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Volvamos con los “ladrones de alcantarillas” (otra vez, sólo para curiosos)

manjoles

Con el título “Ladrones de alcantarillas”, hace algunos días publiqué copia de un decreto (bando) mediante el cual el presidente de la Audiencia de Guatemala, con jurisdicción en todas las provincias de Centroamérica, imponía severas penas a los ladrones de losas de las calles. Estas penas incluían multas y prisión de seis meses de obras públicas. El bando data de la época colonial. Algunas personas me escribieron expresando que no entendían la razón de la publicación y una manifestó que más bien parecía una curiosidad irrelevante. Tienen razón. En realidad no expliqué suficientemente los motivos de la publicación. Aquí van.

Todos observamos que hay prácticas sociales que se repiten y renacen una y otra vez. Con esa preocupación, me he empeñado en el propósito de rastrear, en la época colonial, claves que puedan explicar realidades y comportamientos actuales. Pienso que el bando en cuestión -aparentemente un detalle o una curiosidad irrelevante- si reflexionamos un poco nos ofrece mucha información útil. Intentaré demostrarlo con un breve análisis.

El hecho histórico, debidamente documentado, es que se emitió un decreto, al más alto nivel jurisdiccional. Este hecho revela que el robo de losas de las calles constituía un problema de magnitud suficiente como para ameritar una decisión a este nivel. La primera  pregunta que surge es: ¿Quiénes se robaban las losas? Dado que se trataba de un delito que se cometía en las ciudades, es de presumir que los autores eran residentes urbanos o en los alrededores de las ciudades. Si recordamos la demografía colonial podemos decir que no eran indígenas sino mestizos o mulatos.

Sigamos. Las losas no son de un gran valor, hay que trasladarlas por la noche, con riesgo y esfuerzo. Es obvio entonces que se trataba de desempleados, marginados o gente muy pobre. Por otra parte, si se robaban las losas era porque alguien las compraba. ¿Quiénes las compraban y para qué? Para comenzar, los compradores tenían ingresos suficientes para adquirir un artículo tan inusual. La siguiente deducción es que el uso más probable era para sus construcciones particulares.

Continuemos. Se trataba de un robo de propiedad pública, que estaba destinada a utilizarse en un servicio público (las calles). La pregunta entonces es ¿qué respeto tenían los traficantes de losas por la propiedad pública y los servicios públicos? Uno debe concluir que ninguna o muy poca. La necesidad pesaba más que el riesgo y el espíritu cívico.

Si nos detenemos, podríamos pensar que esta “visión” y este comportamiento no podía reducirse solamente al robo de las losas de las calles. Es previsible que en condiciones similares este comportamiento se extendiera a otras esferas de la sobrevivencia, convivencia y vida social.

Volvamos al presente. No es difícil establecer semejanzas con los ladrones de las losetas de alcantarillas y manjoles: un delito de pobres, cuya necesidad les lleva a no tener reparos frente a la propiedad pública o los servicios públicos.

Ahora viene la pregunta del millón. Si estas conductas podemos rastrearlas a más de doscientos años de distancia ¿cuál es la profundidad de su arraigo? ¿De qué manera podemos desarraigarlas? ¿podemos identificar nexos entre el desempleo, la exclusión y la falta de oportunidades y comportamientos sociales?

(se escuchan los ecos de la otrora famosa frase del Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”).

¿Se fijan que no es un ejercicio ocioso? ¿Tiene sentido buscar en el pasado las raíces de comportamientos presentes?

Los resultados no son mecánicos, ni lineales, ni absolutos. Pero yo creo que sí.

  1. Juan Pablo Betanco Moreno

    Bueno Enrique si ya nos vijilan ahora los cepezapos,que hacen son los que roban los materiales de las alcantarillas,por que asi como se dan cuenta donde vamos que hacemos,debn saber de los autores nocrees?

  2. Juan Pablo Betanco Moreno

    Bueno Enrique si ya nos vijilan ahora los cepezapos,que hacen son los que roban los materiales de las alcantarillas,por que asi como se dan cuenta donde vamos que hacemos,debn saber de los autores nocrees?

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