Una falacia es un argumento que parece demostrar una verdad, pero en realidad encierra una falsedad. En general, las falacias se utilizan como recursos retóricos para persuadir, manipular, o engañar, unas veces como actos intencionados, o mal intencionados; y otras veces sin intención, o con buena intención. En este último caso, quien esgrime el argumento cree firmemente en lo que asevera, aunque sea resultado de una fantasía o un antejuicio.
El argumento falaz, ordinariamente tiene como punto de partida hechos dudosos, inventados o supuestos; otras veces la conclusión que se extrae no se corresponde con las premisas, bien porque exagera, o bien porque se tergiversan los hechos.
Afirmamos lo anterior ante el frecuente argumento de algunos sectores y analistas opositores de que la comunidad internacional solo apoyará la realización de elecciones en el 2021. Este argumento falaz se utiliza como una camisa de fuerza que intenta sofocar o descalificar opiniones o debates sobre cualquier otra alternativa de salida política.
Quienes sostienen esta posición, en su mayoría, se han venido deslizando progresivamente desde el reclamo de elecciones adelantadas, hasta resignarse, ante la intransigencia de Ortega, a esperar elecciones en el 2021. Ahora el debate lo encaminan hacia dos posiciones: los que sostienen la participación, con reformas electorales, y los que ya comenzaron a sacar la cabeza con la posición de participar aún sin reformas. Pronto veremos menudear la cantaleta de que no queda otra alternativa que participar en comicios al estilo Ortega. Es decir, lisa y llanamente, claudicar en un circo electoral.
Quienes argumentan la falacia olvidan, o quieren hacernos olvidar, que la historia demuestra, incluyendo nuestra propia historia, que hay una relación directa –dialéctica, se decía en otros tiempos- entre los procesos internos de un país y las reacciones, omisiones o acciones de la comunidad internacional.
Para comenzar, “la comunidad internacional” no es un bloque monolítico, con posiciones invariables. Es un cruzamiento de intereses y correlaciones que varían con el tiempo o de un acontecimiento a otro. A veces es suficiente un cambio de gobierno para que la correlación se modifique y con ello las posiciones. Además, usualmente reacciona hasta después de los hechos.
Veamos algunos ejemplos.
Antes del 2018 en Nicaragua desde hacía años se había instalado una dictadura que garroteaba, violentaba derechos, encarcelaba y mataba, impunemente.
No vayamos muy largo. En 2016 Ortega violentó de manera flagrante la Constitución que él mismo impuso, destituyó diputados, designó a su esposa como vicepresidenta, ilegalizó a la principal fuerza de oposición y se autoproclamó presidente después de organizar una comparsa electoral. Se denunció, pero internacionalmente no se escuchó la denuncia, o no se quiso escuchar, a tal punto que cuando llegó al país Luis Almagro, Secretario General de la OEA, en diciembre de ese año, declaró lo siguiente: “Quiero manifestar mi alegría de estar en Nicaragua…y la oportunidad de estar reunido con el Presidente y la Vice Presidenta Electa. Y saludo al Presidente Daniel Ortega. Siempre será admirado por los países, por toda la comunidad latinoamericana y del Caribe…”
Esa era la posición del máximo representante de la principal organización interamericana.
¿Los nicaragüenses debíamos contradecirla, o someternos a esa posición solo porque era la voz del más alto jerarca de la comunidad interamericana?
En noviembre del 2017 se realizaron elecciones municipales al estilo Ortega. La misión de la OEA emitió una declaración que, en su parte conclusiva, dice lo siguiente:
“La votación transcurrió de manera tranquila, fluida, pacífica y sin mayores incidentes. Sin embargo, al finalizar esta etapa se produjeron una serie de incidentes de violencia aislados que resultaron en la muerte de cinco personas y varios heridos. La Misión lamentó estos hechos y solicita a las autoridades que realicen las investigaciones correspondientes y que castiguen a los responsables de los crímenes.”
Tranquila, fluida y pacífica, afirmaron…con 5 muertos, más de 30 heridos y otros tantos encarcelados, todos relacionados con protestas en algunos municipios.
En el informe final que se presentó al Consejo Permanente de la OEA, ni siquiera aparece la mención a los muertos. Las familias se quedaron con su luto y su dolor, mientras la comunidad internacional volvía a ver hacia otro lado.
¿Los nicaragüenses debíamos acomodarnos a esa posición de la comunidad internacional, o intentar modificarla?
Sigamos. Después del estallido de las protestas de abril ¿Cuándo se pronunció por primera vez el Consejo Permanente de la OEA? Tres meses después: el 18 de julio.
Las masivas marchas azul y blanco que reclamaban libertad, justicia y la salida de Ortega del poder… ¿Necesitaban la anuencia de la comunidad internacional para plantear estas justas demandas?
Y recordemos el caso de Bolivia. La renuncia de Evo Morales fue forzada por la resistencia ciudadana y la intervención de las fuerzas armadas. La comunidad internacional reaccionó ante los hechos consumados. Todavía más: varios gobiernos se manifestaron en el sentido de que se había producido un golpe de estado.
¿Qué hubiera ocurrido si el pueblo boliviano se limita a lo que fuera «aceptable» por la comunidad internacional? Pues ahí estuvieran con Evo en el poder, y los opositores demandando una resolución de ilegitimidad por parte del Consejo Permanente de la OEA.
No pretendamos hacernos los suecos: Ortega no hará ninguna concesión que no se le arrebate mediante presiones tanto internas como externas. Por supuesto, de ninguna manera estamos planteando rutas violentas o avalando la tesis del gobierno de transición, pero es legítimo que los nicaragüenses debatamos desde ahora al menos sobre los siguientes temas:
¿Qué acciones están a nuestro alcance para forzar a Ortega a realizar elecciones verdaderamente libres?
¿Qué haremos si Ortega no accede a garantizar condiciones para elecciones democráticas?
¿Qué alternativas debemos plantearnos para salir de Ortega cuando resulte inminente la consumación de un circo electoral?
Faltan 4 meses para que entremos al año electoral. La comunidad internacional debe recibir desde ahora mensajes claros de que, en las condiciones actuales, es más factible un circo electoral que elecciones libres, y que prestarse a una farsa es apostar a Ortega y a la continuidad de su régimen, y no a la democracia. Por consiguiente, es preciso abrir las opciones. Allí está el ejemplo de Venezuela, picando y repicando todos los días, a pesar de lo que la comunidad internacional considera «aceptable».
Si hablamos desde el decoro y la dignidad, es impresentable argumentar que debemos someternos a lo que la comunidad internacional hoy declara como aceptable. Y si hablamos desde el realismo político, nuestra obligación es presentar las realidades a gobiernos y organizaciones internacionales, aunque esas realidades contradigan sus percepciones o posiciones actuales.
Es nuestra obligación política. Y nuestra obligación moral.
adolfo58
Bueno más claro no canta un Gallo. Ahorita tenemos a 7 representantes de la oposicion en la CN, aunque solo representen el 18 % de la verdadera oposición, queremos verlos al frente de las acciones que impulsaran para ver si doblegan a ortega a hacer reformas electorales. Los queremos ver en tomas de iglesias, de universidades de movilizaciones y si la guardia orteguistas los echa preso o los asesinas no importa es la cuota que deben pagar por ser reconocidos como lideres por el 60 % de los que no tenemos quie nos represente. Ya el pueblo humilde y pobre puso, desde abril 2018 sus muertos. Liberamos de esta prueba al Movimiento Campesino.
Alfonso Castellon Ayon
Excelente publicación. Solamente ha faltado una pequeña ayuda en cuanto a la implementación de la Lucha no violenta… la ignoras . Solamente a través del Desafío político masivo de nuestro pueblo , podremos desmantelar esta dictadura perversa . Saludos Enrique