Circuló profusamente en las redes sociales y después en los medios de comunicación un video filmado por la periodista Jessilett Henríquez sobre la salvaje agresión que sufrió el joven Kener Conrado Arias, en Bluefields, por parte de una pandilla de policías. Kener es estudiante de ingeniería ambiental en una universidad costeña.
El video llevaba al día de hoy martes más de un millón de visualizaciones. Significa que más de un millón de nicaragüenses son ahora testigos de la brutal agresión. En el video, que cualquiera puede ver, se observa al joven pidiendo tímidamente una orden judicial ante el allanamiento de que era objeto su vivienda familiar. Este es un derecho ciudadano legítimo. Un derecho elemental: pedir a la policía la orden judicial que justifique el allanamiento de un hogar.
Ante el tímido reclamo del joven, el oficial que aparentemente comandaba el operativo, primero lo agrede verbalmente con actitud intimidatoria. Después el joven es sometido a una agresión brutal, a pesar de encontrarse en total estado de indefensión.
Las escenas provocan indignación porque este joven por pura casualidad no fue desnucado. Por pura casualidad no sufrió una lesión con daños irreversibles.
El joven Conrado denunció que, además de la agresión que sufrió en público, posteriormente, estando ya a solas con sus agresores en la estación policial, la golpiza continuó.
Primero allanamiento. Después vapuleado. Luego se lo llevaron preso. Y nueva golpiza..
Es un hecho grave que la policía allane una vivienda sin orden judicial. Y es más grave que estos hechos se repitan cada vez con mayor frecuencia.
Es un hecho gravísimo que la policía mortifique a ciudadanos indefensos, abusando de su poder. Si fueran episodios aislados preocuparían, pero debe provocar la alarma de todos que comiencen a menudear las denuncias de torturas y muertes a causa de golpizas policiales.
No vayamos muy largo. La semana anterior se denunció la muerte de Juan Antonio Aguilera, en la estación policial de Ciudad Sandino. Un tiempo atrás la desgracia tocó a la familia del joven Brandon Hernández Gómez, en Niquinohomo, quien también falleció a causa de una golpiza policial.
Pero aquí lo más peligroso son las expresiones que aparecen en el video, del oficial que comandaba el operativo. El oficial afirma lo siguiente: “La policía entra donde sea y después convalida”. Muy parecida a aquella famosa frase de los tiempones del somocismo: la guardia lee como quiere.
Esta declaración pública retrata con nitidez la descomposición del cuerpo policial.
El oficial no tiene el menor empacho en hacer esa declaración pública porque se siente por encima de la ley. Se siente en total impunidad.
El oficial de policía hace esa declaración porque sabe que será protegido por sus jefes. Y sabe que será protegido por sus jefes porque hay entre los mandos policiales oficiales que piensan como él: que están por encima de la ley y que el régimen al que sirven les concede total impunidad.
Quedan como una burla siniestra las disposiciones contenidas en la flamante Ley de Organización, funciones, carrera y régimen especial de seguridad social de la policía nacional. Así se llama la nueva ley de la policía.
Escuchemos qué dice el artículo 2 de esa ley: La Policía Nacional tiene por misión en todo el territorio nacional, proteger la vida, la integridad y la seguridad de las personas y sus bienes; y el libre ejercicio de los derechos y libertades de las personas…
Señores…no cumplen con su misión al vapulear a ciudadanos indefensos y violentar las leyes que regulan su actuación…
Ahora leamos lo que dice el artículo 5 de la misma ley:
La Policía Nacional como una institución surgida del seno popular, pretende un reconocimiento permanente de la sociedad, una alta legitimidad social, constituirse en una entidad moderna, eficiente, profesional y en permanente transformación, con clara vocación de servicio, altos valores humanos, íntima vinculación a la comunidad, respetuosa de los derechos humanos…
¿Creen ustedes señores mandos de la policía nacional que la impunidad ante estos abusos les permitirá ganar la más alta legitimidad social?
Anotemos los principios que se supone son los fundamentos del quehacer de la policía:
- El ser humano es el centro y razón de ser de la actividad policial, por tanto constituye un elemento transversal en nuestro modelo policial, el respeto profundo al ser humano y a su dignidad; la protección y defensa de sus derechos inalienables, su vida, seguridad, libertad y demás garantías consagradas en la Constitución Política y en especial la defensa y protección a los derechos de la mujer, niñez y adolescencia.
- Respetar el honor y la dignidad de las personas, velando por su vida e integridad física y psíquica, especialmente cuando se encuentren detenidas, observando y cumpliendo en todo momento los trámites, plazos y requisitos establecidos por la Constitución Política y las leyes.
Eso dice la ley.
¡Pues cúmplanla señores!
Nos consta que hay policías profesionales, respetuosos y dignos de todo respeto. Es de interés de todos que en el cuerpo policial esos oficiales sean mayoría e impongan su sello en las actuaciones policiales. Nuestra obligación es alentar ese comportamiento respetuoso de la ley y de los derechos ciudadanos. Pero también nuestra obligación, la obligación de todos, es denunciar los abusos. Exigir que se respeten nuestros derechos. Nadie puede considerarse inmune a ser víctima un mal día de un abuso policial. O algún familiar.
No podemos resignarnos a tener una policía que actúe como la guardia somocista.
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