Historias de ayer y de hoy

Los desmanes de Daniel Ortega como opositor

El ingeniero Antonio Lacayo, que en paz descanse, ministro de la presidencia en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro, escribió un voluminoso libro de memorias, con el título “La difícil transición nicaragüense”. En ese libro, Toño, a como era conocido popularmente, narra las peripecias, dificultades, dilemas y hasta tragedias que nuestra naciente democracia enfrentó durante el gobierno de doña Violeta.

A propósito del discurso de Daniel Ortega del pasado 22 de septiembre, en el que quiso presentarse como un pacífico opositor, demócrata y respetuoso de las leyes, es importante que los nicaragüenses refresquemos nuestra memoria para poder encarar con argumentos sólidos las mentiras del genocida

Vamos a situar el contexto. En septiembre de 1993, el gobierno de doña Violeta anunció la creación de un impuesto para los vehículos automotores. El destino de los fondos recaudados sería financiar la reparación y mantenimiento de carreteras. En reacción, los transportistas controlados por el Frente Sandinista anunciaron un paro nacional indefinido.

Lacayo narra así este episodio:

El lunes 20 de septiembre de 1993 amanecimos con una mezcla de paro total con asonada, piquetes violentos en varios puntos de la capital impidiendo el libre tránsito, quema de llantas, pedradas a los buses que se atrevían a prestar servicio…

Como para no dejar dudas de quien se encontraba a la cabeza de la asonada. el día anterior, Daniel Ortega había proclamado la siguiente frase en un discurso en Estelí: “Esta será la primera batalla seria que vamos a librar contra este gobierno…”

Sigamos leyendo a Toño: “El paro resultaba entonces la fachada de una mezcla peligrosa de intereses políticos. En pocas horas el ambiente era el mismo que en las dos asonadas de 1990.

Tratándose de un gobierno relativamente débil, el gobierno accedió a las demandas del Frente Sandinista y anunció una rebaja en el impuesto vehicular. Pero esta medida no surtió ningún efecto. El paro siguió. 

En paralelo, el gobierno buscó un acuerdo con las cooperativas de transporte que no estaban controladas por Ortega, la reacción de los promotores del paro fue recrudecer sus posiciones y las barricadas comenzaron a multiplicarse en distintos puntos del territorio. El gobierno anul`o el decreto, pero como el motivo real era político, el paro continu`o pues los transportistas plantearo otras demandas.

Citemos otro párrafo de Tono: “Al caer la tarde del 21 mataron al subcomandante de la policía Saúl Álvarez, cerca de una barricada levantada en las inmediaciones del semáforo Ludeca, en la Carretera Norte…La noticia nos cayó como una bomba; entre los huelguistas se habían infiltrado elementos sandinistas armados, con una agenda muy diferente…”

En efecto, los contemporáneos de la ‘época seguramente recordarán que a plena luz del día, y frente a las cámaras de televisión, un sujeto, con un fusil de guerra tomó posición de tiro y disparó a una distancia de más de cincuenta metros, e impactó en pleno pecho al alto oficial de la policía.

Quien fue el autor del disparo? Un ex teniente del para entonces desaparecido Ministerio del Interior, plenamente identificado por los videos y  conocido como El Tigre.

Que dijo Ortega frente a este asesinato a la luz del día y a la vista de todos? Culpó al gobierno por la muerte del jefe policial y acusó a doña Violeta de encabezar un gobierno asesino y de tener las manos manchadas de sangre.

Como podemos deducir de este episodio, la desfachatez de Ortega, en el presente, es la misma desfachatez de otros tiempos. Responsabiliza a otros por los actos que ‘él mismo ha encabezado o promovido. Y es el mismo que hoy esgrime siniestras amenazas en contra de quienes se atrevan a promover un paro.

Ninguno de estos hechos fue secreto. Cualquiera puede recordarlos o confirmarlos en los periódicos de la época.

Doña Violeta leyó un discurso, con posterioridad a los hechos, que es oportuno rememorar: “Para nadie es un secreto que la situación económica que actualmente vivimos la heredamos de manos del ex presidente Daniel Ortega, quien fue el responsable de conducir el país por el camino de la destrucción económica -estamos hablando de 1993 y estas son palabras de doña Violeta- …Mi gobierno se encontró en 1990 con la economía mas destruida de todo el continente americano, y posiblemente del mundo entero. Pero nunca imaginé que desde el inicio de mi mandato, Daniel Ortega, la misma persona responsable de la crisis económica del pasado, iba a intentar boicotear mis sinceras intenciones y mis decididas acciones en favor de la democracia y el progreso que me encomendó la mayoría del pueblo el 25 de febrero de 1990”.

Como podemos ver, la historia nos ofrece lecciones que no podemos ni debemos olvidar. Son herramientas que nos permiten desenmascarar los embustes del genocida.

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