Política y Realidades nacionales

Vivir bonito

Un día de estos, mientras esperaba el cambio de luz en un semáforo, quedaron delante de mi dos toyotonas de esas que intimidan con su porte y aspecto. Una en mi carril y la otra en el carril de al lado. Las camionetonas tenían dos cosas en común: el lujo que acredita su precio (lloran aproximadamente 50 mil dólares) y la calcomanía que portaban en los vidrios traseros, con esos raros dibujos teñidos de los sicodélicos colores que adornan las fanfarrias orteguistas. En ambas calcomanías se destacaba la frase: yo vivo bonito.

Mi primera reacción fue de risa ante semejante desfachatez. Porque claro, resultaba patente que los dueños de los lujosos vehículos, en efecto, viven bonito. Y no tienen el más mínimo recato en exhibirlo.

Inmediatamente vino la reflexión sobre el círculo de los nuevos ricos, integrado principalmente por comensales del régimen orteguista. Testaferros, beneficiarios de concesiones y titulares de contratos amañados. Todos comparten la misma arrogancia y cargan como estandarte la misma desfachatez. En esos caudales desembocan las reservas del INSS, las compras y contrataciones del estado sin licitación, los turbios negocios con los fondos de la cooperación petrolera venezolana, al igual que las otras fuentes que alimentan la desenfrenada ambición que corre sin cauce al amparo del control absoluto del poder.

Un poder que concede indulgencias y reparte impunidades. Igual que en la época de Zelaya. Igual que en la dictadura somocista. Igual que con Alemán. Triste historia.

De repente se acerca a las camionetonas el tropel de limpia parabrisas, vendedores ambulantes y malabaristas que han construido su hábitat laboral en los semáforos. Se acercan y rápidamente se alejan, ahuyentados seguramente por el rostro hostil del conductor, o por alguna expresión despreciativa o por los vidrios ahumados.

Me quedé preguntando:

¿Qué pensarán o sentirán todos esos pobres al acercarse o alejarse de las flamantes camionetonas portadoras del estandarte “yo vivo bonito?

¿Qué pensarán o sentirán los desempleados y subempleados cuando, apretujados en los buses, apiñados en las paradas, caminando a medio sol o ganándose la vida a la intemperie, ven pasar, todos fachentos, a los nuevos ricos ostentando en sus partes traseras el “yo vivo bonito”?.

Algunos recordarán sus camisetas, tan parecidas a las calcomanías de las camionetonas, con los mismos colores sicodélicos y los mismos dibujos, pero tan distantes. Más temprano o más tarde tendrán que llegar a la conclusión de que hay dos maneras de vivir bonito en el régimen orteguista: Los que viajan en las camionetonas y los que comen salteado. Un abismo los separa.

La verdad es que esas calcomanías, en esas camionetonas, son un himno a la falta de vergüenza y una bofetada cotidiana a la pobreza y apremios que padece la mayoría de los nicaragüenses. En particular, son un escarnio para quienes todavía siguen esperanzados con futuros tiempos de abundancia, gracias a la providencia mesiánica de la pareja presidencial.

Ahí es donde cumplen su papel los embustes que la caudalosa campaña oficial ha ido apilando en las mentes ingenuas a lo largo de estos años. La tierra prometida llegará en forma de canal. El maná caerá a la par de una refinería. Seremos bendecidos con el retorno del algodón. Y prosperados con el puerto de aguas profundas en el Caribe.

En un país donde todos los déficits son agudos: déficit de empleos, déficit educativos, déficit de democracia, déficit de la balanza de pagos, déficit salariales, tal vez el principal déficit sea el déficit de vergüenza.

Un déficit que indudablemente será muy difícil de saldar.

Ahí está el ejemplo de los flamantes ocupantes de las flamantes camionetonas, con su flamante rótulo: yo vivo bonito.

  1. rigoberto artola

    Bien dicho Enrique, Dios te bendiga y a esa indgnacion me uno yo, junto con mi pueblo nicaraguense., espero no sea por muy largo tiempo.

    • Felicidades Enrique por tu acertado comentario sobre el «vivir bonito». Lo único que no sé, si estos comentarios le hacen cosquillas a los corruptos que destruyen al país para su beneficio. Son muy conchudos, no conocen la vergüenza. Pero hay que seguir insistiendo. tal vez algún día se percatan del clamor de pueblo que demanda democracia, independencia de poderes, respeto a la Constitución y a los derechos humanos, etc. etc.

  2. Franc

    Pero los pobres tontos, el vivir bonito lo asocian con limpiar y botar la basura, estos viven bonito porque viven mareados por todo lo que les dan para anden en esas toyotonas llevando a los nuevos ricos del pais, que ahora se conocen como la nueva burguesia orteguista de Nic.

  3. Anastasio

    Una burla para el pueblo pobre de Nicaragua.

  4. Anastasio

    Una burla dicha calcomania para el pueblo pobre de Nicaragua.

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