En el debate que se ha desplegado sobre la concesión, con todo y cartuchera, de los derechos de construir y acaparar los beneficios de la operación de un eventual canal por Nicaragua hay quienes, sin defender ni cuestionar la ley que despoja a nuestro país de su soberanía, toman el cómodo camino del interés individual “a mi qué me importa si al fin y al cabo nada pierdo con esa ley”.
¡Soberana equivocación! Tan grande, como el tamaño del despojo que están haciéndonos víctimas a la mayoría de los nicaragüenses.
No voy a detenerme en la soberanía o en la entrega de nuestros recursos naturales, que ya sería bastante; sin embargo, por tratarse de principios de carácter general, para una mentalidad individualista puede resultar poco convincente. Sólo citaré que el artículo 1 de nuestra Constitución Política establece “La independencia, la soberanía, y la autodeterminación nacional, son derechos irrenunciables del pueblo y fundamentos de la nación nicaragüense”.
Pero vayamos a cosas más concretas. La soberanía se expresa en el marco legal que concede derechos fundamentales a los nicaragüenses. Comencemos con el derecho de propiedad.
En el artículo 12 de la ley de concesión se establece la norma general: “el concesionario tiene la entera discreción para decidir si solicita a la Comisión la expropiación de una Propiedad Requerida y en qué momento”, y el inciso f) del mismo artículo regula los derechos del expropiado “La indemnización por expropiación será equivalente al valor catastral de la correspondiente propiedad requerida”
No hay más que hablar, sea en el territorio de influencia del canal como en cualquier ciudad (puede tratarse de una urbanización para que los chinos alojen sus técnicos, un edificio para oficinas administrativas, una bodega para almacenar materiales), estamos manos arriba ante la decisión que pueda tomar el concesionario o cualquier otro actor al que el concesionario le conceda derechos.
Pero lo más grave ocurre con los activos del Banco Central y las reservas internacionales. El Banco Central es una especie de tesorero de los ingresos que obtiene nuestro país en moneda extranjera. Las remesas, las exportaciones, los créditos y donaciones que llegan, en dólares, en euros o en otras monedas fuertes, forman parte de los activos que administra el Banco.
Las reservas internacionales son una especie de ahorro del país y sirven para respaldar las compras que se realizan en el exterior, las amortizaciones de la deuda externa, los pagos a los proveedores que hace el sector privado, entre otras operaciones.
Las reservas también respaldan la cantidad de córdobas que se ponen en circulación en el país. A mayores reservas en dólares, mayor circulante en moneda nacional.
Pero también forma parte de las reservas internacionales un porcentaje de los depósitos en dólares que los nicaragüense guardan en los bancos nacionales. Casi la quinta parte de esos depósitos son retenidos por el Banco Central mediante el llamado “encaje bancario” o “encaje legal”. En palabras más simples, los depositantes nicaragüenses contribuyen a las reservas internacionales con un veinte por ciento de sus depósitos.
Además, forman parte de las reservas los recursos del FOGADE. ¿qué es el FOGADE? El fondo de garantía de depósitos que se estableció después de las quiebras bancarias. Su propósito es proteger a los ahorristas, hasta un máximo de 10 mil dólares, en caso de que se produzca la quiebra de un banco.
Precisamente por la importancia de las reservas del Banco Central y los recursos del FOGADE, el artículo 7 de la ley orgánica del Banco Central consigna “La propiedad del Banco Central de Nicaragua es exclusiva e intransferible prerrogativa del Estado. Sus bienes, y los sometidos a su administración, son inembargables y no estarán sujetos a retención, restricción, ni procedimiento judicial alguno que los afecte”. En términos similares, el artículo 26 de la ley del FOGADE establece que “Los recursos financieros del Sistema de Garantía en Depósitos son inembargables, y no pueden ser objeto de medidas precautorias dictadas por autoridad judicial, administrativa, o de cualquier otra autoridad…”
¿Y qué establece el Acuerdo suscrito entre Ortega y Jing?
“El Banco Central de Nicaragua acepta irrevocable e incondicionalmente, en nombre propio y de los causahabientes, renunciar a cualquier derecho de inmunidad soberana que pudiese tener y se compromete a no invocar la inmunidad en ningún procedimiento en relación con cualquier disputa que surja de o en relación con el MCA o esta carta de consentimiento”
¿Estamos claros?
De manera irresponsable Ortega ha puesto como garantía los ahorros de los nicaragüenses y la estabilidad del sistema financiero nacional ante cualquier acción judicial, embargo o retención, fuera de la jurisdicción de las leyes nacionales mediante la renuncia de la inmunidad soberana del Banco Central.
Asumamos por un momento que el chino es serio. De nada sirve porque está habilitado para trasladar su concesión a cualquier otro inversionista o socio según lo dispone el Acuerdo “Se otorga al concesionario el derecho de ceder, novar, transferir o gravar todos o cualquiera de sus derechos u obligaciones respeto a todos o cualquiera de los subproyectos…”.
Así que están con el machete en el cuello, no solamente los dueños de propiedades que los concesionarios consideren útil para sus beneficios, sino también todo aquel que tenga sus dolaritos depositados en un banco nacional.
Si consideramos la soberanía nacional un bien menor, el derecho de propiedad y la garantía de nuestros depósitos bancarios no deberían dejar a nadie en la comodidad del “a mí que me importa”.
Felipe Coronel Corrales
Muy bien explicado, diputado.
Aunque me parece que la Soberanía no es algo independiente del Derecho de propiedad de cada ciudadano y de la Garantía de los Depósitos bancarios. Es precisamente la Soberanía nacional la que permite a la Asamblea Constituyente establecer tales garantías para sus ciudadanos en la Constitución y leyes del país. Tan pronto se entrega la Soberanía nacional del modo en que ha sido entregada por Daniel Ortega, todos los ciudadanos nicaragüenses hemos perdido, prácticamente, tal condición y nos han convertido en siervos de la concesión canalera.
Tal es, a mi juicio, la enorme gravedad de esta situación. Nicaragua ha dejado de ser una República soberana durante los próximos 100 años. ¡Es la gran estafa y venta del siglo!
Ortega es el gran estafador y quien ha vendido la patria estafada a un «tope» chino, a cambio de una participación el negocio.
Me temo que el restablecimiento de la soberanía nacional será larga y dolorosa, como siempre.
Franc
Totalmente de acuerdo, entonces cuando se dara un movimiento de salvacion de la patria?
quien se tira al ruedo para revertir todo ese patrimonio perdido desde ahora, sera Ud diputado que con su razonamiento convence a la gente para que siga el mensaje?, sera Ud el proximo candidato presidencial, que sea capaz de aglutinar a todos aquellos que estan en contra de la barbarie y la injusticia?
Aura Lila
Tenemos ejenplos en Egipto, que esperamos?. Exijamos salida de toda la mafia con careta de gobierno.
Alberto Gomez
Tambien forman parte de las reservas, los préstamos del fondo monetario internacional en derechos especiales de giro.
Ya les informaron?
Como reaccionarán?
o estarán tambien en la jugada?
Gonzalo
Es por esa razon que he comenzado a decirle a mi gente, mi familia, mis amigos y tambien a mis compatriotas, a comenzar a sacar nuestro dinero de los bancos, sean estos modestos o grandes cuentas. Este gobierno no da la confianza para tener nuestro dinero que tanto nos ha costado, en los bancos de Nicaragua. Yo recomiendo buscar asesoria bancaria y legal, para saber hasta donde esta seguro e inseguro nuestro dinero aun teniendolo en bancos extranjeros pero trabajando en Nicaragua. No nos durmamos hay que hacer la tarea de investigar y prepararnos para este otro robo del gobierno orteguista. Ya nos la hicieron una vez, devaluando nuestra moneda y luego cambiandola por otra, para robarnos en vivo y todo color. Realmente que el orteguismo ha sido el «chupacabra» o mejor dicho el parasito que se come a Nicaragua y sus ciudadanos.
Leonardo Quintanilla
TODO ESTÁ DICHO