La semana anterior cerró con una noticia que seguramente rompió el corazón de varias gentes. De acuerdo a reportes de medios financieros internacionales, entre otras Bloomberg y Business Insider, la fortuna de Wang Jing, el concesionario del proyecto de canal interoceánico, sufrió un descalabro provocado por la reciente crisis en la bolsa de valores china.
Para junio de este año, la fortuna de Wang Jing se calculaba en 10 mil millones de dólares. En los últimos tres meses esa fortuna se desplomó en más del 80%, hasta caer a 1.200 millones de dólares, según los índices de estas publicaciones financieras.
Comencemos por relacionar esta noticia con dos hechos:
• El 22 de diciembre del año pasado, el régimen y sus paniaguados celebraron con bombo y platillo la flamante inauguración de la construcción de las obras del gran canal. Todos sabemos en qué consistieron las obras: la ampliación de un pedazo de trocha y hasta allí nomás. En todo lo que va del año no se volvió a saber nada de Wang Jing. Que se tenga noticias, tampoco volvió a aparecer por Nicaragua. Cuando están en juego 50 mil millones de dólares uno debería suponer que las visitas del inversionista serían más asiduas.
• El segundo hecho es que el mismo Wang Jing, el 23 de diciembre del mismo año anunció en conferencia de prensa que el capital para financiar la construcción del gran canal se obtendría en las bolsas de valores globales. Con esa declaración sembró nuevas dudas sobre las capacidades del especulador chino para acopiar los recursos necesarios para construir el canal.
Con estos antecedentes resulta lógico pensar que las posibilidades de financiación del megaproyecto se encuentran en la cola de un venado. No hay que ser experto ni entendido en bolsas de valores, basta el sentido común, para concluir que todo inversionista requiere confianza y con la evaporación de las finanzas de Wang Jing también se ha evaporado la al parecer escasa confianza que todavía pudiera quedarle.
¿Qué confianza podrán tener inversionistas internacionales para entregar su dinero a un especulador financiero que acaba de perder el 84% de su fortuna? Supongamos que usted tiene 10 mil pesitos ahorrados y le ofrecen asociarse a Wang Jing como inversionista en el canal. ¿Arriesgaría sus diez mil pesitos si es lo único que tiene? ¿Verdad que no? Seguramente igual pensará alguien que tiene 100 millones de dólares.
Si bien esta noticia tiene un sabor grato para quienes se oponen a la construcción del canal, también tiene algunas implicaciones que pueden resultar ingratas. Solamente voy a referirme a una de ellas.
El artículo 3 de la ley mediante la cual Ortega entregó nuestro país al inversionista chino establece lo siguiente “Se otorga al concesionario el derecho de ceder, novar, transferir o gravar todos o cualquiera de sus derechos u obligaciones respecto a todos o cualquiera de los sub-proyectos, incluyendo cualquier derecho en virtud a este artículo 3, y cualquiera otros derechos y obligaciones establecidos en la presente Ley, de acuerdo a los términos del MCA.”
En cristiano, esta cláusula significa que Wang Jing está autorizado a hacer lo que se le antoje con la concesión otorgada por Ortega. Puede negociar, traspasar o enajenar cualquiera de sus derechos respecto del canal o de cualquiera de los subproyectos asociados. Y esto puede hacerlo también con cualquier empresa, grupo empresarial o personaje.
Adicionalmente, el artículo 19 de la misma iniciativa estatuye “Para obtener el financiamiento destinado a la ejecución de cada Subproyecto, el concesionario y cada parte de sub-proyecto correspondiente, según fuere el caso, podrán prendar, hipotecar u otorgar garantía sobre los activos y derechos de cada subproyecto incluyendo la concesión aplicable a cada subproyecto, cualquier bien inmueble de su propiedad o arrendado, cualquier derecho de uso u otro derecho sobre bienes inmuebles, cualquier derecho contractual y los intereses patrimoniales en cada subproyecto a favor de terceros, incluyendo entidades financieras locales o extranjeras.¨
En otras palabras, Wang Jing, si se encuentra en apuros financieros, perfectamente puede comenzar a tuquear la concesión y a enajenar o vender derechos, no ya sobre el canal, sino sobre los otros subproyectos incluidos en la concesión, los cuales, de acuerdo a los términos pactados pueden abarcar cualquier parte del territorio nacional.
La conclusión es que aún cuando la posibilidad de construir el canal pueda quedar en alas de cucaracha (para los entendidos siempre lo estuvo) a causa del descalabro financiero de Wang Jing, los privilegios que Ortega cedió al especulador chino no dependen de la salud financiera de este último. Además, son privilegios que en términos prácticos no tienen plazo. Así que cualquier día podemos desayunarnos con alguna sorpresa ingrata, como consecuencia de alguna negociación oscura llevada a cabo por Wang Jing con el propósito de restablecer sus finanzas, a costillas de los derechos de los nicaragüenses.
Desde ya levantemos nuestro brazo y señalemos con el dedo al responsable.
jorgehjimenez
El gobierno de Nicargua presidido por Ortega o no actuó con patriotismo o le falto análisis jurídico e inteligencia. Aprecio un retroceso de siglo y medio y una estación más del calvario canalero de ese noble pueblo trabajador de Nicaragua.
Edgar Espinosa
El proyecto del Canal es y siempre ha sido una aventura más de la pobre Nicaragua porque los protagonistas han sido y son de dudosa calidad moral. La primera vez, en Junio de 1902 el Senado de los EEUU, que aprobó el financiamiento para Panamá y lanzó por la borda la propuesta para Nicaragua, habían réditos millonarios para la concesionaria de ese entonces. Y como sabemos el nivel de ambición y manejo turbio y corrupto de la cosa pública de parte de los actuales protagonistas, incluyendo al chino, pues es de suponer que el diablo le esta dando la espalda a las ambiciones criollas. Pero lo más seguro que tenemos la Gente del Pueblo, es que vamos a encontrar la ruta correcta que nos va a llevar a encontrar la ansiada democracia en la forma que sea.