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Hablemos de mujeres

mujer panadera

Las mujeres constituyen la mayor parte de la población nicaragüense, sin embargo frecuentemente la información sobre las particularidades de su condición queda oculta detrás de los promedios y los porcentajes.

Hablemos pues, de mujeres, a propósito de que el próximo domingo se celebra el día internacional de la mujer.

Comencemos por la propiedad. De los 262.500 poseedores de plantaciones agropecuarias registrados por el Censo Nacional Agropecuario, el 23% son mujeres. Es decir, en el campo los propietarios varones triplican a las propietarias mujeres.

Veamos cómo les va en el sector laboral. Es evidente que en los últimos años se ha elevado la participación de las mujeres en el mercado laboral principalmente a causa de los apremios de la pobreza. ¿En qué condiciones? En las peores. Engrosaron el subempleo y el sector informal. El 58% de las mujeres ocupadas se encuentra en el subempleo y 8 de cada diez se encuentran en el sector informal, es decir, sin salario mínimo, sin descanso pre o posnatal, sin seguridad social. Principalmente laboran como trabajadoras por cuenta propia y trabajadoras sin salario. Estas últimas son las personas que trabajan a cambio de comida y a veces vivienda.

Una importante implicación de lo dicho es que la carga de trabajo de las mujeres ha aumentado: siguen ocupándose de las tareas domésticas y ahora, bajo lluvia y sol, a mecatearse para llevar el alimento a sus hogares, en particular si consideramos el siguiente dato:

¿Saben ustedes cuántos hogares nicaragüenses son encabezados por mujeres? Uno de cada tres. Y en el sector urbano, el 44% de los hogares son encabezados por mujeres, en su gran mayoría mujeres solas. Es una cifra bien alta. Son los hogares en que la mujer es papa y es mama. Esta cifra puede ser la evidencia más clara de la desintegración de la familia tradicional nicaragüense. Y por su relevancia debería ser tema de estudios más profundos, tanto sobre sus causas como sus consecuencias, las cuales son, sin duda, múltiples y sumamente serias para nuestra sociedad. Y ese porcentaje ha aumentado a lo largo de los últimos años.

Es probable que esa tendencia sea resultado de las migraciones, o de que en el sector urbano la mujer tiene mayores posibilidades de independencia económica y pueden optar por quedarse solas y cargar con sus hijos en lugar de estar aguantando a un irresponsable. En fin. El dato se presta a distintas interpretaciones pero su relevancia es clave.

A propósito de migraciones, en los años recientes la tendencia se ha invertido: actualmente el porcentaje de mujeres que emigran es mayor que el de los hombres. Problema doble porque la vulnerabilidad de las mujeres en el exterior es mayor, y la de los hijos sin sus madres, también.

El tema de la violencia recibe atención de los medios, aunque hasta ahora no es visible que las políticas diseñadas tengan algún efecto significativo. Un caso particular de violencia poco reseñado es el de los embarazos en adolescentes. De acuerdo al Fondo de Población de Naciones Unidas Nicaragua registra la más alta tasa de América Latina, arriba del 28%, sólo superada por los países de África Subsahariana. Grave situación que asegura la reproducción generacional de la pobreza. Una madre adolescente, en las condiciones de Nicaragua difícilmente puede seguir estudiando y, por consiguiente, difícilmente puede obtener un empleo de calidad o mejorar su condición de vida.

Sigamos con la afiliación al INSS. Del total de cotizantes, el 42% son mujeres. Significa que en el sector formal las trabajadoras mujeres son minoría, aunque el porcentaje muestra un peso importante, probablemente por la presencia predominante de las mujeres en las zonas francas.

Vamos ahora a la educación. La información disponible revela que en nivel de escolaridad las mujeres superan ampliamente a los hombres, particularmente en secundaria y en la universidad. El CNU reportó, por ejemplo, que en el 2013 el 64% de las graduaciones en las carreras universitarias fueron mujeres. Y en postgrado, el 60% fueron mujeres.

Sin embargo, estos niveles de escolaridad no se corresponden con la calidad del empleo ni de los salarios, lo que, desde otra perspectiva, indica que no basta con la educación para romper la brecha de la desigualdad, si a la par no se modifican otros factores estructurales que reproducen la desigualdad.

Por ejemplo, el último informe estadístico oficial del INIDE, revela que las mujeres universitarias devengan en promedio salarios menores en un 30% que los hombres. ¿Si tienen mayores niveles de educación, por qué su condición de empleo no es mejor? Una pregunta que esta sociedad debe responder y resolver.

La desigualdad anotada se acentúa a medida que el nivel de escolaridad desciende. Así, en el caso de las mujeres sin formación académica sus ingresos no llegan a la mitad de los ingresos de los varones en la misma condición.

Profundicemos un poco en el comportamiento de estos hogares que son encabezados por mujeres. Hay varios indicadores interesantes. En el caso de las viviendas, la mayoría de cabezas de familia declara habitar en una vivienda propia, no obstante, la mayoría no dispone de una escritura pública que acredite su derecho de propiedad. Pero vean ustedes, en el caso de los hogares encabezados por mujeres el 62% sí tiene escritura pública. Si son encabezados por hombre solamente tienen escritura el 52%. Parece que las mujeres se preocupan más por la seguridad de sus hijos.

Hay otros datos: La proporción de hogares que habitan en viviendas con piso inadecuado es 44% si son encabezados por hombre y 36% si son encabezados por mujeres. Y así, los hogares encabezados por mujeres se encuentran muy por encima que los encabezados por hombre en acceso a agua potable, energía eléctrica, eliminación de basura, servicio de excretas, para mencionar algunas. Además, disponen proporcionalmente de más artículos en el hogar como televisor, plancha o refrigeradora. La conclusión a que llevan esos datos es que los hogares encabezados por mujeres se encuentran mejor administrados y en mejor condición que los hogares cuyo jefe es un hombre. ¿Qué les parece? Bueno, eso dicen los datos.

Apenas he presentado un pantallazo de la condición de las mujeres. Pienso que más allá de los discursos, tanto el gobierno como las universidades, institutos de investigación y organizaciones de mujeres deberían profundizar en el análisis objetivo de estas realidades y en el impulso de soluciones que vayan más allá de la retórica.

No hay justicia social sin equidad de género. No hay prosperidad, sin el talento, la capacidad y la responsabilidad de las mujeres. No tendremos país, un verdadero país, si la mayoría, que son las mujeres, son excluidas, o marginadas o discriminadas

  1. Las mujeres, aunque tratadas tan consideradamente como lo hace, seguimos siendo un dato- Un dato más que importante. Para la industria por lo que producimos; en el ministerio por el gasto, deberia ser por la inversión; en el hospital aparecemos en la lista de enfermedades típicas; en las maquilas, obreras como un número, si de asistencia se habla; en el Mercado Oriental por cuantas horas trabajan, o cuántos puestos tienen o atienden; no nos escapamos en la epidemia silenciada de la Mortalidad Materna; o en la lista creciente y negada de femicidios y feminicidios; las negra lista de ausentes y desaparecidas por la trata; la pandemia de las madres-niñas-adolescentes-embarazadas …y la lista sigue. Claro, no todo es negativo, de las mujeres que obtuvieron préstamos, las mejores pagadoras, las cumplidoras son las mujeres; ejemplares ministras de la pobreza en el hogar, todas tienen nombre de mujer……De una u otra manera siempre entramos en la estadística. Sólo pensaba

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