibles aliados, que a combatir al enemigo común…Esas tendencias sectarias y divisionistas deben ser combatidas firmemente. Porque al fin de cuentas el pueblo está unido y no es posible que esa unidad, y las inmensas posibilidades de liberación que encierra el momento actual, se frustren, porque el peso del pasado en unos, y una equivocada evaluación de las posibilidades del futuro en otros, los lleve a conductas que objetivamente contribuyen a prolongar los tormentos del somocismo”.
Lúcidas enseñanzas que deberíamos asimilar para enfrentar con mayor sensatez los desafíos del presente.
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