Cristiana, Socialista y Solidaria es la consigna más repetida por el orteguismo para caracterizar su régimen. Si bien por donde uno vea puede constatar la hipocresía y la manipulación de esas expresiones, nunca ha sido más hipócrita y más farisea la actuación del régimen que el pasado 24 de diciembre, un día tan especial para la cristiandad y para los nicaragüenses.
En todo el mundo –y por supuesto en Nicaragua- los cristianos identifican la navidad con la paz, la concordia, la unidad familiar. Unos regalitos y una comida, por muy humilde que sea, se comparte en armonía. Ortega sin embargo mostró el rostro que esconde detrás de su nueva máscara pseudo-religiosa. Escogió precisamente el 24 de diciembre para vapulear campesinos, garrotear ancianos y mujeres, y echar presos a decenas de nicaragüenses que protestaban en defensa de uno de sus derechos elementales: el derecho al lugar en que nacieron y que aspiran heredar a sus hijos.
Ortega no compartió bendiciones, repartió balas. No compartió su cena, repartió celdas. No compartió abrazos, repartió garrotazos. No compartió regalos, repartió patadas.
Tras la vapuleada que dejó numerosos lesionados, decenas de campesinos fueron apresados y una parte de ellos trasladados a Managua.
Ya se está haciendo costumbre que la policía traslade ilegalmente y encierre en el ya tristemente célebre “Chipote” a ciudadanos que protestan por sus derechos, convirtiéndolo en centro de avasallamiento, aislamiento y tortura. Para no ir muy lejos, lo hicieron con los mineros de Santo Domingo, con los pobladores de Santa Pancha y ahora con los campesinos.
¿Cuál es la razón de que los trasladen fuera de su jurisdicción territorial?
Diversas denuncias, tanto a nivel individual como colectivo se han producido sobre los vejámenes, tratos infamantes y torturas que los detenidos reciben en ese lugar. ¿Esa es la razón para encerrarlos en las cárceles del Chipote? ¿Es que esas instalaciones, de recuerdos siniestros, facilitan ensañarse con los detenidos?
Pero también se utiliza para aislar prisioneros, porque la primera respuesta que dan es que ahí no se encuentran. Mentira repetidamente desmentida porque siempre terminan apareciendo en ese lugar.
Estos nicaragüenses no tuvieron una feliz navidad. La expresión feliz navidad se transformó en una frase hueca porque la represión política si bien se ensaña en determinadas ciudadanos, termina afectando el espíritu de todas las personas de buena voluntad. Y esta es represión política pura y dura. La represión de un régimen dictatorial.
Todavía quedan en prisión Octavio Ortega, uno de los líderes más visibles de la protesta, Danilo Lorío González, Manuel Antonio Vega, Ronald Henríquez Delgado, Freddy Antonio Orozco y Jairo José Lazo Gaitán.
Uno de los componentes del espíritu navideño es la solidaridad. Solidaridad genuina. Y la solidaridad nos obliga a exigir la libertad de estos prisioneros. La libertad inmediata de estos presos políticos. Y a movilizarnos para acompañar la exigencia con la presión social.
Las celdas frías, los huesos molidos, el suelo duro, el aislamiento, el maltrato, la separación familiar, el hambre y el encierro debemos comenzar a sentirlo en carne propia, porque no amenaza solamente a quienes hoy protestan. Independientemente de la zona donde uno habite y del oficio a que uno se dedique, nadie se encuentra inmunizado frente a la avaricia y la violencia de quienes manipulan el proyecto del canal para seguir enriqueciéndose.
Porque el tal canal no es más que una patraña. ¡No hay tal canal!
Lo que mueve a la cúpula orteguista y a sus secuaces es la avaricia. La condicia por aprovecharse de los negocios –negocios turbios- que planean realizar al amparo de la concesión otorgada a Wang Jing. Ya demostraron hasta donde están resueltos a llegar a causa de su condicia. A sangre y fuego.
Quienes aspiramos a vivir en paz, con justicia, libertad y prosperidad, tenemos la obligación de trabajar arduamente por constituir con prontitud una alianza patriótica en defensa de la soberanía, la paz y la libertad. Sin esas condiciones no habrá ni prosperidad ni justicia.
Una alianza que junte a los nicaragüenses de buena voluntad. A todas y a todos.
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