Se ha generalizado la expresión “farsa electoral” para referirse al proceso mediante el cual Daniel Ortega, con el control total de los mecanismos electorales, pretende imponer su voluntad el 6 de noviembre próximo, a fin de asegurar su permanencia en el poder e inaugurar, desgraciadamente, una nueva dinastía en nuestro país.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra farsa de las siguientes maneras:
1. Obra de teatro cómica,
2. Acción realizada para fingir o aparentar.
3. En el teatro antiguo, compañía de farsantes.
4. Obra dramática desarreglada, chabacana y grotesca.
Esos son los significados que en nuestro idioma tiene la palabra farsa.
Estamos en lo correcto pues los nicaragüenses al calificar como farsa electoral al proceso montado por Ortega y sus cómplices. Se trata de una obra de teatro chabacana, desarreglada, y grotesca, montada por una compañía de farsantes con el propósito de fingir o aparentar.
¿Y por qué estamos ante una farsa electoral? Porque todos sabemos que los resultados ya están preparados de antemano. Ya sabemos que Ortega se adjudicará un número de diputados mayor que los que ahora tiene y un porcentaje de votos mayor que el que se adjudicó con el fraude electoral en el 2011.
Lo único que falta por ver es el último acto cuando los monigotes de Ortega, disfrazados de magistrados del CSE aparezcan la noche del 6 de noviembre, anunciando muy serios que la farsa fue un éxito e informando cuántos y cuáles fueron los compinches favorecidos por el dedo de Ortega para cumplir el papel de fantoches en la Asamblea Nacional.
Frente a esta burla grotesca, igualmente es correcto que la mayoría de los nicaragüenses comience a expresar su repudio. Su rechazo. Su desprecio. Porque el problema es que no solamente se trata de una mala tragicomedia ejecutada por un grupo de farsantes, sino que por vía de esa farsa Ortega nos está conduciendo por la ruta del abismo.
El repudio frente a la farsa electoral puede adoptar distintas formas. Pero antes, como algunos voceros del régimen pretenden intimidar a la gente es importante que conozcamos que dice la ley electoral.
Son tres artículos los que se refieren a lo que se denominan Delitos Electorales.
El primero es el artículo 173, el cual dice que serán sancionados, en otros, con arresto inconmutable de 30 a 180 días:
“El ciudadano que desobedeciere deliberadamente las instrucciones de la junta receptora de votos sobre la manera de ejercer el sufragio
El que voluntariamente deteriore o destruya propaganda electoral
El que pretendiere inscribirse o votar más de una vez
Pero el artículo que más nos interesa es el 174, que establece lo siguiente:
El que soborne, amenace, forzare o ejerciere violencia sobre otro obligándolo a:
• adherirse a determinada candidatura
• Votar en determinado sentido
• Abstenerse de votar
La disposición legal no admite jerónimo de duda. Ni la abstención electoral ni el voto nulo son delitos electorales. Tampoco cometen delito las organizaciones o personas que promuevan, en su carácter de ciudadanos, la abstención o el voto nulo.
Si no hay soborno, amenazas, fuerza o violencia, no hay delito. Es legal entonces promover la abstención o el voto nulo, o bien, abstenerse o votar nulo según su propia conciencia.
Pero hablando de delitos electorales, y como en toda farsa hay una parte cómica, pasemos a la parte divertida de la historia…agtendamos lo que dice el artículo 175…será castigado con arresto inconmutable de uno a dos años
El que utilizare bienes del estado con fines de propaganda política
El que hiciere proselitismo político en las oficinas públicas
Si estuviéramos hablando en serio y aquí se cumpliera la ley, ya sabemos quiénes deberían estar encabezando la lista de acusados y procesados por cometer delitos electorales. Pero bueno, farsa es farsa…
Volviendo a lo serio, todos podemos estar tranquilos, todos podemos actuar conforme los dictados de la decencia y repetir una y otra vez la histórica frase, NO HAY POR QUIEN VOTAR. En ejercicio legítimo de nuestra ciudadanía podemos repudiar la farsa electoral y hacer conciencia entre nuestros conciudadanos para que no se dejen embrocar con los cantos de sirena del régimen y de sus cómplices.
¡NO HAY POR QUIEN VOTAR!
Ricardo Duarte
Debemos documentar y denunciar a quienes violen la Ley Electoral. No nos cansemos de denunciar.
jesaenz
A veces resulta tedioso, pero no podemos cansarnos. Estoy de acuerdo con tu opinión, Ricardo. Saludos,