Para formular una estrategia sobre bases sólidas uno de los pasos esenciales es analizar las fortalezas y debilidades del adversario. Solamente así puede definirse razonablemente la ruta a seguir.
Analicemos qué ha ocurrido con lo que durante mucho tiempo fue el principal pilar de sustentación del régimen de Ortega.
A lo largo del período de apogeo, la cooperación petrolera venezolana desempeñó, a todas luces, un papel clave. Fue su palanca más fuerte. Con toda razón puede afirmarse que jamás Ortega podía haber construido su régimen sin los cuantiosos recursos que le proporcionó el chavismo. Le permitieron acumular una cuantiosa fortuna; codearse con los grandes capitales y establecer alianzas, nacionales y regionales; comprar conciencias; entregar prebendas a los allegados y cultivar una clientela política a partir de dádivas.
Corresponde pues analizar cuál es el estado de las relaciones económicas con Venezuela.
De acuerdo a un informe publicado recientemente por el Banco Central, en el 2018 la cooperación venezolana fue de 27 millones de dólares.
¡Qué lejos están los tiempos de esplendor cuando año con año llegaban en promedio 550 millones de dólares!
Haga de cuenta que Ortega recibía un pastel cada año, dividido en 20 pedazos. Y ahora solo recibe un pedazo, de los 20 que recibía.
Ahora veamos cómo se utilizaron esos 27 millones de dólares. Para comenzar, ni un centavo para los pregonados proyectos sociales de antaño. Ahora que se amurriñó la gallina de los huevos de petróleo, no se destinó un solo centavo para los “hambre cero”, las “casas para el pueblo”, los “plan techo”, y demás programas clientelares que le servían al régimen para sacar pecho con dinero ajeno.
Según el informe, los 27 millones de dólares del 2018, se destinaron a lo que llaman proyectos socioproductivos. El FMI los llama proyectos con fines de lucro. En buen cristiano: negocios. Entre estos proyectos incluyen comercio justo, producción agropecuaria y forestal, inversión financiera, para mencionar algunos.
¿En qué consisten esos proyectos y quiénes reciben o se quedan con ese dinero? No es difícil adivinarlo.
El otro asunto que llama la atención del informe del Banco Central es que en el 2018 no se destinó un solo centavo al famoso Supremo Sueño de Bolívar, la portentosa refinería que proyectaban construir. Invirtieron más de 500 millones de dólares y al final quedó en unos tanques de almacenamiento de hidrocarburos. Hasta allí llegó el sueño. Pero esa infraestructura es parte del control que ejercen en el negocio del combustible. Un negocio que les sirve para exprimir los bolsillos de los nicaragüenses imponiendo los precios más altos del combustible de Centroamérica.
En cualquier caso, 500 millones de dólares, son 500 millones de dólares, en consecuencia, la pregunta de los 500 millones es: ¿Quién o quiénes son los propietarios de esa inversión?
¿Necesita usted adivinarlo?
Pero hay otra inversión que aparece registrada en el informe. Se trata de 470 millones de dólares que invirtieron en generación eléctrica. Casi 500 millones de dólares. Así se convirtieron en los mayores proveedores de energía del país. Y desde allí también exprimen los bolsillos de consumidores y empresarios.
Entre generación de energía y almacenamiento de combustible la inversión redondea los mil millones de dólares. Significa que tiene sus realitos el monarca.
En total, los flujos de cooperación de Venezuela que sirvieron para instalar y apuntalar al régimen de Ortega rondaron los 5000 mil millones de dólares. Con semejante suma de dinero era para lanzar el país hacia el futuro. Educación de calidad en todos los niveles. Modernización de pequeñas, micros y medianas empresas. Programas de mejoramiento tecnológico en el sector agropecuario. Infraestructura productiva a lo largo y ancho del país. Oportunidades de trabajo e ingreso. Y Dispararnos hacia un progreso real. Pero se quedaron manipulando estadísticas, imponiendo negocios rentistas y embolsándose el dinero.
Una oportunidad despilfarrada.
En lo que corresponde al comercio exterior, en los tiempos dorados las exportaciones llegaron a superar los 400 millones por año. En el 2018 apuradamente llegaron a 20 millones de dólares.
La otra parte fea de la película es la deuda. En total, la deuda asciende a 3.780 millones de dólares, según el reporte del Banco Central. Se acerca, decimos, porque no sabemos cuánto se ha acumulado en intereses o cuánto se ha amortizado. En cualquier caso, para ayudar a la memoria digamos que la deuda es de 4000 millones de dólares aproximadamente.
En resumen, la otrora frondosa cooperación venezolana está ahora tan anémica y enclenque, como la dictadura que ayudó a instalar en Nicaragua.
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