El proyecto de canal interoceánico es, no hay duda, uno de los temas que más captura el imaginario de los nicaragüenses. También ha sido pivote clave de la propaganda del régimen.
Una parte de la población, de buena fe y con los apremios de sus penurias, alimenta la esperanza de que será vía para superar el atraso, generar empleo, abatir la pobreza y colocar al país de cara al progreso indefinido.
Para los malandrines representa una oportunidad para desarrollar una vil estrategia de manipulación política aprovechándose de la buena fe de muchos nicaragüenses, a la vez que se les chorrea la espuma del hocico al avizorar una plataforma para negocios financieros de dudosa estirpe.
Para los más informados, representa una amenaza a la integridad de la nación, a los derechos de los nicaragüenses y a la posibilidad de construir una Nicaragua con justicia, oportunidades y prosperidad.
En mi opinión un canal interoceánico puede ser positivo o negativo, según lo demuestren los estudios técnicos, ambientales y económicos, en concordancia con el diseño, la ruta, la capacidad de gestión, el marco jurídico e institucional y la tutela a los derechos de los nicaragüenses. Sin embargo, todas estas son condiciones que están lejos, muy lejos de cumplirse.
Lo pernicioso y maligno en el caso presente es la concesión que otorgó Ortega al empresario Wang Jing, formalizada en una ley, un contrato y una reforma constitucional.
Los términos de esa concesión, para cualquiera que los lea, sin agotar el tema, conllevan al menos cuatro consecuencias:
• El canal no sería de los nicaragüenses ni para los nicaragüenses. Sería propiedad de inversionistas anónimos cuyos derechos podrían pasar de mano en mano sin que las autoridades nacionales puedan hacer ni pío.
• Una hipoteca de nuestra soberanía pues al proyecto y sub-proyectos no se aplicaría ninguna disposición legal nicaragüense (ni laboral, ni tributaria, ni penal, ni administrativa, ni comercial) y ningún órgano nacional tendría jurisdicción sobre sus actividades.
• Una amenaza a nuestro patrimonio económico, pues quedan hipotecadas las reservas internacionales, que incluyen parte de los depósitos de los nicaragüenses en el sistema bancario nacional; a nuestro patrimonio natural, pues las afectaciones medioambientales serían gravísimas; y una amenaza al patrimonio de las familias, pues toda propiedad en cualquier parte del territorio nacional está expuesta a ser expropiada.
• Por último, el riesgo de que la concesión se utilice como plataforma para trasiego de capitales de dudosa procedencia, abriendo cauce a que el país caiga en manos de mafias internacionales.
Con tales antecedentes es muy importante identificar qué hechos acontecieron en el 2015 relativos al proyectado canal.
Registramos buenas y malas noticias. Primero las buenas.
Se desplomó la fortuna de Wang Jing. De acuerdo a reportes internacionales las pérdidas financieras del empresario chino evaporaron el 80% de su capital. Con ese expediente muy difícilmente podrá despertar confianza en los potenciales inversionistas, si es que alguna vez la tuvieron. Un empresario que no pudo conservar su propio capital difícilmente ofrecerá garantías para capitales ajenos. Así, la pretensión de llevar a las bolsas internacionales la financiación del canal queda en alas de pajaritos preñados.
La segunda buena noticia es el anuncio de que las obras sufrirán una posposición de un año, sin que se ofrezca explicación alguna. Como recordaremos, el 22 de diciembre del 2014 se inauguró la construcción de las obras, vino Wang Jing, se realizó un acto público y los payasos del régimen aparecieron disfrazados de ingenieros, con casco y parafernalia. Desde entonces pareció clara la faramalla porque a pesar de los cascos y piruetas de los voceadores de la camarilla gobernante, las fotografías mostraron que entre los flamantes equipos de construcción se exhibían camiones propiedad de algunas alcaldías.
El tercer aspecto positivo es que los campesinos, amenazados con el despojo de sus propiedades, siguieron mostrando vitalidad, voluntad de resistir y capacidad para enfrentar a las fuerzas represivas del régimen. La marcha del 27 de octubre quedó como testimonio vibrante en las retinas de los nicaragüenses.
El proyecto del canal sigue pues en la cola de un venado. Y esas son buenas noticias para el país.
Debe rescatarse una noticia que no fue ni chicha ni limonada. La empresa HKND, propiedad de Wang Jing, presentó el estudio de impacto ambiental realizado por la empresa ERM (Environmental Resources Management) cuya conclusión más relevante es que deben realizarse nuevos estudios sobre aspectos ambientales esenciales, entre otros, para establecer los efectos que tendría, por ejemplo, en el Lago Cocibolca y en el caudal del Río San Juan. Es decir, casi nada.
La mala noticia es que la concesión otorgada por Ortega a Wang Jing sigue vigente y pende como un machete desenvainado sobre el cuello de los nicaragüenses porque aún sin canal, la concesión puede ser utilizada como plataforma para despojos, atropellos, transacciones oscuras y fuentes de enriquecimiento ilícito.
Para el 2016 no se vislumbran perspectivas de que esta situación cambie. Seguramente el régimen intentará algunas maniobras de fachada, en el marco de la campaña electoral, para seguir alimentando quimeras en su clientela política y buscando capitales, vengan de donde vengan, para algún negocio, en el marco de la concesión.
Frente a estas perspectivas, para los nicaragüenses comprometidos con la democracia se nos impone redoblar esfuerzos para exigir la derogación de la ley vende-patria, concientizar mayores segmentos de población sobre los malignos alcances de la concesión otorgada por Ortega a Wang Jing y apoyar las jornadas de resistencia campesina.
aura lila
Misma mona con distinto rabo. Es precisamente el gobierno de hoy comparandose unicamente con el derrocado en 1979, siendo este mas vil…por su traicion a Sandino, companeros y pueblo entero. Entendamos todos, deberes y obligacion para con el pueblo y la patria amada. Retomemos ejemplos y lecciones muy claras dadas por nuestro campesinado.
MARIO
Don Enrique. Excelente
Más claro,no canta un gallo.