Anoche tuve oportunidad de asistir a un acto singular, tanto por el motivo que lo provocó, como por la gente que asoció y las implicaciones que pueden desprenderse del mismo. Les voy a contar.
Cuando se produjo la salvaje agresión de los paramilitares orteguistas a los jóvenes, varones y mujeres, que respaldaban la demanda de los viejitos por su pensión reducida, no solamente hubo daños personales. Los agresores también robaron, destruyeron y saquearon. Todavía hay siete vehículos desaparecidos de los que la policía no da cuenta.
Uno de los más perjudicados fue Eddy Desba, un pequeño empresario que prestaba los servicios de sonido en la vigilia y concierto que organizaron los muchachos. Se le llevaron su vehículo y los equipos que no destruyeron, se los robaron. Su fuente de trabajo y las inversiones de su vida fueron desbaratadas. Por si algo le quedaba faltando, cuando acudió a la policía a reclamar por su vehículo, lo metieron preso.
Pero bueno, la historia es que anoche se realizó un concierto con el objetivo de recaudar fondos para compensar, en la medida lo posible, los daños que sufrió Eddy en su patrimonio. Un acto de solidaridad real. Sin manipulaciones ni manos escondidas. Un rasgo destacable ya que no abundan en estos dorados tiempos.
En segundo lugar subrayo la cantidad de gente que asistió al concierto. Los organizadores (verdad, Edna?) no esperaban que, a pesar de la lluvia, llegara la cantidad de personas que pagó su entrada.
Pero lo más esperanzador fue el regreso de los cantores. Grupos juveniles y artistas nacionales consagrados, juntaron sus voces y talentos en un acto de solidaridad. No esos actos neutros, plomizos, asépticos.
Lo destaco porque no hay lucha sin canto, y los cantores, que tanto han contribuido a las luchas de los nicaragüenses, estaban en repliegue. Tal vez un repliegue necesario ante la resaca que en todos dejaron los sueños aniquilados. En ellos, dueños de sensibilidades distintas, la resaca posiblemente llegue más hondo.
Libertad, democracia, dignidad, nación, fueron conceptos de fondo en las viejas, pero siempre acariciadas notas, como en las nuevas, atrevidas y frescas, como el amor fritanguero de la Cuneta…ah!…el amor. El amor también estuvo en la voz de los cantores. Aunque es bastante más que la “bolsa de recuerdos”, de Perrozompopo. Talentoso y regañón.
Ya era hora. Y hacía falta. Porque, repito, no hay lucha sin esperanzas y no hay esperanzas sin canto. Ni mariposas clandestinas, ni colibríes guerrilleros. Ni corazones de azules intensos, Luis Pastor.
Cantores. Es hora de abandonar el repliegue porque el camino es largo y la cuesta empinada. Sin ustedes, más.
Una nota especial merece la presencia de buena parte de los jóvenes que fueron agredidos. Renovaron su alegría. Su compromiso. Y su solidaridad. Son valores que deben servir de base para jornadas venideras.
Aunque el episodio pareciera de alcance menor, en mi opinión muestra que empiezan a germinar semillas de nuevos tiempos y despertares. Es la suma de estos gestos sencillos, pero profundamente humanos, los que van acumulando la energía necesaria que después amanece en el estallido que anhelan Yoctan, Nefertiti y Moisés Julián.
Un escrito de calidad y esperanzador. Digno del regreso de los cantores y del gran camino de libertad que, terca y amorosamente, se está construyendo “golpe a golpe, verso a verso”.