Julius Fucik legó a la humanidad uno de los más hermosos y conmovedores testimonios. Nada más y nada menos que el testimonio de un condenado a muerte. Fue escrito en la cárcel, hoja por hoja, de manera clandestina, y sacado también desde la cárcel, hoja por hoja, con la complicidad de un vigilante.
He vivido para la alegría y por la alegría muero. Agravio e injusticia sería colocar sobre…