Política y Realidades nacionales

¡Respétenos señor Ortega!

enrique sáenz la prensaAunque no son propiamente novedades las que dijo Ortega en su discurso con ocasión del aniversario de la policía es importante no dejarlas pasar porque, mientras las circunstancias lo permitan, ante el régimen dictatorial nuestra actitud debe ser ¨palabra dicha, palabra contestada¨. Sobre todo cuando sus palabras encierran amenazas o falsedades.

Ortega se refirió con benevolencia al pistolero que llegó con pretensiones de sembrar el terror entre las ciudadanas y ciudadanos que protestan todos los miércoles en las cercanías de la rotonda Rubén Darío en demanda de elecciones libres. Le llamó ¨un muchacho¨. Esto dijo: ¨Salió un muchacho ahí, voló cuatro tiros…sé que no quería matar a nadie…y bueno, ¡el escándalo! ¡el escándalo! …Y está detenido; pero es que no satisface que esté detenido. Y está puesto a la orden del Juez; pero es que no satisface que esté puesto a la orden del Juez. No hirió con los disparos a nadie, es decir, no disparó a matar. Eso está claro que no disparó a matar…¨

Si Ortega sabe que el pistolero llegó sin intenciones de matar a nadie… ¿Cómo lo sabe? Y si fuera cierto que llegó sin el propósito de matar ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones? ¿Eran intenciones inocentes? ¿Era ¨jugandito¨? Las palabras y el tono de Ortega revelan que resiente que su pistolero esté preso. Por eso se encargó ya de absolverlo.

Para Ortega, los medios de comunicación que denunciaron el hecho y la ciudadanía que manifestó su indignación somos escandalosos. Repudiar un acto de violencia armada que a todas luces perseguía sembrar el temor, para él es un escándalo.

Seguramente esperaba que los medios independientes siguieran la misma conducta que impuso a los órganos oficialistas para los cuales el episodio no ocurrió. No dijeron una palabra. No reflejaron una sola imagen sobre los hechos. Es que para Ortega en el escándalo es que está el delito. Por supuesto, esto es así cuando el delito proviene de su lado. El Gran Hermano borrando realidades por un lado e inventando realidades por otro.

Ortega también se refirió al condenable asesinato de los 5 policías que fueron tiroteados mientras ejercían sus funciones policiales en el Caribe Sur. Y se erigió en tribunal supremo de justicia. Por sí y ante sí condenó como asesinos a los campesinos que están presos acusados de participar en la masacre.

¿Cómo sabe Ortega que son los asesinos? ¿Para qué están los tribunales de justicia? ¿Acaso no están para para juzgar y establecer las responsabilidades penales? ¿Acaso esos acusados no tienen derechos? ¿Acaso ya no existe el derecho al debido proceso? ¿Acaso ya no existe el derecho a la presunción de inocencia mientras no se demuestre la culpabilidad?

Ortega los condenó y transformó en un circo el juicio que se sigue a los acusados.

En el tono amenazante que le conocemos y que a veces intenta ocultar Ortega se refirió a lo que llamó ¨grandes medios de comunicación¨. Imagínense. El mismo que arbitrariamente resuelve a quién quita y a quién otorga concesiones en el espacio radioeléctrico. Ni más ni menos que el todopoderoso de los medios de comunicación en Nicaragua. El mismo que es dueño de la mayor parte de los canales de televisión y de las radioemisoras. El mismo que por el soborno o por intimidación controla la inmensa mayoría de los espacios de comunicación se quejó de lo que llama ¨grandes medios de comunicación¨.

Obviamente, le pican las manos por enterrar todo resquicio de prensa independiente.

Pero la parte más chabacana y peligrosa del discurso de Ortega fue su burdo intento de establecer una atmósfera de hostilidad y antagonismo entre la policía, por un lado, y el resto de la población, por otro. Igual que Somoza. En un alarde de demagogia vociferó:

¨Y se lo digo a esos que los ven como perros… ¡no son perros los Policías! ¡No son perros rabiosos! Porque los mismos que difaman y calumnian a la Policía y al Ejército, son los primeros en buscar a la Policía y al Ejército cuando sienten inseguridad¨. Eso dijo.

Pues bien señor Ortega. Ni los policías, ni los ciudadanos somos perros. La policía está para reguardar el orden y proteger los derechos de la población. No es su propiedad privada. Y la ciudadanía tiene el derecho sagrado a desarrollar su vida en paz, en libertad y con seguridad.

A nadie puede regocijar la muerte de policías. Ni que policías mueran ni que policías maten. Primero porque los nicaragüenses ya estamos hartos de muertes violentas. Segundo, porque los policías de base y los oficiales provienen en su totalidad de familias pobres. Cuando pierden la vida en ejercicio de sus funciones quedan familias adoloridas, viudas, huérfanos y hogares pobres descabezados. Son muchachos y muchachas que por vocación o por necesidad optaron por la función policial como medio para ganarse la vida. Merecen respeto.

Es falso señor Ortega que exista una campaña para difamar a la policía y al ejército. Exigir respeto a la ley. Repudiar la impunidad no es denigrar. Es usted quien los denigra al pretender subordinarlos a su voluntad. A todos nos interesa contar con unas fuerzas armadas profesionales, respetadas y respetables. Usted los denigra al pretender transformar estos órganos en instrumentos sometidos a sus designios y a sus ambiciones de poder absoluto.

Los policías, los soldados, los ciudadanos y ciudadanas somos seres humanos. Somos nicaragüenses. Tenemos derechos. Ni unos ni otros somos perros.

¡Respétenos señor Ortega!

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