Algunos oyentes de “Vamos al Punto”, mi espacio diario en Radio Corporación, me solicitaron que aborde con mayor frecuencia la explicación de conceptos económicos que los expertos utilizan en sus declaraciones y análisis, pero que no son suficientemente conocidos por la población y, en consecuencia, las implicaciones de los temas a que se refieren no siempre se alcanzan a comprender plenamente.
Correspondiendo a esas inquietudes en este artículo abordaré un concepto sumamente importante en países como el nuestro, pero cuya relevancia no siempre se advierte. Hablaremos de la expresión valor agregado.
Los economistas suelen repetir que uno de los grandes problemas de economías como la nuestra es que somos productores y exportadores de materias primas, que nuestra producción tiene escaso valor agregado y que la ruta para superar nuestro atraso es, precisamente, incorporar mayor valor agregado y mayor contenido tecnológico a la producción nacional.
Si el valor agregado es tan importante que se considera clave para superar el atraso económico y social…¿Qué es valor agregado y por qué es tan importante?
Los libros nos dicen que valor agregado es el valor económico que se añade a un producto como resultado de la transformación que recibe en el marco de un proceso productivo adicional.
Como esta definición no nos dice mucho, utilizaremos un ejemplo y después le pondremos cifras reales.
Observemos el caso de la madera. Nicaragua por décadas ha exportado madera. Más bien por siglos. Uno puede ver en Lima, por ejemplo, la capital del Perú, algunas iglesias coloniales con madera con marca de origen de Nicaragua. Pero esa madera que se ha exportado a lo largo de siglos, principalmente salió del país en lo que llamamos tucas, es decir, madera en bruto.
Cuando las tucas son transformadas en madera aserrada, adquieren un mayor valor. Si esa madera aserrada se somete a otro proceso consistente, por ejemplo, en el secado y tratamiento anti bacteriano, el valor de esa madera se eleva. Si continuamos y esa madera tratada se transforma en piezas que se ensamblan, el valor sigue elevándose. Y si llegamos al nivel de fabricar muebles o puertas, listas para ser utilizadas por un consumidor final, pues la madera transformada a lo largo de esos procesos productivos alcanzó su mayor valor. Cada etapa de ese proceso representó un valor agregado.
¿Qué implicaciones tiene todo este ciclo? El primero es en materia de empleo. Si nos limitamos a exportar tucas, perdemos la oportunidad de generar el empleo que representaría cada una de las transformaciones que se requieren para llevarlas a nivel de muebles. Después, perdemos la creación y operación de empresas y las actividades económicas asociadas a cada fase de transformación. Luego, se pierden también ingresos y utilidades.
Además, cada una de las etapas reseñadas demanda mano de obra más especializada: ingenieros, diseñadores, carpinteros… en consecuencia, al demandar tecnologías más complejas, mejoran también los salarios.
Se reconoce que una de las diferencias entre los países desarrollados y los países atrasados es que los primeros se especializan en agregar valor a las materias primas que compran a los países menos desarrollados. Compran cacao y venden chocolates. Compran hierro y minerales, y venden tractores.
Pasemos a los datos reales, examinando el caso de las papas.
Es un producto de consumo corriente en el país y un bien que producimos nacionalmente. Las estadísticas del Banco Central indican que el año 2015 no se compraron papas frescas en el exterior, es decir, la demanda nacional de papas se cubrió con la producción nacional.
Sin embargo, al revisar mejor las cuentas encontramos que se compraron en el exterior nada más y nada menos que 16 millones de dólares en papas fritas y pre-cocidas.
La pregunta obvia es: ¿Si tenemos capacidad para producir papas por qué gastamos tanto comprando papas fritas en el exterior?
Imaginemos el negocio que significaría para una planta nacional productora de papas fritas unas ventas anuales por 16 millones de dólares. Sería tremendo negocio. Pero no seamos tan ambiciosos, supongamos que esta industria únicamente atienda la mitad de esos consumidores. Sus ventas serían de al menos 8 millones de dólares. Todavía podemos limitarnos a la cuarta parte de lo que compramos en el exterior y lo dejamos en 4 millones de dólares, y siempre serían ventas atractivas para cualquier empresario.
¿Qué repercusiones favorables tendría la instalación de una planta nacional productora de papas fritas? Supongamos que atienda a la mitad de los consumidores existentes.
Primero, la economía nacional ahorraría dólares. En lugar de gastar 16 millones de dólares en compras al exterior, solamente gastaríamos ocho millones, los otros ocho millones sería un dinero se quedaría circulando aquí en el país.
En segundo lugar, la producción de esa planta sería un incentivo para que los agricultores nacionales aumenten su producción de papas. Esto significaría mayor actividad agrícola, empleo e ingresos en el campo.
En tercer lugar, la industria nacional a su vez generaría empleo calificado, actividad económica, salarios y utilidades para los inversionistas.
En cambio, en las condiciones actuales estamos financiando el empleo, la actividad económica y las utilidades que generan las empresas de los países que nos venden las papas fritas.
Imagínense ahora que igual ocurriera con otros productos: Exportamos maní pero importamos mantequilla de maní. Exportamos carne, pero importamos carne preparada. Exportamos café pero importamos café instantáneo. ¿Se imaginan cuánto empleo, cuántos ingresos, cuánto dinamismo tendría nuestra economía?
Esa es la importancia del valor agregado.
Henry Pérez
Clarisimo, el impacto del valor agregado en la Economía y toda la incorporación de Técnicas y Tecnologías en todo el ciclo productivo desde la Materia Prima y el Producto Final, mi Estimado Diputado. Gracias por su Aporte. Saludos.
Henry Pérez
Clarisimo, el impacto del valor agregado en la Economía y toda la incorporación de Técnicas y Tecnologías en todo el ciclo productivo desde la Materia Prima hasta el Producto Final, mi Estimado Diputado. Gracias por su Aporte. Saludos.
Manuel
Muy bueno, diputado Sáenz. Me recordé de don Salvador Cardenal (q.e.p.d.) y de sus pequeñas lecciones de música clásica de un aficionado (muy versado por cierto) para otros aficionados. En materia económica, esta labor es muy importante: abre los ojos, informa, forma y crea conciencia. En esto último me recuerdo de Paulo Freire. ¡ADELANTE, diputado! ¡ADELANTE!
MARIO
Don Enrique:Valioso aporte a la educación económica.Esperamos que continúe.Saludes.