Política y Realidades nacionales

Me despido del sandinismo para abrazar a Sandino

Sandino

Hoy 18 de mayo se conmemora el natalicio de Augusto C. Sandino, el General de Hombres Libres.

Desde distintas posiciones, de Pedro Joaquín Chamorro a Carlos Fonseca; o de Pablo Antonio Cuadra a Ernesto Cardenal, para citar a cuatro nicaragüenses de pensamientos diversos, se ha reconocido que Sandino es uno de los símbolos de nuestra nacionalidad.

Preciso es también reconocer que hay quienes adversan su memoria. Posiblemente, buena parte de esas aversiones tengan su origen en el desconocimiento, o en las desfiguraciones que en el transitar de nuestra historia, ha padecido la figura de Sandino.

Transcribiré algunos párrafos escritos por Pedro Joaquín Chamorro, fíjense bien, en 1963, cuando el Frente Sandinista se reducía a unas siglas: “Dígase lo que se quiera de él, Sandino es el más grande héroe de nuestra Patria en los tiempos modernos y su memoria debe de ser guardada con cariño en el corazón de todo nicaragüense. Sandino representa la rebeldía de un pueblo y su gesta gloriosa en las montañas de las Segovias, ha dado a Nicaragua nombre y prestigio en el mundo entero”.

Y en 1970, en otro editorial publicado en el diario La Prensa, Pedro Joaquín afirmaba “Así como es natural que en el aniversario de un hombre ilustre, trate de revivirse su memoria, también es natural que los culpables de su muerte traten de matarla o que los partidarios o sirvientes de quienes cortaron su vida, intenten cortar su recuerdo. Eso está pasando este año con Augusto C. Sandino, auténtico héroe nicaragüense, General de Hombres Libres, y orgullo de nuestra Patria, a quien mientras todo el país reconoce como el exponente más alto de su bravura y de su independencia en el siglo presente, tratan de matar de nuevo, quienes lo mataron físicamente. Era de esperarse semejante cosa. Era de esperarse que así como ayer el fusil artero mató a Sandino, hoy la pluma de quienes manejaron aquel fusil intentara echar lodo y suciedad a su memoria”.

Pedro Joaquín, en este editorial titulado “Quieren otra vez matar a Sandino” aludía a los intentos del somocismo por denigrar al héroe y enturbiar su gloria mediante la calumnia y el oprobio.

Pero hay otra forma de denigrar la memoria de Sandino. Más marrullera y falaz. Consiste en confiscarlo, apropiarse de la gesta del héroe y a la vez pisotear su ideario. Manipular su imagen con discursos, pero esconder sus principios. Su fortaleza ética. Su conducta política.

Este es el camino que ha seguido el orteguismo.

La patria es un proceso de construcción social que se va abonando con ilusiones compartidas y con ilusiones rotas, con episodios gloriosos y con penurias, con ideas, con tragedias, con alegrías y con tristezas. Así se va moldeando el sentido de pertenencia. Así se va amasando el sentimiento de nación.

Pero se atenta en contra de ese edificio en perenne construcción cuando se adopta una posición facciosa. Y hay que decirlo con todas sus letras, la revolución sandinista tuvo entre una de sus consecuencias fracturar la sociedad cuando la partió en sandinistas y antisandinistas, fijando como frontera la bandera de Sandino.

Pero bueno, son procesos y episodios políticos que no pueden modificarse desde el presente. Se produjeron y hay que asumirlos con sus luces y con sus sombras. Pero la herida está todavía viva, aunque cicatriza en penoso tránsito.

Con heridas todavía vivas, el orteguismo escogió la peor ruta. Siguió enarbolando la bandera de Sandino pero profana su memoria al vaciar su ideario, esconder su estirpe ética y desfigurar su práctica política.

Dictadura en lugar de democracia, mientras Sandino fue a la guerra en defensa de la Constitución. Mientras Sandino fue a la guerra por defender la soberanía, el orteguismo la entrega en una concesión vendepatria. Corrupción en lugar de honradez, mientras Sandino jamás se echó un centavo a la bolsa. Alianza con los oligarcas para acumular riquezas al amparo del poder, mientras una de las reivindicaciones más preciadas de Sandino fue la justicia social para las mayorías pobres.

Y otra vez se enrumba a nuestra sociedad hacia una nueva confrontación en la que se la bandera de Sandino, convertida en trapo, se enfrenta a la mayoría de los nicaragüenses.

Hay que saber leer el signo de los tiempos. No se trata ya de rescatar al sandinismo o de renovarlo. Ni Rescate, ni Renovación. Se trata de colocar a Sandino y su gloria en el pedestal que le corresponde como patrimonio nacional. Como fundamento de nuestra identidad. Como patrimonio de todos los nicaragüenses.

El ideario de Sandino. Su temple moral. Su práctica política. Su ética invicta. Deben ser asumidos por todos los nicaragüenses como patrimonio propio, sin banderas partidarias.

Abonar a nuestra identidad, a nuestra cohesión como pueblo, a forjarnos como nación exige recuperar a Sandino. Un Sandino para todos. Un Sandino para la nación y no para un grupo faccioso. Un Sandino que, desde los sueños irrealizados, alumbre nuestra ruta como nación.

En un extraordinario poema, en unas pocas líneas, Pablo Antonio Cuadra nos marca el camino para consolidar los cimientos de nuestra nacionalidad. Sus puntos de arranque son Darío y Sandino. El poema se llama Riverside y el fragmento dice así:

Perros olfatean nuestras huellas y ladran.
Flota lento el tiempo con su espalda mojada.
Miro nuestras estrellas también
desterradas.

La carreta que lleva a la madre de Darío
con dolores de parto hasta Metapa.
El camión que lleva a Sandino atado
desde el cuartel de la Guardia hasta el
lugar emboscado donde lo fusilan.
La Patria que pensó la madre sintiendo
los dolores del amanecer
la Patria que pensó el guerrillero sintiendo
las angustias de la noche.
Esta es tu patria.

Para tener porvenir, necesitamos un pasado compartido. Para tener una patria para todos, necesitamos a un Sandino para todos, y no confiscado por una facción. Al igual que necesitamos a un Pedro Joaquín para todos, a un Pablo Antonio para todos.

La mentalidad facciosa no hace patria. Los facciosos socavan la patria.

En lo que a mi concierne me despido del sandinismo de facción para dar, orgulloso de sus estandartes, un abrazo entrañable a Sandino. El Sandino de todos.

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