Hace algún tiempo, todas las mañanas se me encogía el corazón cada vez que pasaba por un sitio donde un padre acompañaba a su hijo adolescente, quien, desde una silla de ruedas, sin poder mover ninguna parte de su cuerpo, solamente atinaba a dirigir una mirada de súplica a los que transitábamos. El padre ni siquiera extendía la mano. Solamente mostraba la perenne agonía de su hijo. Una agonía que seguramente se extendía también a la madre y resto de familia. Tengo rato de no verlos, imagino que finalmente el niño no pudo más con la carga cruel encadenada a su alma y a su cuerpo.
Recuerdo también la entrevista que en un programa televisivo se le hacía a una madre con un hijo que padecía síndrome de Down -un pipito como se acostumbra decir ahora-. La señora explicaba todos los sacrificios, desvelos, angustias, trabajos que cada día debía cumplir para alimentarlo, para cuidar su salud, para educarlo, para protegerlo. Relataba cómo una sonrisa, un avance, una palabra, eran motivo de orgullo y satisfacción.
Pero también la señora refería cuánto le costó a ella y a su familia que su hijo llegara a ser adulto. Prácticamente toda una vida dedicada al cuidado de su hijo. Decía la señora que a veces, por las noches, muerta de cansancio y de zozobra, sólo podía pedirle al señor que le diera voluntad y fuerza para amanecer al día siguiente con la misma disposición del día que había cumplido.
Detrás de cada discapacidad hay un dolor, un drama humano o una tragedia, para el discapacitado, para su madre, para su padre, hermanos y familia. Y ninguno de nosotros puede sentirse exento porque una discapacidad también se puede adquirir en el camino.
Aprovecho aquí para enviar una abrazo a Egda, ejemplo de tenacidad y ternura con el angelito que ahora la protege desde el cielo.
De acuerdo a la última información oficial disponible, más del 10% de la población nicaragüense sufre alguna forma de discapacidad. Distintas son las causas. En unos casos son razones genéticas; en otros, secuelas de accidentes; en otros, consecuencia de enfermedades infecto-contagiosas o de enfermedades degenerativas. Un alto porcentaje de discapacitados se ubican en la tercera edad. En buena parte de los casos en el fondo se encuentra un problema de pobreza y abandono.
La discapacidad debe ser enfocada desde una perspectiva de derechos humanos pues tiene en su base el respeto a la igualdad y a la no discriminación. En este sentido abarca dimensiones múltiples: Educación, porque el aprendizaje contribuye a abrir puertas de sobrevivencia y superación. Salud, porque debe asegurarse prevención, rehabilitación, medicinas, atención y medios auxiliares. Laboral, porque la no discriminación incluye abrir oportunidades para optar a un empleo digno. Pero hay otras dimensiones que comprometen al Estado, a la Sociedad, a las Empresas. En definitiva, es un asunto que concierne a la sociedad en su conjunto, por razones éticas y humanas.
En Nicaragua debe reconocerse la gran labor que en materia de sensibilización social y de acciones concretas que día a día cumple la organización “Los Pipitos”. El Teletón que anualmente se realiza representa un evento nacional, valioso, loable, notable. Pero no es suficiente. No basta con un gesto anual de generosidad ciudadana. La discapacidad debe comprometer a la sociedad toda, con gestos cotidianos, para hacer un poco más amable la vida de quienes injustamente transitan un camino erizado de espinas.
Desde el lenguaje, se ensayan múltiples expresiones. Reconozco la buena intención aunque desconozco la eficacia real de tantos cambios. No ha terminado uno de familiarizarse con una expresión cuando ya debe adoptar otra: minusválidos, discapacitados, capacidades diferentes. Tal vez el lenguaje sea un recurso, pero a veces es una ironía ante la tragedia cotidiana que a veces a uno le toca palpar.
Hay una ley en Nicaragua denominada Ley de Derechos de Personas con Discapacidad que consigna un conjunto de derechos que comprometen al conjunto de la sociedad y que he considerado oportuno recordar algunos:
- Todas las nuevas edificaciones, públicas o privadas, destinadas a uso público deben incluir un diseño que posibilite el acceso a las instalaciones y su utilización en condiciones apropiadas. En el caso de las construcciones existentes deben realizarse gradualmente las adaptaciones correspondientes.
- Descuento del 50% en transporte público urbano y al menos 30% en transporte interurbano, acuático o aéreo.
- Todas las instituciones, alcaldías, empresas públicas o privadas con más de 50 trabajadores, deben incluir en su nómina al menos el 2% de personas con discapacidad. Si la empresa tiene 10 y 50, al menos debe contratar 1 trabajador con discapacidad.
- Derecho a que se desarrollen programas de educación especial. Inatec y el consejo nacional de universidades deben crear carreras y programas de formación de docentes en educación especial.
- Derecho a salud gratuita, especializada y de calidad, incluyendo prevención, rehabilitación, provisión de medicamentos y medios auxiliares.
- Exenciones en la importación de materiales, equipos, materias primas y vehículos automotores con adaptaciones a la discapacidad
- Exención del Impuesto sobre bienes inmuebles siempre que sean dueños y con un valor menor de 20 mil dólares.
Aunque no están aquí todos los derechos que la ley otorga, es también importante volver a repetir, derecho que no se defiende es derecho que se pierde.
Manuel
En Nicaragua, en las zonas más pobres, la discapacidad está correlacionada con la pobreza. Niños que no comen bien en sus primeros cinco años tienen menor desarrollo cerebral, algunas veces visible, otras veces no tanto. Otra cara más de la pobreza que debemos combatir.