Cuando comentamos los discursos de Ortega, usualmente no nos distraemos en aspectos secundarios: Siempre procuramos enfocarnos en el fondo del asunto. Sin embargo, en esta ocasión fue demasiado notorio que en la comparecencia del pasado 18 de mayo, el mandamás estuvo particularmente enmarañado y desorientado. Hizo tremendo enredo con las fechas. Ni siquiera sabía el día en que estaba. También hizo un chacuatol con los datos. Analizaremos los datos más adelante.
Por otro lado, llaman la atención dos hechos adicionales: En una mesa debidamente ataviada y con meriendas para más de diez personas, solamente aparecieron como invitados la ministra de salud y el presidente de la Asamblea Nacional. Ambos, a prudente distancia. Además, esta vez Ortega no asistió a su visita anual a Niquinohomo, donde acostumbraba encabezabar el acto de conmemoración del natalicio de Sandino. Recordemos cómo sembraba soldados y policías, tendidos a lo largo de la carretera, para custodiar su popularidad.
Ante estos pormenores es oportuno recoger lo que jocosamente se expresa en las redes sociales, en el sentido de que ante la pandemia el mejor ejemplo a seguir es Daniel Ortega: Ni él, ni su familia salen de su casa. No envía sus nietos a la escuela, desde antes que los colegios privados suspendieran las clases presenciales. No asiste a aglomeraciones, ni actos políticos o sepelios de amigos. Y guarda la debida distancia social. Si no apareció con mascarilla es porque optó dejar a los invitados en la puerta.
Como de costumbre, una total contradicción entre lo que dice y lo que hace, pues, a sus seguidores los apremia a asistir a eventos deportivos, carnavales, actividades partidarias, turísticas y festivas, a pesar del peligro inminente de contagios masivos. Mantiene las escuelas abiertas y también las instituciones estatales. Expone a sus seguidores y a la población en general, pero él y su familia, a buen recaudo en su búnker.
Ahora vamos al fondo:
Con todo y el enredo con los números, Ortega reconoció que detrás de las muertes por neumonía se esconden fallecimientos por coronavirus. Afirmó que entre enero y el 15 de mayo, 309 nicaragüenses fallecieron por neumonía. Y miren qué fácil es agarrar a estos mentirosos. Resulta que en los registros epidemiológicos del MINSA (si no los han quitado, cualquiera los puede ver), hasta fines de abril el total de fallecidos por neumonía era de 86. O sea que, en estas dos últimas semanas, se han producido 223 fallecidos por neumonía. Repitamos para que quedemos claros: según las cuentas del régimen en los primeros cuatro meses del año se produjeron 86 fallecimientos por neumonía. Mientras, en las últimas dos semanas se ha producido 223.
¿Cómo debemos interpretar esto? Según los especialistas, en las presentes circunstancias todo fallecimiento por neumonía atípica debe considerarse que es un fallecido por COVID.
Apuntemos pues que en las últimas dos semanas, leyendo los datos de Ortega y del MINSA, debemos asumir que han fallecido por COVID más de 200 nicaragüenses, en las últimas dos semanas. Una conclusión dolorosa que debe apremiarnos a generalizar las medidas preventivas, para proteger salud y vidas.
Falta otro dato. La Ministra de Salud informó oficialmente mediante un comunicado que en la última semana los contagiados pasaron de 25 a 254 casos. Lo repetimos: según el MINSA, el 11 de mayo eran 25 contagiados. Una semana después eran 254. En otras palabras, Nicaragua es el único país del mundo donde en una semana los contagios se multiplicaron en un MIL PORCIENTO. Veremos con qué disparate salen la próxima semana. Observen la ridiculez de la siguiente gráfica:
Pasemos al otro punto. Sabemos que Ortega aplica el diversionismo como una de sus estratagemas preferidas. Cuando le conviene, inventa hechos, los desfigura o exagera con el propósito de distraer o desviar la atención de un asunto relevante, hacia otro de menor relevancia.
Esta vez volvió a ofrecer una demostración de diversionismo. Sabemos que en los últimos días, a nivel internacional, tanto medios de comunicación, como gobiernos, parlamentarios, expresidentes y organizaciones internacionales colocaron los focos de su atención en el gravísimo peligro que Ortega representa para el pueblo nicaragüense y para la región centroamericana, por su irresponsabilidad criminal ante la pandemia. CNN, el Washington Post, el País, la BBC, The Guardian, El New York Times, para citar algunos.
Asimismo, ante la multiplicación de contagios y fallecimientos que son de conocimiento público, Ortega necesitaba y necesita desviar la atención. Más aún, cuando sigue sin mover un dedo ante los agobios económicos que está produciendo la pandemia en diferentes sectores sociales, principalmente en los más vulnerables.
¿Cuál fue su maniobra? Manipulando la confusión generada por las medidas sanitarias que aplica Costa Rica, que están obstaculizando la fluidez del tránsito de carga en la frontera, señaló a este país como provocador de un conflicto centroamericano. Así, el malo de la película, que amenaza con un genocidio a su propio pueblo y expone al resto de países centroamericanos, apunta su dedo acusador hacia las autoridades que han privilegiado la salud y la vida de sus ciudadanos, por encima de los perjuicios económicos que se generen. Porque el trabón perjudica económicamente a importadores, transportistas y empresarios costarricenses.
Aprovechando el río revuelto el tirano pretende vendernos la película: «Ortega, el bueno. Los ticos, los malos».
Menos mal que muy pocos quedan ya creyendo sus patrañas.
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