Aun cuando parezca ilusoria la expectativa de que en noviembre del 2016 se realicen en nuestro país elecciones transparentes y honestas, quienes estamos por una salida pacífica al trance dictatorial en que nos ha colocado la cúpula orteguista, no podemos abandonar la lucha por arrancar al régimen condiciones adecuadas que posibiliten el respeto a la voluntad de los nicaragüenses expresada libremente en las urnas.
Sin duda, una de esas condiciones es contar con observación internacional. Y no cualquier organización de observación electoral, pues ahora los regímenes autoritarios del continente disponen de cómplices de la misma calaña que utilizan para avalar sus truculencias. Estamos hablando de organizaciones con la suficiente experiencia y credibilidad como el Centro Carter y la Unión Europea. La OEA también.
Sobre el Centro Carter y la Unión Europea por hoy no caben dudas. Sin embargo, la deplorable gestión de José Miguel Insulza al frente de la Secretaría General de la OEA y el control que en el seno de esa organización hasta hace poco ejercían los gobiernos dóciles a los dictados del chavismo, dejaron espacios para la duda sobre la capacidad de esa organización para actuar de manera imparcial.
La reciente elección de Luis Almagro como nuevo Secretario General, con el respaldo del gobierno de Venezuela, y sus aliados, desalentaron a quienes albergaban esperanzas de restaurar el compromiso de la OEA con los principios y cláusulas de la Carta Democrática.
Sin embargo, el nuevo Secretario General de la organización interamericana, una vez que asumió el cargo, en corto tiempo ha realizado gestiones y acciones que permiten avizorar cambios promisorios en el seno de esa organización. Estos augurios se suman al cambio de la correlación de fuerzas en el seno de la organización. El chavismo sigue ejerciendo influencia pero parece haber perdido el control que ejercía, tal como se mostró en la reciente votación sobre el conflicto limítrofe entre Colombia y Venezuela.
Tal vez la evidencia más reveladora del talante del sustituto de Insulza sea el amargo intercambio que sostuvo, mediante cartas públicas, con el dirigente chavista, Elías Jaua, ex vicepresidente de Venezuela.
Revisemos algunas muestras. El dirigente chavista haciendo uso de un lenguaje ofensivo y maniqueo que nos resulta tan familiar a los nicaragüenses, irritado por las actitudes independientes de Almagro le escribió perlas como las siguientes:
¨Una vez en el cargo de Secretario General de la OEA, en mayo de 2015, de inmediato asumió el papel esperado de procónsul que le exige el Departamento de Estado, dedicando toda su gestión a atacar a la Patria libre y digna de Bolívar.¨
¨En menos de seis meses de gestión como procónsul de Washington, Ud. se auto propuso como observador en las elecciones parlamentarias de Venezuela y recibió para tal fin a Henrique Capriles Radonsky, actor político de dudosa conducta democrática…¨
Sin duda, Jaua no escribió esta carta por inspiración propia sino actuando por mandato de Maduro. Es obvio que Jaua en su carta destilaba la bilis del régimen.
Agrego un último párrafo porque la diatriba es bastante extensa: ¨Señor Almagro, ningún figurín ha podido con la resolución del pueblo venezolano de construir una sociedad socialista en libertad. No será Ud. quien lo logre, dedique su esfuerzo a acompañar a los pueblos de Nuestra América que claman justicia frente al atropello imperial y al desprecio a sus derechos por parte de las rancias oligarquías latinoamericanas.¨
Almagro respondió con otra extensa carta, en un lenguje mesurado pero firme. Una actitud inusual en los comportamientos de los cargos diplomáticos de ese nivel. Les anoto dos párrafos de muestra::
¨…también pedí la oportunidad de hacer una observación electoral en Venezuela, porque las garantías son para todos y no para algunos. Está muy bien que el Gobierno y el Partido de Gobierno confíen en el sistema electoral venezolano, pero la oposición también está pidiendo una garantía más para el día de la elección y es nuestra participación.
Y cuando te piden una garantía más y no se la das, se la quedas debiendo. Y si yo no la ofrezco, estoy en falta. Y si no les das esa garantía y hay un fondo político para no hacerlo, eso es además injusto.¨
Agregaría este otro: ¨La Democracia es el gobierno de las mayorías, pero también lo es garantizar los derechos de las minorías. No hay democracia sin garantías para las minorías¨.
Alguien podría pensar ¨y qué nos importan las cartas que vayan o vengan entre el régimen chavista y el secretario general de la OEA¨. Pues fíjense que yo pienso que sí, que es un episodio que nos importa. Porque, con estos antecedentes resulta muy pertinente la petición que en el pasado mes de Julio enviaron a Almagro, 12 organizaciones nicaragüenses, políticas y de la sociedad civil, sobre la observación electoral, al igual que la reciente carta que en el mismo sentido suscribieron personalidades y representantes de organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil.
Y la actitud del Secretaria General frente a las elecciones legislativas en Venezuela, permiten alentar expectativas de que pueda adoptar una posición activa sobre Nicaragua. Por hoy, son eso, expectativas. Es indudable que el sustento indispensable para cualquier iniciativa de Almagro en el futuro son las acciones que a lo interno del país podamos realizar. Nadie vendrá a sacarnos las castañas del fuego sin persistencia y resistencia de nuestro parte.
Corresponde pues insistir en estas gestiones. Pero también corresponde que la ciudadanía y las organizaciones políticas y sociales redoblemos esfuerzos de movilización. Ortega solo hará las concesiones que se le arranquen. No es tremendismo ni exageración afirmar que si nos descuidamos, en esta vuelta se nos puede escapar la paz. La garantía de la paz es la democracia. La llave de la democracia es el voto. Luchar por la democracia, por el respeto al voto y por la paz es responsabilidad de todos y de todas.
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