Por una feliz casualidad he tenido acceso a un documento histórico. Me refiero al texto del programa de gobierno de la Unión Nacional Opositora, la UNO, presentado para las elecciones de 1990.
No voy a venir ahora de fariseo con ínfulas de negarme a mí mismo: debo reconocer que si bien no ejercía ningún cargo político ni militar, yo estaba en la otra acera. Sin embargo, eso no me impide analizar con objetividad los hechos históricos, pero, sobre todo, analizar aquellos hechos históricos a la luz del tiempo presente y de nuestro porvenir.
Para quienes no tienen edad para recordarlo y para quienes ya lo olvidaron, haremos un breve repaso de ese documento.
El programa además de consignar un conjunto de principios y lineamientos estratégicos, está dividido en tres grandes áreas: Política, Económica y Social.
Como solamente es un repaso sumario, anotaremos algunos de los compromisos contenidos en este programa de hace más de 25 años:
• Establecer un régimen civil, republicano, democrático y representativo integrado por cuatro poderes: legislativo, ejecutivo, judicial y electoral, autónomos e independientes. Estos poderes funcionarán armónicamente en la realización de los fines del Estado.
• Supresión del carácter absoluto del poder del Presidente de la República, mediante la limitación de sus facultades excesivas.
• Prohibición de la reelección presidencial y de la elección de militares y parientes del Presidente dentro del cuarto grado de consanguinidad o afinidad.
• Eliminación de la confusión de los intereses del Estado y la Nación con los intereses del partido de gobierno.
• Las fuerzas armadas deben tener carácter profesional y no pertenecer a ningún partido político y sus miembros no podrán desempeñar cargos civiles ni cargos directivos de partidos políticos.
• Se garantizará la autonomía municipal, plena y efectiva, estableciendo que esta autonomía sea política, económica y administrativa, dentro de los planes nacionales de desarrollo económico y social.
• Se garantizará la autonomía universitaria, docente, académica, orgánica y administrativa.
• Erradicar sin contemplaciones los desfalcos, fraudes, abusos, desórdenes, burocratismo y deficiencias en los órganos del Estado.
Como puede observarse, se trata de planteamientos dirigidos a establecer la democracia y el estado de derecho, a suprimir la concentración de poder, a prohibir la reelección presidencial, incluyendo la elección de parientes del presidente dentro del cuarto grado de consanguinidad y de afinidad; a establecer unas fuerzas armadas profesionales y no partidistas, a la autonomía municipal y la autonomía universitaria, a la lucha en contra de la corrupción.
Es solamente una muestra de los compromisos contenidos en el programa.
¿Qué conclusiones podemos extraer?
La más evidente es la necesidad de disponer, cuanto antes, de un programa de gobierno que presente a las organizaciones genuinamente democráticas como una alternativa de poder y no como simples opositores. Un programa creíble, viable y que muestre las diferencias con el orteguismo, en términos de beneficios para la gente.
La segunda conclusión que se extrae de la lectura es que buena parte de los compromisos se cumplieron durante el gobierno de doña Violeta en medida notable. Sin embargo, con el gobierno de Alemán comenzó un retroceso que nos ha llevó al pozo en que nos encontramos: con un régimen dictatorial que, tristemente, otorga renovada vigencia aquellos compromisos. En efecto, algunos de ellos parecieran escritos como si fuera hoy.
Triste historia. Otra vez la misma cuesta empinada y pedregosa. Nuevamente las mismas espinas.
suyenmoreno
Precioso. Sigue en esa linea.-
jesaenz
Muchas gracias, Suyen. Saludos,
Luis NOEL zeledon aguilar
Muy buen plan de gobierno desgraciadamente los que continuaron no le dieron vida ala democracia. Mas bien le dan vida a los intereses económicos personales y revivir al. Dictador ortega,pero no es tarde para luchar..
Manuel
Y si ese programa era tan bueno, ¿por qué jodidos estábamos en la acera de en frente?
Hasta el momento, que yo sepa, nadie ha pedido perdón por todas las pésimas acciones y decisiones de la década de los 80. Sé que hubo muchas, muchísimas buenas intenciones pero –en la práctica– lo que hubo fue más pobreza, guerra fraticida y un retroceso descomunal. Sin embargo, reitero, nadie ha dicho con suma claridad: «metimos la pata, nos equivocamos, y pido perdón». Más bien, en el colmo del despiste (o del cinismo), se han oído voces de «yo haría lo mismo».
Qué lejos seguimos de la auto-crítica y qué buenos somos para la crítica (especialmente para la crítica extemporánea que ya no sirve para nada porque no cambia nada).
jesaenz
El artículo tiene como propósito mostrar cómo estamos retrocediendo al mismo punto de donde se partió en el noventa. Es un recurso para mostrar como el régimen de Ortega nos está colocando nuevamente en el mismo trance. Ese es el propósito. No otro. En cuanto a la autocrítica, te invito a escuchar mi espacio «Vamos al Punto» el lunes o el martes de la próxima semana, en Radio Corporación. Abordaré precisamente el espinoso y peligroso tema del «derecho a la verdad». Vamos a ver cómo me va…
Francisco
Pero cuando van a dar a conocer el programa de CND, la gente esta esperando y es un clamor nacional que le presenten un programa, porque si ya hay una alianza conformada, no se dan a conocer los principales lineamientos que haria un gobierno de esta alianza, que atraza, no entendemos porque no se dan las directrices para que la gente vaya tomando conciencia y se enrrube al cambio, pareciera que no se oye en ese grupo, y solo bastaria repetir y actualizar ese mismo programa.
jesaenz
No es para evadir responsabilidades, Francisco, pero no soy parte de la dirigencia de la la CND. Precisamente el artículo va en la misma dirección que tu inquietud. Saludos,