Hace algunas semanas compartimos un escrito sobre las semejanzas en las formas de ejercer el poder entre Anastasio Somoza García, el fundador de la dinastía somocista, y Daniel Ortega: Marrullerías, fraudes electorales, represión, conspiraciones, apropiación de los bienes del Estado, corrupción campante y sonante, falta de escrúpulos, manipulación de sindicatos, alianzas con grupos económicos prominentes, transformación de las fuerzas armadas en un aparato al servicio personal, pactos, embustes, compra de conciencias y, completamente desalmados para asegurar su permanencia en el poder, incluso arrebatando la vida de opositores.
Con tantas semejanzas no es aventurado concluir que Ortega se ha copiado íntegramente las fórmulas de Somoza García, solo que corregidas y aumentadas. Hasta la palabra Plomo que pintan en casas de opositores, viene de Somoza: Las famosas «tres P» de la fórmula somocista: Plata para los amigos, palo para los indiferentes, plomo para los enemigos.
Recapitularemos un episodio de la historia para después traerlo al presente.
Era el año 1936, último del período presidencial de Juan Bautista Sacasa. Somoza García se encontraba obsesionado con llegar a la presidencia en las elecciones programadas para noviembre de ese mismo año.
Dos prohibiciones constitucionales le impedían presentar su candidatura: Ser militar en servicio activo y tener un parentesco cercano con el presidente.
¿Qué marrullerías utilizó Somoza García para burlar las prohibiciones?
Primero orquestó un golpe de Estado que culminó con la renuncia y salida del país del presidente Sacasa. Así, Somoza removía el primer obstáculo: ya no era pariente del presidente en ejercicio. Tiempo después, presentó su renuncia como jefe director de la guardia, al presidente títere, designado después de la renuncia de Sacasa, un tal señor Brenes y Jarquín. Se designó para «reemplazar» a Somoza al frente de la jefatura de la guardia al coronel Rigoberto Reyes. Y vean lo que son las cosas en la historia, el coronel fue abuelo del siempre recordado ex presidente del Consejo Supremo Electoral, Roberto Rivas Reyes.
Somoza se quitó el uniforme militar y se colocó el traje de civil….pero siguió despachando en su misma oficina de jefe director de la guardia y girando todas las órdenes. Mientras el coronel Reyes firmaba los papeles que Somoza le pasaba para firma y sello.
Eliminados los obstáculos, Somoza presentó su candidatura. Como el partido opositor se retiró, inventó otro, integrado por conservadores somocistas. Por supuesto, el Consejo Nacional de Elecciones declaró ganador al General, pero las cifras electorales no le resultaron satisfactorias, así que una semana después el mismo tribunal electoral daba a conocer unas cifras en las que Somoza mágicamente aparecía con un 30% de votos por encima de los resultados que inicialmente se dieron a conocer. ¿Algo les resulta familiar?
Somoza García tomó posesión como presidente de Nicaragua, en enero de 1937. Quién podía dudarlo: inmediatamente reasumió el cargo de jefe director de la Guardia Nacional, por si las moscas.
Son los tiempos inaugurales de la era somocista.
Pero el régimen no estaba consolidado. Faltaba un paso más y ese paso fue la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, en 1938. Tal como estaba planificado, las elecciones fueron ganadas, arrasadoramente, por el partido liberal de Somoza, quien repartió también representaciones menores a sus socios colaboracionistas.
La Asamblea Constituyente aprobó una nueva Constitución pero además adoptó la siguiente disposición: “En ejercicio de la plenitud de la soberanía que corresponde….La Asamblea Constituyente por mayoría absoluta de sus miembros elegirá al ciudadano que ha de ejercer la presidencia de la república en un período que se contará desde el 30 de marzo del corriente año hasta el uno de mayo de 1947… La Asamblea Constituyente continuará en funciones convertida en congreso nacional y ejercerá el poder Legislativo hasta el 15 de abril de 1947”.
¿Y a quién creen ustedes que la Asamblea Constituyente eligió como presidente de la república?
¡Adivinaron!
De este modo, Somoza se ahorró el tequio de organizar elecciones presidenciales y de un solo tajo se recetó ocho años más a su período presidencial. En compensación por el favor, los mismos constituyentes se auto-recetaron un período de 8 años como representantes en el congreso nacional.
Y miren lo que son las cosas, esta disposición que marcó el destino del país por los restantes 40 años, pues fue la plataforma sobre la que se construyó la dinastía, fue incluida en un artículo transitorio! Hoy, con un artículo transitorio exhumado marrulleramente por el régimen, Ortega mantiene a sus sirvientes en los distintos poderes del Estado, de facto, porque a todos ya se les venció el período legal. Pero ahí están, orondos y complacientes.
Ustedes se estarán preguntando, está bien, pero ¿A qué viene esta historia?
Pues el relato obedece a que ha comenzado a circular el rumor de que Ortega está pensando en montar una opereta electoral para una Asamblea Constituyente y, mediante esta marrullería extender su período en el poder sin tener que molestarse en realizar elecciones presidenciales.
Dada la mentoría que desde «otro plano de vida», ejerce sobre Ortega el general Somoza García, pues no sería nada extraño. Al contrario.
Por ahora es un rumor. Pero valdría la pena que tomen debidamente nota quienes andan entotorotados con el cuento de las elecciones. En cualquier caso, como dice el refrán, en guerra avisada no muere soldado.
#Nicaragua
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