Escritos económicos

Las ventajas de la pobreza

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PRONICARAGUA, que es la institución nacional a cargo de promover las inversiones extranjeras en nuestro país, publicó un documento denominado “Panorama de inversiones 2015-2016”. La publicación, bastante colorida, tiene el propósito de mostrar las ventajas que tiene invertir en Nicaragua. En la página 9 aparece un DATO sumamente llamativo. Hay un párrafo que dice lo siguiente: “los salarios dentro del régimen de zonas francas son, por mucho, los más competitivos a nivel centroamericano, lo que hace a Nicaragua un destino ideal para operaciones con procesos intensivos en mano de obra”.

Junto a este párrafo aparece una gráfica en la que se establece una comparación entre los salarios mínimos vigentes en los países centroamericanos.

¿Qué refleja la gráfica?

Que el salario mínimo en el Salvador es 35% más alto que en Nicaragua; en Honduras es el 91% más alto, es decir, en Honduras el salario mínimo es casi el doble que en Nicaragua. Después sigue Guatemala, es más del cien por ciento más alto que en Nicaragua, es decir, el salario mínimo es más del doble que en Nicaragua. Y en Costa Rica es casi 400% mayor que en Nicaragua. Es decir, el salario mínimo en Costa Rica es cuatro veces el salario mínimo que se paga en Nicaragua.

La publicación no presenta como ventajas del país la calidad y bajos costos de la energía eléctrica, o la existencia de puertos eficientes en ambas costas, o ágil conectividad de puertos en el Caribe y el Pacífico (nuestros puertos en el Caribe son Puerto Limón, en Costa Rica, y Puerto Cortés en Honduras), o la productividad o la alta calificación de su fuerza de trabajo. No. La ventaja con la que se ofrece al país son los bajos salarios. Nuestra ventaja es nuestra pobreza. Mientras menos salarios y mientras más pobres, más atractivos para la inversión extranjera, según esa publicación del gobierno.

Es una información dolorosa. Porque es triste que nuestra pobreza sea nuestra ventaja. Pero lo peor es que sea verdad y que no se esté haciendo nada por remediarla.

Por supuesto, no se trata de aumentar los salarios por aumentarlos. En Costa Rica la gente que trabaja en las zonas francas gana cuatro veces más porque tienen mayor calificación. Los procesos en que trabajan son de mayor complejidad y especialización. Y eso es resultado de los mayores niveles de educación.

Mencionamos este dato a propósito de la información que circuló en la presente semana sobre la eliminación de los exámenes de admisión en la Universidad Nacional, para 24 carreras.

Hasta ahora esos exámenes servían para completar los cupos asignados a cada carrera, de acuerdo con el rendimiento de los postulantes. Ahora ingresarán sin hacer examen.

¿Cuál es el problema? Que buena parte de las carreras en que se eliminó el examen son de carácter científico, como física, química, matemáticas, medio ambiente, geofísica, recursos naturales, economía agrícola. Todos sabemos que esas carreras exigen aptitudes, capacidades y una sólida base de respaldo. A quienes nos costó quebraderos de cabeza aprobar en secundaria las clases de química, matemáticas o física sabemos que no es cuestión de soplar y hacer botellas. Deberían entonces ingresar allí los mejores.

El argumento de las autoridades universitarias es que así se facilitará el ingreso a carreras que tienen poca demanda. El argumento es una aberración: ¿por qué tienen poca demanda esas carreras? Pongamos el ejemplo de economía agrícola en un país que tiene su pasado, su presente y su futuro atacado a la agricultura, la ganadería y la agroindustria.

La pregunta de fondo es que si de esa manera, eliminando los requisitos, se resolverá el problema esencial que es la calidad de la educación superior. Y si los estudiantes que ingresen a esas carreras en realidad disponen de las condiciones indispensables para permanecer y llegar hasta el final.

Ojalá así resultara, pero el sentido común indica que la respuesta es más compleja, pues las aptitudes y capacidades para esas carreras se construyen en la educación básica. No se resuelven eliminando requisitos. Por otra parte, ¿Se les ocurrió investigar los incentivos que ofrece el mercado de trabajo a los graduados de esas carreras? Y aquí empieza el círculo fatal: para trabajar como docentes, los salarios de los maestros no ofrecen ningún estímulo. Y para trabajar en otras áreas, la calidad no les habilita para buenos empleos.

Se arriesgan así millones de córdobas que se asignan a la educación superior y que podrían utilizarse más productivamente; se arriesgan oportunidades de mejorar la pertinencia y calidad de la educación superior, pero, sobre todo, se arriesgan los sueños y aspiraciones de miles de jóvenes y sus familias que anhelan mejorar su condición de vida mediante el acceso a una carrera universitaria. Se les está condenando al fracaso. Un fracaso que puede durar toda la vida.

Siempre queda la sospecha de que la flexibilización en los requisitos de ingreso, tanto en la Universidad de Ingeniería como en la UNAN, más bien obedece a un criterio político y no académico. Porque sabemos que cada año, los exámenes de admisión desnudaban la pobrísima calidad de la educación básica. Y en consecuencia, se desnudaban los precarios resultados de la gestión gubernamental en materia educativa y su carácter demagógico e irresponsable

De seguir por esta ruta, Pronicaragua continuará publicando atractivas presentaciones para animar a los inversionistas internacionales a aprovechar la pobreza y los bajos salarios de nuestra gente.

Y así amigo…si la pobreza y los bajos salarios son nuestra principal ventaja…y a la educación no se le atribuye la importancia que corresponde: cuándo…hasta cuándo podremos liberarnos de esas apretadas y pesadas cadenas…de las cadenas del atraso.

  1. Nini Alvarado de Castillo

    Excelente y acertado … como siempre Saludos

  2. edmundo jarquin

    Qué bueno, Enrique! Muy bueno.

  3. Pedro

    Muy bien Enrique! Saludos

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