Aunque no es propiamente una tarea agradable, no tenemos otra alternativa que referirnos al más reciente discurso de Ortega pues no podemos dejar pasar sus embustes. Como hemos mencionado en otras oportunidades, es un error pensar que todos los nicaragüenses disponen del mismo nivel de información sobre las realidades del país, o que todo lo sabe, o que todo lo recuerda. Por esta razón es esencial compartir datos y análisis que permitan a cada uno formarse opiniones fundadas en los hechos y no en la verborrea que los jerarcas del régimen repiten una y otra vez.
Ortega dedicó buena parte de su perorata a descalificar el capitalismo salvaje y rebosando de amor por el prójimo se refirió al desempleo, a la pobreza, a las luchas de los trabajadores.
Pues bien, el mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje, es el mismo que aprovechándose del control que ha ejercido sobre las empresas ALBANISA y de DNP no ha tenido el menor escrúpulo en esquilmar a los nicaragüenses con los exagerados precios de los combustibles. Como sabemos, ambas empresas dominan buena parte del negocio de hidrocarburos. Y ahí tienen el ejemplo a mano: mientras los precios internacionales del petróleo se encuentran por el suelo en el mercado internacional del capitalismo salvaje, los nicaragüenses tienen que pagar precios que rayan en la estafa. Así, a pesar de la crisis, del desempleo y de las carencias de la población, el monarca y sus secuaces siguen engordando sus bolsillos, para deleite y gozo de las empresas transnacionales que en Nicaragua hacen negocio redondo –léase Puma y UNO- cobrando a los nicaragüenses precios muy por encima de los que cobran en El Salvador, Honduras o Guatemala.
El mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje, es el mismo que controla la empresa capitalista Albageneración, la mayor empresa generadora de energía eléctrica del país, y la que recibe los mayores precios por la energía que vende, gracias a los contratos ventajistas aprobados por el INE. Controla además la empresa capitalista que ejerce el monopolio de la distribución de electricidad, desde la cual se imponen las mayores tarifas de Centroamérica y, para calvario de los más diversos sectores, alteran las facturas de los consumidores. Y es el mismo que impuso una ley para perseguir, acosar y penalizar a los consumidores en mora, en circunstancias en que miles de familias padecen subempleo, desempleo y pérdida de ingresos.
El mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje, es el mismo que desde el Ministerio del Trabajo, en contubernio con pseudo dirigentes sindicales que obedecen ciegamente sus designios, impone salarios de hambre en las zonas francas y no tuvo ningún empacho en reprimir, encarcelar y enjuiciar cuando algunos grupos de trabajadores de las maquilas se atrevieron a reclamar derechos elementales.
El mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje, es el mismo que desde el gobierno ha sembrado de concesiones mineras el territorio nacional, otorgándolas a empresas capitalistas transnacionales que se llevan el oro, se llevan los dólares y solamente dejan tierras desoladas una vez que terminan las explotaciones. Y es el mismo que no tuvo ningún empacho en reprimir a sangre y fuego las protestas de trabajadores mineros en San Domingo, en Bonanza, en Mina el Limón, encarcelando, garroteando y provocando muertes y heridos.
El mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje, es el mismo que encabeza un gobierno, donde la entidad promotora de inversiones extranjeras, ProNicaragua, exhibe como principal ventaja comparativa del país la pobreza de sus habitantes y los bajos salarios de los trabajadores. “Señores empresarios del capitalismo salvaje, traigan sus dólares a Nicaragua que aquí obtendrán jugosas ganancias porque se pagan los más bajos salarios de Centroamérica” es lo que pregonan, con otras palabras, los folletos promocionales de esa institución.
El mismo que congeló los salarios de los maestros y trabajadores de la salud del sector público y que tiene al borde de la quiebra la seguridad social por haber despilfarrado el patrimonio de los trabajadores, es el mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje.
El mismo que no ha movido un dedo para contribuir a los trabajadores que han caído en el desempleo o para aliviar la zozobra de micro empresas, trabajadores por cuenta propia y pequeñas empresas provocada por el impacto de la pandemia, es el mismo que llenándose la boca de amor al prójimo, despotricó en contra del capitalismo salvaje.
El mismo que despotricó en contra del capitalismo salvaje es un multimillonario enriquecido al amparo del poder. Una auditoría del banco privado de Ortega, el BANCORP, reveló que, en el 2017, camuflada bajo la figura de contratos de fideicomiso, parte de la fortuna se encontraba encomendada a ese banco. Nada más y nada menos que 2 500 millones DE DÓLARES. Pero eso no es lo peor: la auditoría del BANCORP correspondiente al 2018 reveló que mientras empresas de todo tamaño, familias y trabajadores buscaban como sobrevivir a los ahogos que provocaba la crisis, la fortuna de Ortega creció ese año en más de 200 millones de DÓLARES. Esta es solamente una parte de la fortuna de Ortega pues, evidentemente, otra parte de su fortuna de Ortega se encuentra a buen recaudo en otros refugios.
Despotricó en contra del capitalismo salvaje uno de los multimillonarios más acaudalados de Centroamérica.
Así que, cada vez que un seguidor de Ortega le hable bellezas del trabajo por los pobres y por los trabajadores nicaragüenses, usted ya tiene muchos argumentos para desnudar las patrañas del régimen. Y así tenemos que actuar, de día en día, abriendo los ojos y oídos a quienes todavía los tienen cerrados y mantener en alerta a quienes ya los abrieron.
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