Es una actitud común desconfiar de las encuestas, sobre en todo en un país como Nicaragua. Por un lado está la desconfianza hacia las empresas encuestadoras; por otro lado están los antecedentes sobre la tendencia de la gente a guardarse su opinión verdadera. La causa de fondo es la desconfianza hacia la práctica del régimen orteguista de manipular las encuestas y transformarlas en instrumentos de propaganda.
Sin embargo, salvo los sondeos groseramente amañados, no podemos ignorar que frecuentemente reflejan estados de opinión que no podemos subestimar. Asimismo, cuando son utilizadas como instrumentos de propaganda es fundamental salirles al paso compartiendo con la gente datos y análisis que desnuden los artificios propagandísticos del régimen.
Compartiré entonces algunos comentarios sobre la más reciente encuesta de la empresa M&R. Nos enfocaremos primordialmente en los datos relativos a los problemas de la gente.
• En diciembre del 2012, al iniciar Ortega su segundo período en el poder, el 38% de los encuestados opinaba que la situación económica del país era buena. En septiembre del 2015, tres años después, ese porcentaje se redujo al 12%. Una tendencia decreciente sostenida. Asimismo, en diciembre del 2012 el porcentaje de la población que calificaba la situación económica como mala era del 18%. En septiembre del 2015 ese porcentaje se elevó al 42%. El 44% considera que la situación es regular.
El 87%, casi 9 de cada 10, consideran que la situación económica es mala o regular. El estado de opinión que refleja este porcentaje revela que el discurso triunfalista del gobierno está topado, o topando, en la mente de la gente.
• A la pregunta sobre los principales problemas que enfrenta el país, el 84% manifestó que eran el desempleo, la pobreza y el alto costo de la vida. Más concretamente, el 33% opina que es el desempleo, uno de cada tres; el 25% opina que es la pobreza, uno de cada cuatro. El 26% piensa que es el alto costo de la vida. En conjunto, el 84% de la gente opina que la condición de vida de su familia es precaria.
Los porcentajes anteriores pretenden reflejar percepciones de la gente. Sin embargo, vale la pena anotar que esos datos en gran medida coinciden con las estadísticas oficiales sobre la economía real. Según las estadísticas oficiales, la mitad de la población se encuentra en el subempleo. El 80% labora en la economía informal. Y hay una persistente tendencia al deterioro de los salarios reales. El deterioro de los salarios es la otra cara de la moneda de la carestía de la vida.
• A la pregunta de si su familia se encontraba peor o mejor que hace un año. El 43% manifestó que estaba igual y el 25% manifestó que su situación había empeorado. En otras palabras, para 7 de cada diez entrevistados su condición de vida no ha mejorado.
• Tal vez el dato más relevante de la encuesta se refiere a la pregunta de cuánto ha hecho el gobierno por el entrevistado y su familia. El 16%, menos de 2 de cada diez, respondieron que el gobierno había hecho mucho por ellos. Un aplastante 60% respondió que nada. Así de sencillo: nada. El 24% respondió que había hecho poco.
Sin duda, este dato debe ser descorazonador para los paniaguados del régimen que se desgañitan gritando impúdicamente las bondades del gobierno. Hambre Cero, Usura Cero, Calles para el pueblo, bono solidario y demás programas fantoches del régimen para la gente se han quedado en eso: en programas fantoches.
• Por último, a la pregunta de cómo saldaban sus necesidades con sus ingresos, solamente el 5% manifestó que sus ingresos le permitían vivir cómodamente.
Estos son datos sobre las opiniones acerca de los problemas que los entrevistados enfrentan día a día. Lo demás es política. Pero bueno, vamos a referirnos a uno de los datos que más repiten los paniaguados del régimen. Y es la calificación sobre la gestión de gobierno. Según la encuesta el 72% aprueba la gestión gubernamental.
La pregunta del millón es entonces cómo se explica que el 84% afirme que su situación es precaria, que no ha mejorado, y que el gobierno ha hecho nada o poco por resolver sus problemas, y al mismo tiempo, alabe el desempeño de Ortega como gobernante.
La respuesta obviamente es al gusto del cliente. Unos podrán decir que los nicaragüenses somos masoquistas, que besamos el látigo que nos flagela. Otros dirán que la gente da esa respuesta por temor o por conveniencia, pero que no es una respuesta genuina.
En mi opinión hay una mezcla, en la que debemos incluir el impacto de la propaganda gubernamental que hasta ahora ha logrado aislar a Ortega de los pobres resultados de su gobierno. Pero es cuestión de tiempo. No falta mucho para que la gente haga el cruce y enderece los focos hacia la familia gobernante. Los indicios están a la vista: Waspam, Mina El Limón, Rancho Grande, La Libertad, Chichigalpa, Santo Domingo, Rosita, los campesinos de Nueva Guinea y Río San Juan. Allí las encuestas comienzan a salir a la calle a protestar. La pobreza, el desempleo y los bajos salarios salen a la calle con disfraz de mineros, indígenas, campesinos, cañeros, pobladores. Y seguirán saliendo.
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