Ya sea que uno crea en las promesas de Ortega sobre el famoso canal, o que no crea, la realidad es que debemos estar ojo al cristo con las noticias que se generan sobre este tema. Eso sí, siempre debemos esforzarnos por separar la paja del trigo, porque los comensales del orteguismo pregonan muchos disparates y falsedades. Los más hablantines, son los más mentirosos. Y nos debe interesar porque al final de cuentas, de una u otra manera, el país y los nicaragüenses terminaremos por salir afectados.
Voy a referirme a la cancelación de la licitación que se abrió para construir lo que llamaban la primera obra del canal: una carretera. Después resultó que no era tal carretera sino una trocha de macadám. Un día de la semana anterior se anunció con bombos y platillos que se había abierto la licitación para construir la famosa trocha y hasta se anunció que varias empresas nicaragüenses y extranjeras habían sido seleccionadas. Tres días después la licitación se declaró desierta, sin más explicaciones.
¿Este es un hecho sin importancia? Me van a disculpar los que piensen así. El sentido común indica que se trata de un hecho muy relevante. Vamos a barajarla despacio. Primero, expliquemos algo de las licitaciones: El objetivo de las licitaciones es generar competencia entre varias empresas a fin de que se pueda disponer de distintas alternativas que permitan después de la evaluación seleccionar la mejor oferta.
¿Cuándo se lanza una licitación? Cuando se han definido las especificaciones técnicas de la obra que se va a realizar; se tienen los cálculos económicos y financieros; y se han definido las condiciones generales que las empresas participantes deben cumplir. Todo eso se consigna en un documento que se llama pliego de licitación. Una vez vencidos los plazos y presentadas las ofertas se procede a evaluarlas. Normalmente se selecciona a la empresa con la mejor oferta técnica, con las mejores condiciones económicas. La licitación se lanza entonces cuando el dueño de la obra ha cumplido debidamente las actividades preparatorias.
¿Y cuándo se declara desierta? Cuando ninguna de las ofertas cumple con las condiciones establecidas en el pliego de licitación. También una licitación se puede anular por diferentes causas, bien sea porque no se obtuvo el financiamiento, o por causas legales o porque se ocasionó un retraso por razones de fuerza mayor. Otra razón puede ser que se detectó un error en el pliego de licitación.
¿De dónde saco lo anterior? Porque trabajé diez años con licitaciones.
Con estos antecedentes, cabe preguntarse ¿cómo es posible que en una simple trocha, las empresas participantes no hayan tenido la capacidad de presentar una oferta admisible? Si ese fue el caso. O bien, ¿cómo es posible que en una simple trocha, los dueños de la obra no hayan tenido capacidad de formular adecuadamente el pliego de licitación?
Los pregoneros del orteguismo han tratado de restar importancia al asunto con el argumento de que no es algo extraordinario declarar desierta una licitación. Eso dicen ellos. Lo que NUNCA pasa es que una licitación se abra un día y se declare desierta tres días después. Además, mala tos tiene el gato si esto ocurre con una simple trocha, cuando lo que se proponen es construir una de las obras de ingeniería más complejas de la historia. Y el asunto es peor si no se ofrece ninguna explicación.
Hablemos claro. O es falta de seriedad. O es falta de capacidad. O hay algo turbio en esto. En cualquier caso el resultado es FALTA DE CREDIBILIDAD.
Mala tos tiene ese gato.
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