En estos días de Semana Santa, tuve ocasión de compartir reflexiones sobre la tercera edad con un viejo amigo. Viejo amigo, por amigo, y viejo amigo, por viejo, o mejor dicho, por adulto mayor, como se dice ahora. Me contó dos experiencias que le habían golpeado en fechas recientes.
La primera experiencia la vivió con un seguro de salud que tenía con una institución entre pública y privada. Tenía años de estarlo pagando, pero hace algunas semanas se extrañó al no recibir el documento de renovación en la fecha acostumbrada. Decidió presentarse a la institución para indagar qué pasaba. La recepcionista lo pasó a una encargada, la encargada no le dio razón y lo pasó al jefe. El jefe no anduvo con contemplaciones: le dijo que su seguro no podía renovarse. Al preguntar el motivo, le respondió que se trataba de una nueva política de la institución. ¿En qué consistía la nueva política? Que no se podían contratar seguros de salud con personas que sobrepasaran determinada edad.
¿Qué les parece? Cuando más vulnerable es la persona a los quebrantos de salud, a causa de la edad, las políticas de la institución referida le quitan la protección que más necesita, la salud.
El segundo episodio le ocurrió también recientemente. Mi amigo no es acaudalado, pero sí desarrolló una carrera profesional exitosa que le permite alguna holgura económica. Cuando terminó de pagar el crédito de su vehículo resolvió comprar uno nuevo; así que fue al banco a solicitar un nuevo crédito. Pero le rechazaron la solicitud de crédito. Nuevamente a pedir la explicación y nuevamente vino el balde de agua fría: La política del banco es que a personas de su edad no se le puede otorgar crédito.
¿Qué les parece? Aunque mi amigo tiene antecedentes crediticios solventes, no le otorgan un crédito a causa de la edad. ¿Ocurrirá lo mismo con los créditos par adquirir viviendas o un artículo electrodoméstico?
Si esto es con una persona de algunos recursos ¿Cómo les irá a quienes tienen menos posibilidades económicas, que son la mayoría?
Por mi parte, le conté a mi amigo una experiencia personal. Igual que él, contraje un crédito con una institución bancaria. Hace algunas semanas recibí una notificación indicando que había aumentado la cuota mensual. Me presenté a la institución para conocer la razón. La explicación fue que el crédito estaba garantizado con un seguro de vida. Y que por políticas del banco la póliza automáticamente aumentaba su costo a causa de la edad que yo había cumplido. Es decir, el crédito se encarecía por razones de edad.
Seguramente habrá más ejemplos de este tipo, pero los tres casos citados revelan que el sistema en su conjunto conspira en contra de las necesidades y el bienestar de los adultos mayores.
¿Se trata únicamente de la vocación comercial de instituciones privadas? Tal vez aquí no se puede esperar solidaridad.
¿Ha mejorado la condición de los adultos mayores con el gobierno cristiano, socialista y solidario?
No vayamos muy largo. Allí tenemos el ejemplo del INSS. Fueron los adultos mayores los primeros en padecer la reducción de medicamentos y otras atenciones que recibían en su calidad de pensionados. Y todavía está pendiente saber el golpe que asestarán con las reformas a la seguridad social, que en secreto cocina el régimen.
Y si queremos más, tomemos otra. Allí está la reducción o anulación de los beneficios que recibían los adultos mayores en materia de tarifas de electricidad. Seguramente vendrán otras.
Veamos ahora lo que dice la Constitución vigente. El artículo 77 dice que los adultos mayores tienen derecho a medidas de protección por parte de la familia, la sociedad y el Estado.
Por su parte, el Código de la Familia establece lo siguiente: “se entiende por persona adulta mayor, los hombres y mujeres a partir de los sesenta años de edad”. Y agrega el artículo 413 de dicho código: “Por razones de edad, recibirán protección integral por parte del Estado, la familia y la sociedad en su conjunto y un trato preferente en los distintos ámbitos en que se desenvuelvan”…un trato preferente en los distintos ámbitos en que se desenvuelvan.
Entre los derechos se incluye el siguiente: “No ser víctima de ningún tipo de discriminación”.
La pregunta que se impone es ¿se cumplen estas disposiciones? ¿Es o no discriminación que a los adultos mayores por razones de edad se les niegue un crédito o seguros de salud o se les impongan cargas económicamente más onerosas?
Claro que es discriminación.
¿Hay posibilidades de que esta realidad cambie? Por supuesto que sí. Pero mientras el régimen cristiano, socialista y solidario esté en el poder, esperanzas no las veo por ningún lado.
Alfonso Antonio Navarrete Centeno
Enrique, a esto ni siquiera se le puede tildar de capitalismo salvaje. Lo que se ha gestado en los últimos diez años es un sistema gubernamental-empresarial-financiero con características nazis y con claro desprecio a la vida humana de todos los nicaragüenses, no importando ser ancianos, niños, adultos pobres o seres humanos totalmente desprotegidos.
A veces pienso que estamos viviendo en carne propia nuestro propio infierno, mientras otras Naciones del mundo aún persiguen el progreso, mejores calidades de vida y un verdadero bienestar en todos sus ciudadanos. Pareciera que estuviésemos viviendo algunos momentos de los «Cien Años de Soledad» de Gabriel García Márquez, o de «Los Miserables» de Víctor Hugo.
¡¡ Saludos Enrique !!.
Gerd
En Alemania recientemente una señora de 80 y pico perdió su proceso jurídico en la Corte Superior: ella quería comprar algo relativamente caro (creo, que fue joyería) para pagarlo en cuotas mensuales. La empresa lo rechazó por demasiado vieja la sra., ella se fue a la corte por discriminación por la edad – ¡y perdió! El juez dijo que según experiencia nosotros todos tenemos que morir, y que la muerte se acerca más – normalmente – si una persona ya está bastante de edad. Entonces no es discriminación el rechazo del crédito. El argumento de ella que jóvenes también podrían morirse no vale, dijo el juez, porque estadísticamente edad alta corresponde mucho con fallecimiento pronto.
Ahora la sra. quiere ir a una corte superior de la Unión Europea o de derechos humanos.