Hoy 26 de octubre es día del médico #nicaragüense. Corresponde enviar un mensaje de reconocimiento al gremio profesional de la medicina, quienes en la emergencia que impone la #pandemia han estado y están en primera línea, corriendo el mayor peligro y aportando el mayor sacrificio. Este reconocimiento también debemos ampliarlo al conjunto de personal de la salud: enfermeras, laboratoristas, trabajadores administrativos…
En las condiciones particulares de #Nicaragua, además de la función propiamente médica que cumplieron y cumplen en hospitales, públicos y privados, en clínicas privadas y centros de salud, también desempeñaron un papel ejemplar, principalmente las asociaciones médicas, con la eficaz campaña de prevención y de información a la población que desarrollaron.
Ante la irresponsabilidad criminal del régimen, los mensajes del gremio de la salud, contenidos en comunicados responsables, ponderados, directos, científicos y valientes salvaron miles de vidas orientando, alertando, recomendando. Decenas de médicos, varones y mujeres, que suscribieron esos comunicados fueron reprimidos, despedidos y hasta acusados penalmente. Sin embargo, lograron contrarrestar la infame campaña del régimen que pretendió ocultar primero, ningunear después y manipular más tarde.
Es importante aprovechar la oportunidad para referirnos al congreso médico nacional número 50, organizado por la Asociación Médica Nicaragüense, que, dedicado a la memoria del Doctor Aldo Martínez Campos, se realizó la semana anterior.
Una parte de las ponencias en ese congreso son propiamente médicas y por su nivel de especialidad solo pueden ser comprendidas y útiles para los profesionales de la medicina, pero hay varias presentaciones relacionadas con el COVID, con datos, interpretaciones y lecciones que están en un lenguaje muy accesible y debían ser más ampliamente conocidas. Son «ponencias salva vidas». Ojalá y la Asociación Médica pudiera publicar un video de circulación popular que condense las explicaciones y mensajes esenciales.
Rescataremos algunas informaciones que todos debemos conocer:
La primera se refiere al número de muertes que produjo en Nicaragua la primera oleada de contagios. Utilizando datos del gobierno, en una de las ponencias se demostró, como 2 más 2 son 4, que al 31 de agosto fallecieron 7569 nicaragüenses a causa del #COVID. El MINSA reportó mañosamente solo 155 casos.
El método utilizado se conoce como exceso de mortalidad y es internacionalmente reconocido. Se toma el promedio de muertes por día de los últimos años por diversas causas reportados por el gobierno. Después se comparan esos datos con los reportes del mismo MINSA sobre el número de muertes por causas diversas entre marzo y agosto. De esta manera se detectó un exceso de muertes inexplicables por infarto, diabetes y neumonía. Inflaron las muertes por esas causas para esconder los fallecimientos por el COVID. Esta es la truculencia criminal que encontró el régimen para esconder la tragedia. Así, las más de 7500 muertes al 31 de agosto, aparecieron disfrazadas como muertes por infarto, diabetes, hipertensión o neumonía.
El número de muertes es una verdadera calamidad. De hecho, estos datos colocan a nuestro país a la cabeza en los rankings más oprobiosos a nivel mundial. Nicaragua es el país con el mayor porcentaje de ocultamiento de muertes a nivel mundial, demostrado con datos oficiales; y el tercer lugar a nivel mundial en número de muertes por cada cien mil habitantes. Conviene tomar nota que las muertes en Managua, Masaya, León, Chinandega, Rivas y Granada se encuentran entre las más altas del mundo, en proporción a su población.
La segunda información es que estamos en lo que los ponentes llamaron una engañosa calma. Engañosa porque hay por ahora un bajo nivel de contagios, pero se cierne el peligro de una segunda oleada. Basta ver las noticias internacionales para informarse de lo que está ocurriendo en Europa. Algunos gobiernos han tenido que imponer toque de queda en ciertas ciudades como medida de control. Los especialistas nicaragüenses proyectan que en algún momento de noviembre tendremos encima la segunda oleada.
Finalmente, resumo un análisis sobre el comportamiento de la población ante la pandemia que puede ser útil a efectos de prevención. Con evidencias, se demostró que los nicaragüenses se distribuyen de la siguiente manera: uno de cada cuatro, toman medidas a partir de la información que buscan y reciben. Actúan preventivamente. Un 20% reaccionaron cuando vieron los muertos y contagiados en sus barrios o los entierros nocturnos. Sumado, este 45% guardó todas las medidas. Un 15%, son los fanáticos que se sienten invulnerables porque creen ciegamente en las prédicas del monarca. Con ellos no hay remedio. A este porcentaje se suma un segmento de jóvenes que se sienten invulnerables más por razones de edad que por razones políticas. Y hay un porcentaje significativo de nicaragüenses que, a pesar de estar conscientes de la situación no tienen más alternativa que correr el riesgo. Son los nicaragüenses que, si no salen a vender o trabajar, su familia no come. Para proteger a esta población más vulnerable económicamente, en otros países los gobiernos han desarrollado diversos programas de asistencia. Aquí el régimen no ha movido un solo dedo y los condena a salir a ganarse la vida, arriesgando la vida.
Hay mucha otra información relevante en las presentaciones que se hicieron en el congreso, pero me quedo con un mensaje central: Estamos bajando los brazos peligrosamente. La tragedia nos amenaza de nuevo. Debemos volver a las recomendaciones ya conocidas: mascarilla, lavado de manos, distanciamiento social y en la medida de lo posible permanecer en nuestros hogares.
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