Arte y Cultura, Política y Realidades nacionales

¿Realidades irreconciliables? (o el gallopinto en peligro)

La noche del 8 de abril fui testigo presencial de un episodio singular. El Ministro de Desarrollo Agropecuario y Reforma Agraria, Comandante de la Revolución Jaime Wheelock, presentó el más reciente libro del Vicepresidente de la República, Doctor Sergio Ramírez Mercado: “Lo que sabe el paladar”: un formidable recetario de cocina nicaragüense, prolijamente elaborado. Actuó como moderador Carlos Fernando Chamorro, director de Barricada, diario oficial del Frente Sandinista. Completó el panel de expositores Pinita Vijil, ciudadana ejemplar, empresaria y experta en cocina nacional.

 El libro costó 515 córdobas, precio especial por ser el acto de presentación. Casualmente, la obra también consta de 515 páginas.

 La sala estaba colmada de comandantes de la revolución, comandantes guerrilleros, ministros, embajadores, políticos, escritores, poetisas, cantautores y gente del mundo de la cultura. Asistí en obediencia a mi recién nacido afán de metiche cultural.

 Después de la académicamente impecable presentación del comandante Wheelock (Recordemos que es autor de un enjundioso estudio y recetario culinario: “La comida nicaragüense”), comenzó un colorido debate donde, como temas centrales, se pasó de las biscotelas al nacatamal, de las roscas bañadas, al vigorón. Y así. Una joven política introdujo a la discusión la diferencia entre cusnaca, sin acento, y cúsnaca, con acento, lo que provocó un encendido intercambio que bordeó el alboroto cuando alguien echó leña al fuego al afirmar que había cusnaca con cebolla y cusnaca sin cebolla.

 El evento continuó con el concurso sobre cuál era el plato más auténticamente nicaragüense. El Doctor Ramírez optó por el Vaho, ofreciendo una explicación convincente. Pinita apostó por el tamal pisque. El comandante fue contundente en sus argumentos y postuló al indio viejo. Ahí conocí que el otro nombre de este plato es “macho cansado”. Finalmente no hubo veredicto pues el moderador, aunque lo anunció, no se atrevió a someter la decisión a votación.

 El que salió mal parado fue el “gallopinto”. El Ministro de Educación, padre Fernando Cardenal, preguntó sobre el origen del popular plato nacional, mencionando que cuando él salió del país a estudiar, no había gallo pinto; pero cuando regresó ya había. La pregunta abrió otro ardoroso intercambio en el cual la vernacularidad del gallopinto quedó severamente vapuleada. Se dijo que no era tan viejo, que arroz con frijoles había en otros lados, que el arroz había llegado tarde a Nicaragua, etc. Se desconoce si entre los presentes se camuflaba algún tico, ya que los argumentos que se esgrimieron perfectamente pueden servir de base a otra peligrosa disputa con nuestros vecinos, tan peligrosa como la existente sobre el río San Juan. Se cierne ahora la amenaza de despojo del hasta esa noche sólido cimiento de nuestra nacionalidad: nuestro gallopinto.

El cuestionamiento sacudió mentes y sensibilidades. La poetisa Gioconda Belli, a la hora del refrigerio me preguntó con gesto de consternación “y vos, cuando estabas chiquito ¿comías gallopinto?”. Tan inesperada interrogante dejó mi mente en blanco, o más bien en negro, y no pude acordarme si cuando estaba chiquito comía gallopinto. Hurgué en mis recuerdos infantiles allá en la calle de la amargura, en Corinto, y nada.

El Ingeniero Cuadra -que no era panelista- se tomó la tribuna para ofrecer un interesante enfoque sobre las transformaciones de la comida nicaragüense en el siglo XX. Cuando la sociología vuelva a estudiarse en el país, seguramente habrá que retomar estas hipótesis del ingeniero. Para Cuadra las etapas están marcadas por los siguientes hechos: la introducción de las gaseosas y su demoledor impacto en nuestros “frescos” naturales. La sustitución de la manteca de chancho por aceite vegetal. El desplazamiento del fogón de leña por las cocinas de gas. Y, finalmente, la invasión de las comidas chatarra. Agudo, ¿no les parece?

En el refrigerio repartieron tiste, chicha, cacao y bocadillos que venían muy al caso. Alguien preguntó si no había “chingue”. Y no. No había.

Olvidaba mencionar que el acto se realizó en el salón Pablo Antonio Cuadra, en homenaje al ilustre poeta, formidable adversario político e ideológico de la revolución sandinista.

Esta crónica, que es rigurosamente cierta, ni la mente más desaforada podría haberla imaginado en la década de los ochenta y ha despertado en mí las más variadas reflexiones.

Algunos pensarán que los recetarios de cocina son frivolidades, o invitaciones al ocio elegante. Pero no. Apelo a José Coronel Urtecho, quien en su escrito “Elogio de la cocina nicaragüense” exagerando un poco afirmó: “Dice más sobre la historia de Nicaragua un silencioso nacatamal que todas las páginas de José Dolores Gámez sobre la colonia”. En distinto nivel, Lévi-Strauss, célebre antropólogo francés, ha situado en la cocina el paso del salvajismo a la civilización. Repasen ustedes sus obras emblemáticas: De lo crudo a lo cocido y El origen de las maneras en la mesa. Más recientemente Bourdieu, sociólogo también francés, nos legó “Distinción. Criterio y bases sociales del gusto”, estudio que, junto a otras expresiones, incluye la comida entre los determinantes en la configuración de las clases sociales.

Es indudable la persistente vigencia de la ley del cambio. Las personas cambian. La vida cambia. Los países cambian. Para bien y para mal. El viejo Heráclito continúa invicto.

El episodio me confirmó, además, que vivimos en una sociedad anhelante de ventanas, oxígeno y nuevos senderos. Nuevas formas de vernos y pensarnos.

 A unos centenares de metros de donde se realizaba el ameno episodio relatado, Ortega terminaba de fraguar la demolición de todo resquicio de institucionalidad democrática.

 ¿Cómo conciliar ambas realidades?

10 Comentarios

  1. aura lila

    La realidad es que ambos titulos dados a su escrito «dan en el clavo». Fijese usted, comerse un gallo pinto es carisimo viniendo a ser lujo por los precios exhorbitantes del frijol rojo y quien es el que esta ganando? ya sabemos; y a proposito de este plato nuestro, en mi infancia recuerdo que el desayuno era pan con mantequilla y leche con cafe, en dia domingo era que comiamos huevitos rancheros acompanados con el gallopinto porque sabado era de ley cenar con nacatamal. Por otro lado, pareciera que en esta cita pudo hacerse publico el re-encuentro que deberia darse mas aunque sea para recordar, criticar y pensar en nuestro pasado; la mejor guia introductora a reflexion en comportamiento.

  2. aura lila

    La realidad es que ambos titulos dados a su escrito «dan en el clavo». Fijese usted, comerse un gallo pinto es carisimo viniendo a ser lujo por los precios exhorbitantes del frijol rojo y quien es el que esta ganando? ya sabemos; y a proposito de este plato nuestro, en mi infancia recuerdo que el desayuno era pan con mantequilla y leche con cafe, en dia domingo era que comiamos huevitos rancheros acompanados con el gallopinto porque sabado era de ley cenar con nacatamal. Por otro lado, pareciera que en esta cita pudo hacerse publico el re-encuentro que deberia darse mas aunque sea para recordar, criticar y pensar en nuestro pasado; la mejor guia introductora a reflexion en comportamiento.

  3. Israel

    ME GUSTO SU CRONICA PRIMERO LA LEI EN LA P´RENSA LUEGO REVISO MI CORREO Y AHI ESTA ESTOY DE ACUERDO CON USTED QUE SOMOS UNA SOCIEDAD ANHELANTE DE CAMBIOS Y AUNQUE ORTEGA SE EMPECINE EN DEMOLER LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRATICA NOSOTROS NOS EMPECINAREMOS EN RESTITUIRLA

  4. Israel

    ME GUSTO SU CRONICA PRIMERO LA LEI EN LA P´RENSA LUEGO REVISO MI CORREO Y AHI ESTA ESTOY DE ACUERDO CON USTED QUE SOMOS UNA SOCIEDAD ANHELANTE DE CAMBIOS Y AUNQUE ORTEGA SE EMPECINE EN DEMOLER LA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRATICA NOSOTROS NOS EMPECINAREMOS EN RESTITUIRLA

  5. Manuel

    Esas realidades son irreconciliables. La primera es producto de la recuperación de la sanidad mental, vale decir del uso del análisis, de la razón, del pensamiento libre que da derecho a disentir y el de ver las cosas en una dimensión más objetiva, tal vez más humana. La segunda es la reedición de la locura, de la negación de sí mismo, de la creación de un Estado que niega las capacidades de las personas. Definitivamente, Ortega (como en su momento fue la revolución) no es conciliable ni con la verdad ni con la democracia.

  6. Manuel

    Esas realidades son irreconciliables. La primera es producto de la recuperación de la sanidad mental, vale decir del uso del análisis, de la razón, del pensamiento libre que da derecho a disentir y el de ver las cosas en una dimensión más objetiva, tal vez más humana. La segunda es la reedición de la locura, de la negación de sí mismo, de la creación de un Estado que niega las capacidades de las personas. Definitivamente, Ortega (como en su momento fue la revolución) no es conciliable ni con la verdad ni con la democracia.

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