Hace unos pocos días se informó sobre el arresto del ex presidente de Guatemala, Álvaro Colom, junto con varios de los ministros que le acompañaron en su gobierno. Todos están acusados por actos de corrupción.
En ese país también guarda prisión el ex presidente Otto Pérez Molina, y quien fuera su vicepresidenta Roxana Baldetti. Ambos por acusaciones de corrupción.
Las investigaciones sobre los actos de estos ex mandatarios guatemaltecos estuvieron a cargo de la entidad conocida como CICIG, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. La CICIG es una institución especial creada al amparo de Naciones Unidas, con el apoyo de la comunidad internacional, ante la impotencia para combatir la corrupción de las instituciones públicas nacionales. El actual presidente, Jimmy Morales, también fue acusado por actos de corrupción, pero éste cómico de profesión, resultó más astuto que sus antecesores. Compró conciencias de diputados repartiendo el presupuesto y éstos lo salvaron de ir a dar con sus huesos a la cárcel. Ahora, el flamante cómico convertido en presidente ha desatado una guerra feroz en contra del titular de la CICIG. Incluso intentó expulsarlo del país. Evidentemente el propósito del mandatario chapín es restablecer la impunidad.
Guatemala, pues, está plagada de corrupción hasta los tuétanos. Pero hay instituciones que luchan por contenerla.
En Honduras, igual que en Guatemala, ante las dificultades de las instituciones nacionales para combatir la corrupción, se estableció, con el auspicio de la OEA, una institución parecida a la CICIG. Se llama Misión de Apoyo contra la corrupción y la impunidad en Honduras. En semanas recientes, como resultado de los trabajos de esta institución, cinco diputados resultaron acusados por actos de corrupción. Ni cortos ni perezosos, los otros diputados se curaron en salud, y reformaron una ley mediante la cual se auto conceden impunidad todos ellos. Por otra parte, se encuentran en la cárcel los acusados por un escándalo con los fondos de la seguridad social. Mientras, un ex presidente, Rafael Leonardo Callejas, guarda prisión en una cárcel de Estados Unidos, también por actos de corrupción.
En Honduras, se multiplican los actos de corrupción y hay instituciones públicas que favorecen el saqueo, pero también hay instituciones que la combaten.
En El Salvador ocurre otro tanto. El expresidente Francisco Flores fue procesado y encarcelado. Falleció antes que se dictara sentencia. El ex presidente Antonio Saca se encuentra guardando prisión, mientras se le sigue un proceso judicial junto con otros funcionarios de gobierno. Por su parte, el ex presidente Mauricio Funez se encuentra refugiado en Nicaragua, bajo la protección de Daniel Ortega. Hay otros ex funcionarios salvadoreños guardando prisión, incluyendo un ex fiscal general de la república. El involucramiento de tres ex presidentes nos da una idea de los altos niveles alcanzados actos de saqueo de fondos públicos. Pero el procesamiento judicial y encarcelamiento de tres ex presidentes también es revelador de la fortaleza institucional que todavía conserva ese país vecino.
Este breve recuento es suficiente evidencia para afirmar que en los países del triángulo norte de Centroamérica la corrupción campea, pero hay instituciones que intentan combatirla. Y también una ciudadanía activa que se moviliza.
Con los antecedentes descritos, corresponde ahora vernos la herida y comparar cómo andamos aquí en Nicaragua.
Pues resulta que la semana anterior, la prestigiada organización Transparencia Internacional publicó su acostumbrado informe anual en materia de corrupción. 180 países de todos los continentes son evaluados a partir del análisis de diversos indicadores.
¿Qué refleja el informe?
En cuanto a Centroamérica, Nicaragua es el país que registra los peores indicadores del a región. Se encuentra detrás de Guatemala, de Honduras y de El Salvador. En el reporte correspondiente al 2017 nuestro país ocupa el puesto 151. El año anterior, en el 2016, ocupaba el lugar 145. Vamos para atrás, como el cangrejo.
A nivel de América Latina, tres países encabezan la lista de los más corruptos: Venezuela, Haití y Nicaragua.
Esto significa que a pesar del control que ejercen sobre la mayoría de los medios de comunicación y de las patrañas que pretenden hacernos creer de que «vamos por buen camino», a nivel internacional se ve lo mismo que vemos la mayoría de los nicaragüenses: que una camarilla corrupta se ha apoderado de las instituciones del Estado para disponer a su gusto y antojo del patrimonio nacional.
En resumen, con todo y lo que hemos mencionado sobre la corrupción en Honduras, El Salvador y Guatemala, conforme el reporte de Transparencia Internacional Nicaragua se exhibe como el más corrupto de Centroamérica.
Un status humillante y una imagen bochornosa que debería avergonzarnos a todos y movernos a actuar, a todos los que aspiramos a vivir en un país donde se imponga la decencia.
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