La crisis económica que por causa de Ortega castiga a trabajadores, familias y empresarios nicaragüenses, también repercute en las bases que todavía le quedan al régimen. No es consuelo, pero es augurio de que esas bases continuarán desgranándose, cada vez más aceleradamente. Esto no es discurso sino que hechos sustentados en cifras. Veamos un ejemplo.
El Ministerio de Hacienda es la institución que se encarga de manejar los ingresos y los gastos del Estado. Allí desembocan todos los impuestos que pagan los nicaragüenses: empresarios, asalariados, profesionales, así como consumidores, lo mismo que las donaciones y créditos que contrata el Estado. Del conjunto de ingresos se financian los gastos del Estado: sueldos de maestros y trabajadores de la salud, policía y ejército, al igual que la reparación o construcción de carreteras, hospitales o rehabilitación de escuelas, para mencionar algunos.
Recientemente publicaron el informe de ejecución presupuestaria correspondiente al primer trimestre de este año. Se trata de un documento que proporciona información contundente sobre los alcances de la crisis económica en que nos tiene metido el régimen.
Para no hacer tan complicada la cuestión nos vamos a referir únicamente a dos datos.
Comenzaremos por las transferencias a las alcaldías. En virtud de una ley aprobada en el período presidencial del ingeniero Bolaños, a las alcaldías se les transfiere el 10% del presupuesto general de la república. Una parte de estos fondos se destina a los gastos corrientes de las alcaldías, como salarios, y otra parte realizar inversiones y obras municipales.
¿Y qué dice el informe?
Dice que el gobierno solamente ha transferido el 3% del monto que está obligado a transferir a las alcaldías. Esto significa que de 6400 mil millones de córdobas que están presupuestados, solamente ha trasladado 233 millones. Peor aún, C$ 5 350 millones de córdobas corresponden a gastos de inversión. Y en el primer trimestre el gobierno no entregó ni un centavo a las alcaldías.
No se han escuchado protestas porque en las alcaldías lo que hay son vasallos del mandamás. No han dicho esta boca es mía.
¿Cuáles son las implicaciones de esta información?
Sabemos que buena parte de esos fondos están destinados a sostener la clientela política local del régimen. Sueldos de supernumerarios, propaganda, familiares. Hasta paramilitares alcanzaron en esa nómina. Sabemos también que las obras que construyen las alcaldías sirven también para beneficiar a allegados del régimen, de los alcaldes, de los concejales y de los secretarios políticos. Allí no hay licitaciones sino asignaciones a empresas de empresarios de nuevo cuño y testaferros.
La primera implicación es entonces que la crisis comienza a castigar directamente a los más fieles del régimen, a nivel municipal. Esto significa que miles de seguidores de Ortega están comenzando a vérselas «de a palito». ¿Cuánto tiempo durará su fidelidad?
Ahora pasemos a las causas de este recorte tan pronunciado.
Resulta que en comparación con el 2018, los ingresos tributarios disminuyeron en todos los tipos de impuestos. Es lógico que los ingresos disminuyeran. Con el desempleo, hay menos asalariados que contribuyen al impuesto sobre la renta. Como las familias tienen menos ingresos, compran menos y por consiguiente hay menos captación por el IVA, que es el impuesto sobre ventas. Debido a que las empresas están cerrando, venden menos o están o reduciendo sus actividades, obtienen menos utilidades, lo que también repercute en la disminución del impuesto sobre la renta. Como las importaciones son menores, los ingresos por impuestos aduaneros también son menores. En fin.
Y si hay menos ingresos, pues hay que cortar gastos. Y aunque han recortado en todas las instituciones, parece que para el régimen el perro más flaco son las alcaldías.
La raíz de todo es que mientras Ortega se encuentre en el poder, no hay manera que la economía levante cabeza. No lo decimos nosotros, lo dicen los datos del mismo gobierno.
En otro comentario decíamos que es importante que tomemos como un frente de lucha nuestros centros de trabajo, de estudio y aún nuestros propios hogares o vecindario, para desenmascarar las mentiras del régimen. Para aclarar a la gente. Y uno de los mensajes que debemos llevar es, precisamente ese: Que mientras Ortega permanezca en el poder seguirán cerrando empresas, seguirá creciendo el número de desempleados y escasearán las oportunidades de trabajo.
Y hay que argumentar las razones. Aquí están algunas: Ningún inversionista nacional o extranjero va a arriesgar su dinero mientras Ortega esté en el poder. El aislamiento internacional, el descrédito internacional, los señalamientos por cometer delitos de lesa humanidad, la amenaza de que se apliquen sanciones más graves, son razones que espantan a los inversionistas. Por otro lado, la incertidumbre que provoca un gobierno que no respeta libertades ni derechos, ni la Constitución ni las leyes, ha llevado a la gente a retirar su dinero de los bancos. Más de 1700 millones de dólares se han retirado a causa de la crisis sociopolítica. Esto provoca que los bancos otorguen menos créditos, que las empresas y productores no dispongan de dinero para invertir y para su capital de trabajo. Y también erosiona las reservas de divisas en el banco central.
Por consiguiente, si nos relacionamos con maestros, trabajadores de la salud, trabajadores de las alcaldías, trabajadores de los ministerios, del poder judicial y de otras instituciones del Estado, y en general con gente que todavía cree en los cantos de sirena del régimen, hay que machacarles y machacarles este mensaje: Mientras Ortega esté en el poder no hay manera que la economía levante cabeza. El desempleado difícilmente encontrará trabajo. Y los que tienen empleo permanente estarán amenazados. Cumplir esta tarea es algo que se encuentra al alcance de cada uno de nosotros. Manos a la obra.
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