Uno de los principales voceros del orteguismo anunció que se postergará la discusión de las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. Esa es una buena noticia, pero no podemos dormirnos en nuestros laureles.
Es una buena noticia porque hicimos retroceder al orteguismo. Y no tenemos por qué sentirnos inhibidos de proclamar este logro. Al contrario. Debemos felicitarnos. Lo repito. Obtuvimos una victoria porque hicimos retroceder al orteguismo en su pretensión de imponer, este año, una reforma salvaje. Una reforma que, entre otros latigazos, elevaba a 1500 el número de cotizaciones necesarias para obtener una pensión, es decir 30 años; extendía a 65 años la edad de jubilación; aumentaba el monto de los aportes de los trabajadores mientras reducía el monto de las pensiones.
Estemos claros de que este es un asunto que no solamente concierne a los adultos mayores, sino que a los nicaragüenses de todas las edades. Aunque únicamente sobre ellos ha recaido el peso de las manifestaciones callejeras.
Cierto es que no se trata de una gran victoria, pero lograr que retrocedieran es, al fin y al cabo, una victoria. De parte de ellos, igual que hicieron con la reforma tributaria, hubieran aprobado la reforma en un dos por tres, apoyados por la cúpula empresarial y los sindicatos orteguistas.
Ganamos una batalla pero no hemos ganado la guerra.
Porque en este campo ganar la guerra significa lograr una reforma a la seguridad social que asegure la sostenibilidad, sin afectar los derechos de los afiliados y sin castigar a los nuevos cotizantes. Y hay propuestas concretas y viables.
Queremos una reforma. Urgimos una reforma. Pero no la reforma salvaje que pretendía imponer el orteguismo.
Hay que felicitar por esta victoria, en primer lugar, a Radio Corporación, que ha encabezado una campaña sistemática, una campaña contundente y sin desmayo en favor de los intereses de los trabajadores y en contra de la reforma propuesta por el gobierno orteguista.
Hay que felicitar a las organizaciones de la tercera edad que han mantenido una permanente movilización reclamando la pensión reducida, pero también oponiéndose a la reforma propuesta por el orteguismo.
Hay que felicitar a las organizaciones laborales independientes que a pesar de los acosos del orteguismo han persistido en la defensa de los derechos de los trabajadores.
Y debemos felicitarnos todos los que por distintos medios pudimos juntar esfuerzos en contra de la salvaje reforma impulsada por el orteguismo.
Pero el problema de la seguridad social no se ha resuelto. Sigue vivo y agravándose. Siguen los negocios turbios con las inversiones, siguen los abultados gastos administrativos, sigue la baja tasa de cobertura, sigue la deuda del estado, siguen los morosos, sigue el deterioro financiero a largo plazo a causa del deterioro de los salarios reales, siguen los abusos con las previsionales.
No podemos dormirnos en nuestros laureles. El orteguismo por cálculo político se percató de que chocaría con una fuerte resistencia. Pero no desistirá. Seguramente estará al acecho esperando el momento más oportuno para descargar el sablazo.
Pueden tener la seguridad de que su táctica será la siguiente: esperará a tener un acuerdo con el Fondo Monetario. Incorporará la reforma al INSS en el programa que acordará con el Fondo. Y después intentará lavarse las manos afirmando que es una imposición del FMI. Que todo es culpa del Fondo. Además, incorporará algunas modificaciones en la propuesta original para aparecer, poderoso y magnánimo, con el aplauso de la cúpula empresarial y sindicatos orteguistas.
No es momento pues de cruzarnos de brazos. Debemos pasar a la ofensiva y desarrollar una campaña que mantenga el dedo sobre la llaga y motive la acción de la gente. Propongo una campaña de recolección de firmas para demandar, conforme la Constitución, que una futura reforma se someta a la aprobación de los ciudadanos por medio de un plebiscito.
Por supuesto, sabemos que el orteguismo puede utilizar su poder y sus mañas para impedirlo. Pero, como ya se demostró, no hay peor lucha que la que no se hace y, al menos, una campaña como esta permitiría mantener vivo el reclamo por una seguridad social que favorezca a los trabajadores, que promueva el empleo decente y un retiro digno. Todos tenemos esos derechos y todos debemos poner nuestro grano de arena por defenderlos.
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