Ayer domingo, 21 de febrero, se realizaron las exequias del padre Fernando Cardenal Martínez, sacerdote nicaragüense, perteneciente a la orden de los jesuitas.
Al momento de fallecer, el padre Fernando desarrollaba una importante obra de promoción social al frente de la red de escuelas conocida como ¨Fe y Alegría¨, integrada por 22 centros educativos, con más de diez mil alumnos, principalmente de escasos recursos. En los años ochenta fue coordinador de la campaña de alfabetización y posteriormente ministro de educación.
El padre Cardenal, un hombre firmemente comprometido con su fe religiosa, pero cuya vocación primordial se concentró en la educación, escribió, anticipándose a su muerte, lo que denominó su testamento, cuyo valor ético, religioso y político es indudable en los momentos actuales. En la primera parte del escrito revela los testimonios de su fe. La segunda parte se orienta a temas más inmediatos.
Compartiremos algunos párrafos que consideramos de particular pertinencia:
¨…Aunque no estoy jubilado y sigo trabajando, es natural a mi edad pensar, sin dramatismo y con sencillez, que la muerte puede estar cerca. No tengo ninguna clase de bienes materiales por eso solo puedo dejarles a mis familiares y amigos mis reflexiones.
Cuando me llegue la hora de irme de esta vida, me iré muy feliz y muy agradecido
con Dios por la vida que me ha tocado vivir. Agradecido a mi familia, a mis compañeros jesuitas y sobre todo por la felicidad que me han proporcionado mis maravillosos amigos y mis hermanos que los considero un verdadero regalo de Dios. Ante lo que ha sido mi vida: alegría y agradecimiento.
Pero también me iré con grandes tristezas:
Tristeza de que todavía cerca de la mitad de la población de Nicaragua vive en pobreza. Seguimos siendo el país más pobre del Continente Latinoamericano. Pero además, mientras se invierta tan poco dinero en la educación nacional, no saldremos nunca de esa pobreza.
No nos engañemos tontamente, ni engañemos a nuestro pueblo. Muchos países han comenzado a invertir en serio en la educación desde finales del siglo XIX, entre ellos Costa Rica, y nosotros en Nicaragua en el siglo XXI no hemos comenzado todavía a invertir en serio en la educación. Ningún país del mundo ha salido de la pobreza sino después de invertir en serio en educación… ¡Qué pena!! En vez de avanzar, vamos para atrás.
Para muchos de los jóvenes sin acceso a la educación puede ser que no les quede otra oportunidad para sobrevivir que caer en la delincuencia. Todos nos debiéramos interesar por que en Nicaragua se invierta en serio en educación, sobre todo el Estado, que es el principal responsable de la educación en el país. Si en alguno, no hay interés en respetar el derecho inalienable a una educación de calidad que tiene todo niño y niña al nacer en esta su patria, por lo menos que lo haga por miedo, por su seguridad personal.
También me da tristeza ver la profunda y amplia corrupción en la vida política del país. Y más me entristece que algunos altos dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional participen de esta corrupción, con lo que frustraron las esperanzas que el pueblo había puesto en ellos para conseguir su liberación. Me entristece profundamente la falta de respeto y la repetida violación a la Constitución de la República, y también la falta de respeto a la Institucionalidad del país.
También me entristece el permanente extermino de nuestros bosques. Están asesinando nuestro medio ambiente y poniendo en peligro la vida futura de nuestro pueblo.
Tengo más motivos de tristeza, pero creo que no es éste el lugar para hacer una lista más profunda y más completa de ella.
A pesar de todas estas tristezas, soy un hombre de esperanza. Para mí lo fundamental de ella es que creo profundamente en la juventud.
En los escenarios en que trabajé, encontré que los jóvenes tenían una fuerza interior muy grande y una entrega sin límites para trabajar en todas las tareas en beneficio del pueblo.
A mí no me cuentan cuentos.
Yo estuve con ellos y ellas. Son mi esperanza. Sólo hace falta que la sociedad les ofrezca una causa grande, noble, bella, si es difícil, mejor, y que al frente de ella haya personas con autoridad moral. “YO ESPERO QUE LOS JÓVENES REGRESEN A LAS CALLES A HACER HISTORIA”.
El legado del padre Fernando en verdad es una bandera de lucha y de compromiso. Para la juventud y para la sociedad entera. La causa de que nos habla el padre ya está definida: Nada menos que liberarnos de la dictadura impuesta por el orteguismo y abrir camino a la construcción de un país con democracia, justicia social, prosperidad y oportunidades.
El legado queda pues a la espera de legatarios –de todas las edades pero principalmente la juventud- que enarbolen esas banderas de lucha.
MARIO
Excelentes reflexiones del Padre Cardenal,hechas para ayer,hoy mañana y siempre.Saludes Don Enrique.
Jesus Castillo
Recibido Enrique. Saludos Cordiales Jesus Castillo.
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