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Este puede ser un gran año…Duro con él!!

 

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En la «noche buena» y en las celebraciones de año nuevo menudean los deseos de ventura y prosperidad. Con la llegada de enero terminan los buenos deseos y comienzan las crudas realidades.

Todo comienzo de año es propicio para plantearse metas o renovar propósitos. Sobre todo es propicio para reavivar nuestras esperanzas.

Independientemente de la condición económica o social, todos enfrentamos distintos tipos de problemas, todos debemos afrontar desafíos y encarar dificultades.

Nuestras posibilidades de éxito aumentan si adoptamos una actitud positiva. Es el comienzo de todo. Si pensamos que vamos a fracasar lo más seguro es que fracasaremos. Si pensamos que no vamos a obtener el trabajo que necesitamos, seguramente será más difícil obtenerlo. Si pensamos que no podremos coronar la carrera profesional que hemos iniciado, lo más probable es que no lo conseguiremos. Si pensamos que nuestro negocio o nuestra empresa van a naufragar, es muy factible que ese sea el resultado.

Afrontar la vida con optimismo es la base para no darnos por vencidos. Con optimismo y con esperanzas firmes de que podemos tener una vida mejor, un país mejor, un futuro mejor.

Optimismo y esperanzas, son indispensables pero no son suficientes. Es necesario el complemento de nuestra determinación, nuestro empeño y nuestra energía para obtener lo que anhelamos.

Y en la escala de nuestros propósitos a la cabeza debe estar cuidarnos. Cuidar nuestra salud física y nuestra salud espiritual. Pues si no tenemos salud no podemos desempeñar a cabalidad nuestras actividades, cualquiera que ellas sean.

Hablando de los aspectos físicos, hay algunos males que podemos evitar. El alcohol y el tabaco, por ejemplo, que se sabe son causa de enfermedades mortales. Así que es una oportunidad para plantearnos el propósito de abandonar el alcohol o dejar de fumar.

Ahora también el sobrepeso se ha vuelto un tema de salud. Los problemas cardíacos, la diabetes y otros padecimientos tienen su origen en el sobrepeso. Y aquí en buena medida la solución también está a nuestro alcance. Mejor alimentación y más ejercicio.

Mente sana en cuerpo sano, enseña el viejo proverbio.

A la par de la salud física está la fortaleza espiritual que nos permite levantarnos después de cada caída. La fortaleza que nos anima a no darnos por vencidos. Quienes profesan una religión con seguridad encontrarán en la fe y en oración la mejor fuente. Quienes son no creyentes, seguramente encontrarán su fuente en los valores y las fuerzas morales que anidan en cada ser humano.

Salud física y salud espiritual representan la combinación ideal para nutrirnos de entusiasmo ante cada tarea que emprendamos. Todo cuesta. Cuesta trabajo, perseverancia y muchas veces sacrificios. Debemos sembrar para cosechar.

En este sentido, es imperativa una mención los nicaragüenses residentes en el exterior que deben luchar a brazo partido para salir adelante la mayor parte de las veces en condiciones adversas.

A enfrentar pues el nuevo año con optimismo. Con determinación. Con espíritu de lucha.
En nuestros estudios, en nuestro trabajo, en nuestra empresa, como trabajadores por cuenta propia, como ciudadanos. Vamos a darle duro.

Parafraseando la canción de Joan Manuel Serrat, este puede ser un gran año. Duro con él.

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