Esta navidad tuve ocasión de vivir una vez más el drama de las familias fragmentadas por la migración. Tengo en el exterior hijos, hermanas, tías, sobrinos, primos, amigos de la infancia, amigos de secundaria, amigos de la universidad. Y ahora, también tengo nietos. Pude vivir la emoción del reencuentro, el regocijo de la compañía y de los recuerdos que brotan como manantiales, la tristeza…