Ayer por la tarde y parte de la noche, la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua ofreció un evento de lujo. Seis reconocidos historiadores nacionales abordaron distintos ángulos de la primera etapa del somocismo, esto es, la etapa que tuvo como figura central al fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García.
Germán Romero Vargas, Óscar René Vargas, Jorge Eduardo Arellano, Marvin Saballos, Nicolás López Maltés y Roberto Sánchez Ramírez estuvieron a cargo de las exposiciones. Seis presentaciones, una detrás de otra. En realidad, demasiada carga para una sola sesión, pero quienes tuvimos la oportunidad de asistir recibimos una andanada de información, anécdotas e interpretaciones extremadamente valiosas. Además, el estilo ameno de los expositores y la picardía o puntadas de algunos colocó el deleite como adorno.
Por mi parte confirmé, una vez más, que un pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. Hay tantas semejanzas entre el régimen actual y esta etapa del somocismo que uno no puede menos que asombrarse. Asombrarse y preocuparse.
Compartiré con ustedes algunos recortes de las historias contadas ayer.
Germán Romero habló sobre las condiciones que posibilitaron el ascenso de Somoza García a la jefatura de la guardia nacional, primero, y después a la presidencia de la república. Romero, uno de los historiadores de mayor solidez de nuestro país deslizó la tesis de que una parte de la familia del presidente Juan Bautista Sacasa, esto es, la familia Sacasa, estuvo detrás de la destitución del presidente Sacasa, para dar oportunidad a la candidatura de Somoza. La fiesta, el día de la proclamación de la candidatura de Somoza, se celebró en la casa de Francisco Sacasa, pariente cercano del presidente depuesto.
Con Somoza en el gobierno la familia Sacasa y sus allegados podían seguir disfrutando de las mieles del poder. El entreverado de lazos familiares que reveló Romero y cómo ese entreverado ha venido evolucionando e incidiendo a lo largo de nuestra historia es verdaderamente sorprendente. A mí que me registren, solo puedo repetir lo que escuché. Por ejemplo, que Aminta Granera Sacasa, jefa actual de la Policía, sea pariente de los Somoza, ni está bien, ni está mal. Es solo un dato. Pero era algo que no podía imaginar.
Por su parte, Óscar René Vargas abordó las alianzas políticas y sociales que dieron sustentación al régimen somocista. Óscar René relató como botón de muestra de esas alianzas, los privilegios otorgados a los dueños del Ingenio San Antonio, desde los años treinta, que incluyeron exoneraciones de impuestos – desde entonces- y reducción en el pago de tarifas en el ferrocarril y en el puerto de Corinto. Posteriormente, les otorgaron privilegios para proteger el precio del azúcar. ¿A cambio de qué? De contribuir a mantener el orden. ¿Les suena familiar?
Jorge Eduardo Arellano se refirió a las características principales del somocismo. Explicó nueve, que incluyeron la confusión entre los intereses del estado y los familiares, la centralización del poder, mediatización del movimiento obrero y sindical, entre otros. No es necesario explicar las semejanzas con el régimen actual.
La capacidad del somocismo para generar legitimidad social mediante el uso de estrategias de comunicación y simbologías merece una consideración especial. Se trata de un tema que hasta ahora no ha sido objeto de investigación. En este campo, Marvin Saballos presentó un simpático relato sobre la coronación de Lilian Somoza, la hija de Somoza García, como reina de la Guardia Nacional.
El despliegue inició desde su recibimiento en el aeropuerto de Managua, a su regreso de Estados Unidos, donde estudiaba. Según reportes periodísticos, además de autoridades civiles y militares, asistieron hasta miembros del cuerpo diplomático al feliz recimiento. La población se agolpó para ver pasar la caravana de la realeza tropical. Los festejos incluyeron elecciones de reinas departamentales y culminaron con un desfile donde los alistados de la guardia iban vestidos de soldados romanos, una fiesta fastuosa en el palacio nacional y la coronación de la princesa por parte de la máxima autoridad católica de la época. Marvin describió cómo los distintos estamentos de la sociedad nicaragüense participaron como espectadores y actores del circo montado por Somoza. Una foto de Lilian apareció después con una hermosa pluma adornando su cabeza, en los billetes de un córdoba.
Los pormenores de los dos golpes de estado fraguados por Somoza, uno en contra de Juan Bautista Sacasa, en 1936, y el otro en contra de Leonardo Arguello, en los años cuarenta, estuvieron a cargo de Nicolás López Maltez. Según don Nicolás, el asesinato de Sandino fue concebido en Washington, por Henry Stimpson, que no perdonó nunca el ridículo en que quedó después de presentarse en Estados Unidos como el gran pacificador de Nicaragua, como resultado del pacto del Espino Negro. La sublevación de Sandino dejó al pacificador sin paz. Para esta maquinación el instrumento principal fue Juan Bautista Sacasa, según el expositor.
Finalmente, Roberto Sánchez relató el hallazgo de los restos de Anastasio Somoza García y de su hijo Luis Somoza Debayle, en el cementerio general, en Managua. Por mucho tiempo prevaleció la versión novelesca de que Anastasio Somoza Debayle, al abandonar Nicaragua el 17 de julio de 1979, estuvo esperando en el aeropuerto a que llegaran los restos de su padre y de su hermano, y se los llevó con él. Esta versión fue recogida por escritores e historiadores, y transformada en creencia popular. Roberto refuta esa versión y afirma que los restos de ambos reposan en su mausoleo original. Roberto adornó su relato con sabrosos detalles y ademanes, algunos muy difíciles de repetir. También explicó las negociaciones con descendientes de Somoza sobre cómo encarar la situación.
Solamente he compartido unos pocos trazos de esa formidable jornada de aprendizaje sobre la historia patria. Una historia que todos deberíamos preocuparnos y ocuparnos en conocer. Conociéndola, difícilmente se puede evadir el compromiso por evitar que se repita. Mientras más rápido lleguemos a ese compromiso, más rápido y de mejor manera cambiaremos el rumbo de nuestro país.
javier andres ruiz
la ciudadania nicaraguense la mayoria pobre, es condescendiente y hasta apaña situaciones. ignoramos por voluntad la balanza de la justicia.
Miguel Bolaños Garay
Dos cosas me llaman la atención: primero, que Sacasa se haya coludido con Somoza y los norteamericanos para asesinar a Sandino y segundo, que los restos de Somoza García todavía estén en Nicaragua y no en Miami, donde hay un mausoleo en un cementerio que supuestamente contiene esos restos. ¿Quién tiene reazón? Si no me equivoco, fue el periodista Guillermo Cortez Domínguez quien publicó eso en un libro y hasta foto del mausoleo tomó.
jesaenz
Miguel, después de leer tu comentario volví a leer el relato y voy a editarlo porque efectivamente puede dar la impresión de que Sacasa fue cómplice de Stimpson. Y no. No fue eso lo que manifestó Nicolás López Maltez, sino que fue instrumentalizado, pero su participación aparentemente no fue deliberada. Sobre los restos de los Somoza creo que lo único que dilucidaría definitivamente el asunto sería una prueba de ADN.
Muchas gracias por tus comentarios. Saludos, enrique sáenz